Control de cambio: la medida política que depredó al país hasta empobrecerlo

El sistema cambiario refleja de cierta manera la estructura económica del país y una evidencia de ello es que la evolución histórica que ha sostenido el mercado cambiario, marcha prácticamente de la mano con la evolución de la estructura económica de Venezuela.

Mucho antes de que Venezuela desarrollara su industria petrolera, el valor del dólar estadounidense permaneció inalterado o con muy pequeñas fluctuaciones por largos períodos. En aquel entonces, el país conseguía divisas gracias a sus exportaciones de productos agropecuarios como el café y cacao.

En la Revista de Hacienda No. 14, el autor R. Velóz, escribió un artículo titulado: “Historia del cambio en Venezuela”, en el que realiza un breve recuento de la evolución histórica del tipo de cambio en Venezuela entre 1830 hasta el primer trimestre de 1939:

Bien pudiera dividirse en cinco épocas la parte evolutiva del cambio de nuestro país; la primera, de 1830 a 1848; período en que no existía tabla monetaria de equivalencias y en el que el franco y el chelín tenían ventajas sobre las demás monedas en circulación; la segunda, de 1848 a 1879, época en que la tabla monetaria de 1848 ejerció una influencia en el cambio, por la equivalencia dada al franco y a la libra esterlina, con la consiguiente crítica oficial de varios titulares de Hacienda; la tercera, correspondía a los años de 1879 a 1908, dentro de cuyo período se creó el bolívar; la cuarta época sería la de 1908 a 1934, dentro de la cual se fijaron las equivalencias monetarias, que todavía no se han alterado, en que la libra esterlina se sustituye en el primer año nombrado por el dólar y período en que ya se hace sentir la fluctuación del cambio y finalmente, la quinta época, la más difícil de todas, en que el cambio ha sido tan variable que ha creado problemas de diversa magnitud, a cual más complicado, predominando en el mercado el dólar y ejerciendo gran influencia del aporte de divisas petroleras.

Ante el descubrimiento de la actividad petrolera en el país, se genera una balanza de pagos superavitaria que lleva a la expansión de la masa monetaria y al crecimiento del capital, que a su vez, eleva los costos de los bienes, servicios y producción del mercado interno venezolano.

“Frente al sector petrolero de alta productividad tenemos a un sector primitivo y en lento proceso de modernización. De allí que ha resultado difícil el logro de un tipo de cambio que sea capaz de conciliar a ambos sectores de nuestra economía y por tanto se ha hecho necesario el uso de cambios múltiples. La unificación cambiaria sólo podrá ser posible en la medida en que se logre reducir las notables diferencias entre los sectores que participan en la vida económica del país”, afirma el economista Luis Toro en su obra El mercado cambiario en Venezuela.

De esta manera, a medida que se va desarrollando la industria del crudo, el dólar empieza a jugar un papel determinante en el sistema cambiario durante la mayor parte del siglo.

EL COMIENZO DE LAS POLÍTICAS CAMBIARIAS

Entre los eventos que destacan de este período de tiempo, se encuentra el llamado convenio de Tinoco, que corresponde a la primera intervención del gobierno en el mercado cambiario y que se dio a propósito de la devaluación del dólar norteamericano en 1943. En dicho acuerdo, el gobierno se comprometía a adquirir a precio de Bs. 3,90 por dólar, las divisas que las empresas petroleras tuviesen que vender al país, siempre que las mismas sumadas a las que proviniesen de otras exportaciones no sobrepasaran la demanda interna del mercado cambiario. Las que excediesen dicha demanda serían adquiridas al precio de paridad entre el bolívar y el dólar. La paridad del bolívar con respecto al dólar era de Bs. 3,03 para el año de 1934.

