La acción más repugnante de la camarilla que tiene el poder desde hace dieciséis años ha sido la manoseadera del nombre y de la imagen del Libertador.
Manipularon por todas las vías posibles. Gastaron millones del tesoro público para asociar a Chávez con el Libertador, hasta cambiar a su antojo el rostro de Bolívar para que se pareciese en algo al del militar golpista.
Se les fue la mano más allá de la dilapidación de fondos públicos y de la prostitución de la espada de Bolívar. Ante la mirada atónita de todo un país jurungaron sus restos mortales y unos extranjeros profanaron la tumba de nuestro máximo héroe en connivencia con las autoridades que debían proteger sus restos y su memoria.
Bolívar entregó su vida por la autodeterminación de Venezuela y ofreció su lucha contra el abuso de designar autoridades desde la península ibérica. Traición grande la de quienes abusaron de su nombre y ahora van a La Habana a consultar nombramientos y a solicitar supervisión y corrección de sus decisiones.
Bolívar proclamó la libertad de comercio y desvergonzadamente su nombre se ha usado para consolidar a Venezuela como fuente de materia primas y mercado cautivo para potencias como China, Rusia y Brasil.
El Libertador fue implacable contra la corrupción y hoy su retrato adorna las oficinas de quienes han sido acusados, con pruebas sólidas e irrefutables, de apropiación de fondos públicos y de manejos dolosos en Cadivi, en contratación de obras públicas, en oscuras importaciones de granos y otros productos, en la contratación de deuda externa y en muchos otros escándalos que desangran al país.
El nepotismo practicado desde las más altas esferas de mujeres y hombres de este gobierno es asqueroso. Hijas, hermanos, padres, sobrinos, primos, cuñados y compadres de las mujeres y los militares más poderosos del régimen han hecho de los cargos públicos la nómina que mantiene a familias privilegiadas que conforman la casta heredera de Chávez. Y todo se hace con el nombre de Bolívar por delante.
Jueces venales, dependientes de instrucciones de comisarios políticos que hacen de dueños de la justicia y sentencian a cualquier inocente que les moleste, como absuelven a delincuentes que les respaldan, también tienen a Bolívar colgado en sus oficinas, como parapeto detrás del cual esconden sus fechorías.
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