Claudio Fermín: Chavismo perdió por “la corrupción, inseguridad y abuso de poder”

En su artículo, el profesor universitario remarcó que el chavismo perdió ante “la grosera corrupción, por la inseguridad que desangra al país, por el abuso de poder de los jerarcas del chavismo. Perdió porque los votantes, sin que nadie los estuviese jalando ni obligando, castigaron la ineptitud de unos mandones que han hundido la economía”.

“Contra esa cayapa de malandros que usa el poder para arrinconar a la Venezuela decente con sus insultos y siembra de odios fue la sanción del 6 de diciembre”, aseveró.

EL TEXTO ÍNTEGRO

¡Ya basta!

El chavismo perdió aplastantemente. De nada valió la regaladera y la ofrecedera. Los ciudadanos sabían que todo ese aguaje era una treta electorera.Maduro perdió por la grosera corrupción, por la inseguridad que desangra al país, por el abuso de poder de los jerarcas del chavismo. Perdió porque los votantes, sin que nadie los estuviese jalando ni obligando, castigaron la ineptitud de unos mandones que han hundido la economía.

Colas para leche, azúcar, aceites y granos. Carne a precios inalcanzables. Medicinas no hay. Repuestos, baterías y cauchos para automóviles tampoco. No hay ni real en los cajeros. El gobierno de la escasez y del no hay.

Denuncias sobre tráfico de drogas en las que se involucra a personas ligadas a Miraflores, a militares de alta graduación y a gobernadores en ejercicio. Nadie aclara. Nadie da la cara. Nadie desmiente. Todo dejado a la estrategia del silencio para que la gente se olvide del asunto.

Agresiones a quienes critican y protestan contra el desmoronamiento de las instituciones, el encumbramiento de pranes y la proliferación de bandas que actúan con absoluta impunidad. Los denunciantes de esa podredumbre son tildados de pertenecer a la derecha. Los que acusan a jueces y fiscales de haber corrompido la justicia son señalados como pelucones.

El lenguaje oficial es la ofensa. El ultraje su método preferido. Contra esa cayapa de malandros que usa el poder para arrinconar a la Venezuela decente con sus insultos y siembra de odios fue la sanción del 6 de diciembre.

La cita era para elegir como diputados a la Asamblea Nacional a los representantes de los estados y municipios reunidos en circuitos. Pero los venezolanos, sensibles al drama de un país en ruina y urgidos de cambiar el rumbo, aprovecharon no para debatir sobre liderazgos y propuestas identificadas con cada región sino para gritar con firmeza ¡ya basta!

No fue un ritual electoral ni un momento que pueda analizarse sólo con cifras y correlaciones políticas. El clamor colectivo fue ponerle un parao a la piratería administrativa que ha hundido la economía y paralizado los servicios públicos.

Y el entusiasmo y determinación que mujeres, profesionales, jóvenes y trabajadores pusieron en cada centro electoral, no va a conformarse con paños calientes. Es la hora del cambio.