Asimismo, la coyuntura política del año 1958 generó expectativas negativas sobre la economía venezolana y catalizó una exorbitante fuga de capitales que resultó en saldos desfavorables en la balanza de pagos. En la revista Revista Resumen No. 487, con fecha del 6 marzo de 1983, Alfredo Machado Gómez, describe las consecuencias económicas de la crisis política del 60 en un artículo titulado “La problemática monetaria y cambiaria del país en 1960-1961”:

La incesante salida de divisas dio lugar a saldos desfavorables en la balanza de pagos de dos mil millones de dólares en el período de 1958- 1960; las reservas internacionales se redujeron en más de 1.400 millones de bolívares entre finales de 1958 y 1961; los depósitos bancarios se redujeron en una cifra próxima a los 1.300 millones de bolívares en los meses comprendidos entre agosto de 1959 y septiembre de 1960, esto contrajo la liquidez de la banca hasta un límite crítico; la actividad crediticia sufre una considerable caída, pues las colocaciones e inversiones registraron un descenso de 650 millones de bolívares aproximadamente, en los meses comprendidos entre noviembre de 1959 y diciembre de 1960. Para corregir esta situación se aplicaron políticas fiscales y monetarias y el 8 de noviembre de 1960, según decreto No 390, se estableció un control de cambios.

“Estas políticas, en particular la cambiaria, no logran detener la salida de capitales ni el deterioro en las reservas internacionales del país. En marzo de 1961 se modifica el sistema cambiario y se crean dos tipos de cambio: uno, a Bs. 4,70 por dólar, aplicado a gastos de viaje y a importaciones consideradas no esenciales o suntuarias y otro (tradicional), a Bs. 3,35 por dólar aplicado al resto de las transacciones. Esta medida no logra superar el desequilibrio existente en la balanza de pagos. En abril de 1962, según Decreto No. 724, se transfiere al tipo de cambio de Bs. 4,70 por dólar aproximadamente el ochenta por ciento de las importaciones, así como todas las repatriaciones de capital y sus servicios financieros. Esta medida logra el inicio de un restablecimiento en el equilibrio de la balanza de pagos”, reseña el economista Luis Toro.

De igual manera, las devaluaciones del dólar norteamericano ocurridas en 1971 y 1973, incidieron en la revaluación del bolívar para compensar la pérdida de su poder adquisitivo frente a monedas europeas.

También destaca durante este lapso, el nuevo convenido cambiario de 1976 con motivo de la nacionalización de la industria petrolera y del hierro. Al igual que el régimen de restricciones cambiarias que se estableció en febrero de 1983 motivado por los efectos negativos que resultaron de un elevado nivel de importaciones, una grotesca caída del ingreso petrolero y una exorbitante fuga de capitales, que se originó principalmente en la pérdida de confianza en la economía del país al observarse una caída en los niveles de las reservas internacionales, mal uso de las políticas fiscales y monetarias, aunado a la deuda pública, el gasto del gobierno, la liquidez y a la incertidumbre respecto al mercado petrolero.

EL PRIMER CONTROL PARA LA VENTA DE DIVISAS

El sistema RECADI promulgado por el gobierno de Lusinchi facilitó la desaparición de más de 50.000 millones de dólares para saldar la deuda externa

Tras más de 19 años de libre convertibilidad y tipo de cambio fijo del bolívar, el gobierno dio inicio al control de la venta de divisas por la acción especulativa ejercida contra el bolívar y nace el Régimen de Cambio Diferencial (RECADI).

“La justificación del mercado controlado estaba en reducir, al máximo, el impacto inflacionario. En este mercado, RECADI administra las divisas y decide a quién y para qué rubros se autorizan las importaciones. El tipo de cambio controlado es fijado por el Ministerio de Hacienda y el BCV. Este tipo de cambio ha sido ajustado poco a poco desde el nivel de Bs. 4,30 hasta el nivel de Bs. 7,50, en 1986. Ello significó una devaluación acumulada del cambio controlado de un 74,4 por ciento, devaluación bastante moderada y que permitió suavizar el impacto inflacionario”, apunta Toro en su artículo.

