David Bonyuet: “Por amor a Dios”

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A principios de año la Asamblea Nacional declaró la “crisis humanitaria de salud” por la escasez de medicamentos en Venezuela. Igualmente los médicos fueron a la AN para exhortar a Maduro a aceptar la ayuda humanitaria y muchas otras personalidades del ámbito político han estado pidiendo la apertura de un #CanalHumanitario sin ningún resultado hasta ahora. Maduro ha convertido cada problema de Venezuela en una verdadera tragedia: las muertes por falta de medicina son un asesinato adrede, con alevosía y premeditación por parte del Estado chavista.

Aunque hay muchas organizaciones benéficas alrededor del mundo dispuestas a ayudar, solo pueden hacerlo a petición de algún organismo no benéfico en Venezuela.  El gran problema es que ha habido intimidación directa o indirecta contra las personas que trabajan en esas instituciones en el país por lo cual se han tenido que inhibir de solicitar ayudas. La subcomisionada en Derechos Humanos del Parlamento Europeo, Beatriz Becerra afirmó que “La Unión Europea activará el plan de ayuda humanitaria cuando Venezuela lo solicite de lo contrario será imposible que lo hagamos”.

Recientemente la Asociación Venezolana Americana y su comisión de Estudiantes Venezolanos en el Exterior denunció la crisis humanitaria que vive Venezuela ante el enviado para la juventud de las Naciones Unidas Ahmad Alhendawi, sin embargo, en la antesala de ese encuentro, Rafael Ramírez y María Gabriela Chávez les gritaron groserías en los pasillos de la ONU. Así es como los líderes chavistas tratan a los venezolanos: ¡con desprecio e insultos!

En otros medios los médicos han denunciado que los directores de los hospitales en que trabajan los han hostigado si denuncian la falta de medicinas o colapso de equipos. Así con este nivel de amedrentamiento muchos prefieren callar a sufrir el peso de un gobierno tiránico. También está el chantaje social: son varios los casos de personas que ayudando a estudiantes en necesidades han sido metidas presas sin contemplación (bajo cargos de ayudar a terroristas u otras locuras similares); la sociedad venezolana en su conjunto ahora prefiere inhibirse de ayudar al prójimo (con muy pocas excepciones). ¡Los médicos que vea denunciando y protestando en las calles son unos héroes que luchan en contra del ataque salvaje y despiadado del (des)gobierno!

Aunque parezca insólito, el Estado mesmo atenta contra los ciudadanos, condenando a muerte lenta a los enfermos venezolanos.  No solamente ataca de forma activa las instituciones de salud (publicas o privadas), también deja a las empresas farmacéuticas sin recursos con lo cual no pueden producir ni exportar medicinas.  Muchas empresas han quebrado debido a que el Estado no cumple en pagar las deudas con la consecuencia que no hay forma de traer insumos ni atender los equipos en Venezuela. Lo más sorprendente, es que el TSJ declara inconstitucional la “Ley de la Crisis Nacional de Salud” por usurpar competencias de Maduro, quien ha ignorado olímpicamente el suplicio de todos los enfermos del país.

En las diferencias instancias internacionales, los representantes del Estado han negado la crisis humanitaria en el país, con lo cual son cómplices de todas las muertes. La ministra de Salud Luisana Melo mintió en forma descarada en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) diciendo: “Venezuela cuenta con los medicamentos necesarios” y el embajador de Venezuela ante la OEA, Bernardo Álvarez, reiteró lo suyo rechazando “la instalación de un canal humanitario” aunque es público y notorio que las muertes de enfermos se ha incrementado a niveles criminales en todos los hospitales del país. En la AN los médicos denunciaron que “enfermarse en Venezuela es sinónimo de muerte”. Somos el único país del mundo donde los pacientes suplican en las calles por medicinas y los médicos hacen huelga de hambre para salvar sus vidas.

El (des)gobierno sabe que la salud y el hambre no pueden esperar el revocatorio. Ellos apuestan por un estallido social que dejará miles de muertos, para asegurarse la permanencia en el poder. El chavismo ha logrado el anti-milagro: destruir lentamente un país tan rico y volverlo una completa ruina, sin despertar en su población el más mínimo deseo de tumbar la dictadura. Por una milésima de los derroches del chavismo se han destituido gobiernos en el pasado. Ahora estamos inmersos en la total desconexión de la realidad, mientras siguen sufriendo miles de inocentes.

Ni siquiera Dios puede quitar la bota del verdugo que pisotea al oprimido, pues nadie puede ayudar a un esclavo que prefiere mantenerse sumiso ante la tiranía.

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David Bonyuet  –  @DBonyuet