La cúpula roja va colocando cada día las cartas sobre la mesa, en sus macabros movimientos tácticos, destinados a lograr su gran objetivo estratégico: perpetuarse en el poder. Hay cartas que presentan abierta y cínicamente, como la del uso de la justicia para eliminar competidores, encarcelar dirigentes políticos y líderes sociales, hay otras que aun guardan con celo, pero que podemos predecir.
Ya hemos apreciado la vulgar utilización del Tribunal Supremo de Justicia avalando un acto absurdo, en lo jurídico y político, con el cual le declaran una inconstitucional inhabilitación administrativa a María Corina Machado, es la violencia institucional. Estamos asistiendo a un recrudecimiento de la violencia física contra quienes damos la cara al país animando, conduciendo y organizando a la sociedad hacia el proceso electoral presidencial de este año 2.024. El 12 de enero pasado sufrí, en Valera, Estado Trujillo, los efectos de una emboscada por grupos violentos enviados para hostigarme y lesionarme, causando daños significativos a mi vehículo. Luego, el pasado jueves 8 de febrero, lanzaron la emboscada directamente contra nuestra candidata presidencial María Corina Machado, en Charallave, Estado Miranda. Por supuesto no hay autoridad alguna que dé la cara y someta a la justicia a sus autores.
Esta semana van a definir, por fin, una propuesta de fecha para concurrir a las urnas electorales, con el fin de elegir al nuevo gobierno de nuestra Venezuela. Desde el pasado lunes 6 de febrero de 2024 Jorge Rodríguez montó su teatro para “consultar” a los diversos sectores sobre dicho proceso, incluyendo la fecha de su realización, cuando todos sabemos que ellos buscarán hacerlo cuando les convenga o les parezca. ¿Alguien puede creer que de verdad hay un espíritu de apertura y consulta, cuando los sectores democráticos opositores son excluidos, sus líderes bloqueados para competir, los partidos políticos intervenidos por sentencias judiciales, los grupos violentos haciendo estragos y la represión en pleno desarrollo? Todo un evento para fingir.
¿Qué otras cartas mostrarán? El tiempo va a ir obligándolo a enseñarlas todas. Pero ya conocemos las cartas marcadas. En todos estos años del socialismo del siglo XXI hemos visto el talante antidemocrático, violento, fraudulento y pendenciero de estos personajes. De ese aprendizaje debemos destacar dos elementos que constituyen el objetivo central de su estrategia: Dividir y Desmoralizar. Dividir el espectro político hasta el máximo posible, para restarle fuerza a la mayoría ciudadana. Buscarse personajes para presentarlos como “dirigentes opositores”, con el fin de confrontarlos con los auténticos luchadores por la restauración de la democracia. En esa dirección han ubicado en todos los partidos, y en otros sectores sociales, a agentes para dividirlos, judicializarlos y colocarlos a su servicio. La otra gran carta, muy conocida ya, es sembrar desesperanza para desmoralizar a la ciudadanía de modo que se entreguen, vayan a la abstención electoral, renuncien a luchar por sus derechos y se subsuman en la anomia; o para que abandonen el país reduciendo significativamente la población, lo cual les permite un mayor control social, político y policial de nuestras comunidades.
Buscan llegar, con la manipulación informativa, la propaganda y la contra propaganda, a generar en el ciudadano común odio a la política y a los políticos. De esa forma crean el mito de “la invencibilidad”. A ese escenario nos quieren conducir. A unas elecciones donde la oposición democrática no acuda, donde se promueva la abstención y la paralización. Ellos entonces, con sus candidatos colaboradores, concurren y retienen el poder con un pírrico 15 % de la sociedad.
La firme determinación de María Corina Machado de concurrir al proceso electoral los ha colocado en una seria encrucijada. No esperaban esa actitud. “No nos sacaran de la ruta electoral…” Ha dicho Efecto Cocuyo) Pensaron que la dama, representante de la sociedad democrática, les iba a facilitar el cumplimiento de su estrategia, anunciando su retiro de la contienda y llamando a la abstención. Les ha sorprendido su coraje, su constancia y su firmeza en defender la ruta electoral.
La elección presidencial de este año será fundamentalmente un plebiscito contra Maduro. La ciudadanía está harta de la camarilla roja y espera, apenas el momento, para expresar con su voto la firme determinación de sacarlos del poder. De modo que todo el tinglado estratégico de Maduro y su entorno, para simular una elección democrática normal, va a terminar en un revocatorio contundente de su mandato.
Será un evento electoral sórdido, una especie de “caimanera electoral” donde concurriremos en total desventaja, porque no van a ser unas elecciones ajustadas a los estándares internacionales. Esto para hacer un símil respecto de nuestra presencia en una cancha de juego. Nosotros tenemos el deber, y lo haremos, de exigir un proceso auténticamente democrático. Mostraremos el abusivo ventajismo, el uso de los bienes y recursos del estado para promover y desarrollar su activismo político.
El gobierno madurista no tiene dinero para pagar salarios dignos a los trabajadores, no tiene para dotar hospitales y escuelas, tampoco para garantizar energía eléctrica, agua, gasolina y comunicaciones a los ciudadanos. Pero para el activismo político, para financiar candidatos de utilería y partidos satélites, sobran los recursos. Además, apelarán a la violencia para impedir nuestro despliegue en la calle, haciendo la campaña electoral. Aún en medio de esas circunstancias nosotros, los demócratas comprometidos con el cambio, debemos perseverar en la ruta electoral y llevar al conteo al candidato a perpetuarse en el poder. No le podemos dejar “la cancha de juego” sola a Maduro. Así nos monten “una caimanera” debemos estar allí, para ganarles en su terreno, con sus reglas, con sus árbitros, con su violencia y con sus trampas. Todo esto bajo con la candidatura y el firme y claro liderazgo de María Corina Machado.