Sin embargo, se siguió manteniendo dos mercados en paralelo:

El mercado controlado, segmentado en dos tipos de cambio (Un dólar a Bs. 4,30 para las importaciones de alimentos y medicinas, la amortización de la Deuda Pública externa de entes descentralizados y la deuda pública externa del Gobierno Central y otro de un dólar a Bs. 6,00 para las importaciones de bienes y servicios no esenciales

Y el mercado “libre” orientado a la amortización e intereses de la deuda privada externa no registrada, otras exportaciones públicas y privadas, otros servicios y transacciones a un valor de 9,47 bolívares por dólar (Como el volumen de transacciones fue bajo, hubo una relativa estabilidad del tipo de cambio en este mercado hasta fines de 1985).

El economista Luis Toro, explica que un mercado libre de divisas significa, entre otras cosas, “que los oferentes de divisas sean varios y que no puedan influir en forma individual en el precio. Esta no fue la situación, y aquellas no aumentaron con la depreciación de la moneda nacional pues la producción de petróleo está sujeta a cuotas de producción y se cotiza en dólares, a precios internacionales”.

“Las razones para la implementación del mercado libre de divisas fueron de diversa índole. Entre ellas cabe mencionar el convencimiento por parte de los encargados de la política económica, de las bondades de la libertad de mercado. El tipo de cambio resultante del libre juego de la oferta y de la demanda asignaría en forma eficiente las divisas y ajustaría los precios internos de bienes importados, o bienes nacionales con componente importado. Por otra parte, el mercado libre de divisas afectaría únicamente los precios de los bienes considerados de lujo. Además, se argumenta que el dólar libre estimularía las exportaciones no tradicionales y por último, se pensó que frenaría la salida de divisas y produciría retorno de capitales”, añadió el especialista.

Para incrementar la eficiencia del mercado de divisas y ajustar la balanza de pagos, las autoridades de 1986 orientaron sus políticas a estimular la demanda interna. Se expandió el gasto público en más de 40%, se aumentaron los salarios y la política monetaria fue menos restrictiva.

En 1987, se aceleró significativamente el crédito bancario, revelando el incremento de los préstamos internos por parte del sector público y la demanda de créditos por parte del sector privado, marcadas por las negativas tasas de interés que habían predominado. Todo esto llevó a que la tasa de inflación pasara de un 13% en agosto de 1986 a un 33% para el mismo mes en 1987.

Aunado a esto, la devaluación que se le aplicó al bolívar de un 93%, no generó los beneficios esperados, tales como: la reorientación del consumo, el impulso de las exportaciones y la puesta en práctica de un proceso de sustitución de importaciones.

“El esquema cambiario de 1986, agudiza la crisis de 1998, año en el cual la economía crece 4,2 por ciento, pero a costa de liquidar las reservas internacionales. La economía se reactiva abriendo las puertas a las importaciones a sabiendas de que las reservas internacionales estaban cayendo a niveles críticos. El dólar libre se alejó en forma abismal del controlado incentivando con ello la corrupción, mal éste que carcome los cimientos de la sociedad venezolana y constituye un detonante muy eficaz de la crisis social que se avizora”, describe Toro.

“Lo más importante para el país no es el equilibrio de la balanza de pagos, ya que con dicho equilibrio no resolverá ninguno de sus problemas básicos sino que más bien nos obliga a frenar el desarrollo. Nuestras metas son bien diferentes a las de los países que disfrutan de mayores niveles de desarrollo. Para estos, el objetivo es el crecimiento equilibrado del ingreso. Para nosotros, el logro del desarrollo económico que transforme radicalmente la estructura productiva y lleve aumentos en la productividad”, apunta el economista.

De esta manera, se puede concluir que las políticas económicas establecidas en éstas décadas buscaron generar un paquete de incentivos que aumentaran el ingreso de divisas, en vez de orientarse a perseguir incentivos que permitieran el desarrollo de un proceso de sustitución de importaciones sostenido, se tuvo como objetivo básico la contracción de los egresos de divisas por concepto de importaciones y la fuga de capitales.

