Charito Rojas: Guerra avisada…

Para hacer la paz se necesitan dos; pero para hacer la guerra basta con uno sólo.Arthur Neville Chamberlain (1869-1940), político británico.

Esto no es un trapo rojo. Habría que ser más imbécil de lo que aparenta, para buscar un conflicto con un país vecino sólo para distraer la atención de los gravísimos problemas que el gobierno no quiere resolver so pena de disgustar a Fidel y violentar la imagen anti capitalista del finado.

 

Pelear con Colombia no sirve para borrar de la memoria la escasez, el desabastecimiento, la inseguridad, el caos que devora todas las instancias institucionales. Pero sí sirve para que un conflicto de seguridad lleve a suspender un proceso electoral con un estado de excepción de carácter nacional.

El presidente venezolano ha intentado sacar de sus casillas al colombiano con técnicas malandras: provocando una reacción con su “¡vente pa’ca para darte lo tuyo, dame la cara, no huyas!” o con expresiones agresivas, imposibles en un jefe de estado, como, “Aquí quien pone las condiciones soy yo”.

Las relaciones de la revolución venezolana con los presidentes colombianos han sido pésimas. Difícilmente nadie le quitaría el título del más insultado al ex presidente Álvaro Uribe, quien ha mantenido una posición frontal frente a estos comunistas de medio pelo. Uribe tiene años advirtiendo la ruina de Venezuela y la delincuencia empoderada en las altas esferas. Santos, que quiso ser el “nuevo mejor amigo” no escuchó las advertencias de su antiguo jefe y de su misma gente que sabían que los bárbaros lo son hasta con su propia familia.

El brutal irrespeto con que trata el gobierno a la oposición venezolana ya lo han probado presidentes, medios de comunicación y organizaciones multinacionales como la OEA. Esto ha sucedido porque todos han tolerado la agresión y el insulto en silencio, por razones particulares en cada caso. Pero los tiempos del finado pasaron, como han pasado los tiempos de la revolución, que ya no tiene ascendencia ni siquiera entre quienes viven de ella, que se mantienen unidos solo por interés económico. Solo queda un cascarón rojo, donde aún se cobija un grupo de aprovechados raspando la olla y de funcionarios militares y civiles que quieren mantener el poder a como dé lugar porque saben que sin él perderán todo.

La oposición tiene ganadas las elecciones parlamentarias, sin hacer mucho esfuerzo. Su campaña victoriosa la está haciendo la crisis provocada por un gobierno ignorante de las más elementales leyes de la economía y la convivencia. Por eso anda buscando camorra para suspender el momento de la derrota. Acaban de perder el voto de millones de colombianos, cedulados por ellos mismos para que votasen rojo, el de los chavistas de la frontera, el de los indígenas que no creen promesas, el de los bachaqueros hijos de la revolución que ahora son declarados enemigos.

Esta estrategia es incomprensible en un gobierno a punto de perder el control del poder legislativo… a menos que lo haga para crear caos y así suspender las elecciones. Hasta el momento la oposición no ha pisado el peine y sigue en su ruta electoral. Hasta el momento, Santos sigue la vía diplomática. Pero la asesoría cubana lleva por la ruta del conflicto. La presencia del Ministro de la Defensa Vladimir Padrino López en Cuba y no en la gira presidencial, es más que capciosa. A Fidel le encantan los juegos de guerra. Peligrosísimo. Provocación interna y externa buscando un conflicto que los atornille en el poder. Guerra avisada…

Aquí entre nos

* La hemorragia de acuerdos que se firman cada vez que el Presidente sale de tour son en su aplastante mayoría letra muerta que jamás llega a cumplirse. Con Vietnam firmó 60 acuerdos de los que sólo se sabe que los vietnamitas van a enseñar a los venezolanos, productores de la admirada y lecherísima raza Carora, a cómo sacar leche de las vacas. También nos enseñarán a cultivar arroz, como si en Portuguesa nunca hubieran visto un granito. Eso sí, el paseo vietnamita estuvo lindo.

* Con los chinos, que no tienen un pelo de tontos, se firmaron 14 acuerdos: para que monten una fábrica de neumáticos (enterados de que el gobierno arruinó a las plantas que aquí habían); para que fabriquen materiales de construcción para la Misión Vivienda en vista de que Guayana ya es incapaz de fabricar nada; para que extraigan oro, porque los chinos sí que saben de ecología. Maduro aseguró que con estos acuerdos superará la guerra económica y que en el año 2019 Venezuela será un modelo de prosperidad.

* Pese a que la moneda de curso legal en Venezuela sigue siendo el bolívar, en los aeropuertos y puertos cobran todos los servicios en dólares y a precios exorbitantes en comparación con otros países. El estacionamiento de aviones privados cuesta 5 dólares la hora en el aeropuerto de Curazao. Aquí en Venezuela cuesta 24 dólares la misma hora. Los gastos para el papeleo administrativo son de 140 dólares en la isla antillana mientras que en cualquier aeropuerto venezolano que de “internacional” sólo tiene el nombre, cobran el triple. En Venezuela cobran el servicio de señalización y parqueo, es decir los hombres que dan las indicaciones en la pista. Y los cobran en dólares, aunque a esos empleados les paguen en bolívares. El “fee” anual por el derecho de sobrevolar el país y poder utilizar los aeropuertos es de 25.000 dólares, los cuales debían ser depositados hasta hace no mucho en el Banco Industrial en Nueva York. A raíz de las investigaciones del departamento de Estado norteamericano, ahora se mudaron de banco y el nuevo destino es Uruguay. ¿Por concepto de qué ingresan esos servicios dolarizados en el erario nacional, si es que ingresan? Y hasta les facturan IVA, lo cual implicaría que el Seniat también está cobrando en dólares.

* Mientras el Presidente y su sequito partían hacia el lejano oriente por la rampa 4, un avión Global Express canadiense salía del terminal privado para llevar a la Fiscal General de la República a Roma, a visitar a su hija. Presuntamente el pago fue de 70.000 dólares sólo por recogerla en Maiquetía y transportarla a Italia.

Hasta el próximo miércoles.

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