EL CONTROL DE CAMBIO EN EL CHAVISMO

El economista Alexander Guerrero en su trabajo denominado “Tour sobre un control de Cambio” hace un repaso por lo que ha denominado como la “montaña rusa del control de cambio” y detalla el sistema que ha logrado que el país pierda las dos terceras partes del ingreso per cápita.

“El proceso de depredación que resulta del mercado cambiario descansa en el control del precio de la divisa y sus volúmenes de oferta, que imponen el Gobierno y el BCV. En consecuencia, los precios relativos, expresados en la relación de precios entre sí, y la relación de los precios locales frente a los precios en el mercando internacional, expresados en paridad de poder de compras, se han pervertido; por esta razón, la economía privada perdió competitividad dada la manipulación cambiaria inherente al control de cambio y los precios de bienes y servicios”, sostiene Guerrero.

En este sentido, el experto asegura que el gobierno se apoyó en el control de cambio para importar libremente, al tiempo que facilitó que la economía privada entrara en una descapitalización inducida que desembocó en el cierre de más de 4.000 empresas nacionales y el cese de operaciones de unas 120 multinacionales.

Asimismo, resalta la salida de Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones como un evento para satisfacer los intereses de mercaderes del gobierno y descapitalizar a la empresa privada.

“El sector privado ha sido fracturado, sus redes intra e ínter industrial creadas por décadas con el mercado internacional, empresas multinacionales e instituciones regionales han sido destruidas, perdiendo 45 años de progreso económico y de capitalización de infraestructura, parque industrial y manufacturero; así como del capital humano. Venezuela marcaba un intercambio comercial en la CAN en niveles de 8.000 millones de dólares. Todo eso se desecha para ir al Mercosur donde Venezuela no exporta ni un tornillo pero importa 4500 millones en alimentos”, enfatiza el economista.

Por otro lado, este período también está determinado por un proceso de eliminación de escaleras sociales, en el que el ciudadano se empobrece violentamente. Por ejemplo, estudiar durante varios años para obtener un título de técnico superior no regresa la inversión familiar realizada en sus hijos. Cualquier actividad informal genera mayor ingreso que un profesional superior y universitario,

“La ruta del empobrecimiento”, que describe Guerrero en su obra, es un precio que debe pagar la juventud venezolana al no tener incentivos para capitalizar su intelecto y su fuerza. “Al control de cambio se le asignó y cumplió el objetivo político en el marco de un experimento de ingeniería social dirigido a someter al ciudadano en un régimen de servilismo y empobrecerlo en los albores de su vida de oferta y demanda laboral. La igualdad en la pobreza sería el sello socioeconómico del socialismo”.

En el año 2003 comienza el recio control de cambio promulgado por el gobierno de Hugo Chávez, a través de la creación de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) y bajo el pretexto de regular la rampante fuga de capitales que imperaba en el país por el paro petrolero. El ente estaba adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Planificación y Finanzas y estableció un sistema de mercado cambiario transado únicamente por los dólares provenientes del petróleo en manos del Estado. Cualquier otra transacción para el cambio de divisas “no petroleras” estaba penada por la Ley de Ilícitos Cambiarios.

De esta manera se “eliminaba” la influencia del mercado ya que, el Ejecutivo era el único encargado de determinar el costo de conversión entre el bolívar y el dólar. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que naciera el mercado negro, donde las transacciones se realizaban tomando lo que se conoció como Dólar CANTV, denominado de esa manera porque para calcular su valor se tomaba como referencia el valor de las acciones de la compañía, dado que sus títulos de valores se negociaban tanto en la bolsa de Caracas como en la de Nueva York mediante el uso de ADR (American Depository Receipt).

*En la actualidad, lo que se toma en cuenta para establecer el precio del dólar paralelo en Venezuela es el valor del oro, ya que el gobierno venezolano es el dueño del 91% de las acciones de CANTV.

Cadivi fijaba entonces el precio de un dólar en 1.600 bolívares y el dólar Cantv cotizaba a 2.750 bolívares. En el mes de febrero de 2004 el gobierno venezolano devaluaba por primera vez la moneda desde que fijó el control de cambio y coloca la tasa oficial en 1.920 bolívares por dólar.

Hacia febrero de 2005, se devaluaba nuevamente el bolívar y los valores ascendían a 2.150 bolívares por dólar. Sin embargo, ante la ineficiencia burocrática del mecanismo cambiario para facilitar las divisas, mediante la incidencia de las casas de bolsa y especuladores se creó el “Dólar Permuta” con un valor mucho más alto (3.200 Bolívares en 2005), pero que muchos consideraban como el peso real de la moneda.

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El aumento del dólar paralelo no cesó en los años subsiguientes, hasta la drástica caída se sufrió en el año 2008 por el extraordinario aumento del crudo venezolano, que llegó a sobrepasar los 100 dólares por barril y que le permitió a Cadivi entregar una gran cantidad de dólares.

Aprovechando el boom de los petrodólares, en el año 2008, se da inicio a la reconversión monetaria y el proceso de eliminación de los tres ceros de la moneda, una medida que según los economistas no tendría ningún efecto económico, monetario o financiero y solo influiría por razones contables. Pero a pesar de esto, el Banco Central de Venezuela declaró: “El propósito de la reconversión monetaria adelantada por el BCV y el Ejecutivo Nacional es fortalecer la moneda y reafirmar el objetivo de estabilidad de la economía (…) Con la reconversión monetaria se logrará una mayor eficiencia en el sistema de pagos, que se verá favorecido con el manejo de cifras más pequeñas, lo que facilita tanto las operaciones comerciales y el cálculo de todas las transacciones económicas, como los registros contables. Asimismo, este cambio reforzará la confianza en el signo monetario y será un reflejo de la fortaleza de la economía nacional”.

El propio presidente Hugo Chávez afirmaría que “para reducir la inflación vamos a reducir tres ceros al bolívar, éste recuperará terreno perdido ante el dólar”.

El tipo de cambio del momento se traducía en Bs. 2,15 por dólar.

Tras mantener la tasa de cambio en 2,15 bolívares por dólar durante cinco años, el Estado venezolano devalúa la moneda el 8 de enero de 2010 y la sitúa en Bs. 2,6 por dólar para sectores considerados prioritarios y 4,3 bolívares para el resto de los sectores. Fue una decisión empujada por la recesión venezolana de 2009.

Para el mes de junio de 2010, se introduce el Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (SITME) a una tasa oficial de 5,30 bolívares por dólar para importaciones no prioritarias y que de manera muy limitada estaría disponible a la sociedad.

A finales de ese año, el Ejecutivo decide eliminar su su doble tasa de cambio de Bs. 2,6 y Bs. 4,3 y la unifica en éste último valor. La medida entra en vigencia el 1 de enero de 2011.

Para febrero de 2013, bajo la conducción de Nicolás Maduro como presidente encargado por la salud de Hugo Chávez, se decide eliminar el SITME y devaluar el bolívar, estableciendo la tasa de cambio en Bs. 6,30 por dólar.

Un mes después entra en vigencia Sistema Complementario de Administración de Divisas (SICAD), ideado como un sistema de subastas de divisas mediante el cual las personas naturales y jurídicas podían postular sus peticiones para la adquisición de dólares. De manera simultánea operaba CADIVI.

Para no reconocer otra devaluación mediante la subasta de divisas, el gobierno mantuvo reservado los precios de las transacciones por la moneda extranjera a través del Sicad (las subastas cerraban por el orden de los 11,50 bolívares por dólar) y prohibió mediante la Ley de Ilícitos Cambiarios divulgar un tipo de cambio distinto al oficial.

LAS POLÍTICAS PARA TRANSAR DIVISAS DE NICOLÁS MADURO

A finales de noviembre de 2013 se produce la eliminación de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) bajo denuncias de una colosal corrupción arbitrada por el control de cambio y se crea el Centro Nacional de Comercio Exterior (CENCOEX) y se implanta un sistema dual de cambios: Una tasa preferencial de Bs. 6,3 por dólar para alimentos y medicinas y otra de Bs. 11,36 por dólar para subastas SICAD para el resto de los sectores económicos y personas naturales (para el 17 febrero la tasa SICAD aumentaba a 11,70 Bs por dólar).

Muchos economistas empezaron a criticar el sistema de subastas porque no era efectivo, excluyente y la escasez de divisas lo inutilizaba.

En febrero de 2014 se crea el SICAD II con el propósito de “pulverizar el dolar paralelo”. Mecanismo que también fija su valor a través de subastas, pero bajo la alternativa (en teoría) de que podrían acceder más sectores económicos. De esta manera, contando al dólar paralelo, Venezuela suma cuatro tipos de cambio para transar divisas.

Un año más tarde se anuncia otra variación en el sistema cambiario, la primera estaría determinada por el Cencoex a una tasa de cambio de 6,30 bolívares por dólar, únicamente para sectores prioritarios (alimentos y medicinas), en segundo lugar continuarían las subastas de divisas por Sicad 1 y 2 pero ahora de manera unificada a un precio fijo que empieza en 12 bolívares y por último se introdujo una noción de casas de bolsa, para una suerte de legalización del mercado paralelo en el que el precio de la divisa fluctuaría en función de la oferta y la demanda.

En febrero de 2015, el gobierno explica que el mecanismo de casas de bolsa llevará por nombre Sistema Marginal de Divisas (SIMADI) cuya tasa sería variable y comenzaría por 170 bolívares por dólar.

Hacia finales de año las subastas por SICAD alcanzan los 13,50 bolívares por dólar y el SIMADI asciende a 199 bolívares por dólar.

No sería sino hasta marzo de 2016, cuando Nicolás Maduro decide colocar en vigencia un nuevo esquema de administración de divisas:

1) Protegido (DIPRO):

      devaluando la moneda en gran medida al establecer 10 bolívares por dólar, manteniendo el mismo esquema de sectores “prioritarios”, pero con la diferencia que el Banco Central reconoce que la tasa “se ajustará de manera progresiva, tomando en consideración los impactos sociales”.

2) Complementario (DICOM): un supuesto tipo de cambio “flotante” que inició en 206,92 bolívares por dólar para “consumos en viajes al exterior; solicitudes de autorización para realizar pagos en divisas con tarjetas de crédito; avances de efectivo; efectivo para menores con motivo de viajes al exterior; operaciones de ventas de divisas efectuadas por las representaciones diplomáticas, consulares y sus funcionarios; operaciones de ventas de divisas generadas por exportación y venta de hidrocarburos; así como para las empresas básicas y otros entes de naturaleza no petrolera”.

El propio vicepresidente de la República, Aristóbulo Isturiz ha reiterado en varias oportunidades que el Control de Cambio es una medida política y no económica. Crédito: Venevisión

Según el economista Alexander Guerrero, los cambios sistemáticos en los mecanismos cambiarios que implementó el gobierno en los últimos 13 años no fueron otra cosa que variaciones del mismo tipo para establecer devaluaciones continuas marcadas por la hiperinflación.

“El gran error del gobierno fue crear la falsa expectativa de unificación cambiaria, cuando en realidad siempre habían dos tasas de cambio, dos bandas que mantienen el control de cambio (…) El gobierno, aparentemente sin saberlo, decidió vivir con la hiperinflación, ajustando continuamente los precios de bienes y del dólar”, enfatizó el experto.

Las últimas alternativas para transar divisas que implementó el gobierno tampoco resolvieron los problemas de liquidez, derivados de la escasez de petrodólares, fuertemente influenciados por los costos de producción, la caída de los precios del crudo y el déficit fiscal estructural (38-40% PIB); por ende, no ocurría la “fluctuación”.

“El régimen de devaluaciones (DIPRO) y depreciación (DICOM), bajo la presión de la escasez y la hiperinflación, es una forma de reconocimiento del gobierno que la inflación está fuera de control”.

por SM en noticiasaldiayalahora.co