Cada semana que pasa se evidencia aún más la desconexión del gobierno con las necesidades de los venezolanos.
La prioridades del gobierno nacional no se parecen en nada a las de nuestro pueblo. Mientras los venezolanos amanecen a las puertas de los comercios esperando a que abran -en cola- para adquirir esos productos básicos que se han convertido en el tesoro más envidiado, los enchufados del gobierno deciden gastar los recursos de los venezolanos en otros países, o en la compra de un armamento bélico que nuestra Venezuela no necesita.
Esta semana nos enteramos de que se aprobaron 480 millones de dólares para el mantenimiento de los aviones Sukhoi, con ese dinero podrían construirse, por ejemplo, más de 200 nuevas escuelas y dotarlas a todas. ¿Cómo es posible que haya dinero para “potenciar” los aviones Sukhoi pero no hay dinero para recuperar o construir nuevas escuelas, para incrementar el presupuesto de las universidades, para recuperar y poner a andar los hospitales, para surtirnos de medicamentos en los establecimientos farmacéuticos, para poner a producir el campo y acabar con la escasez, para que no falten repuestos y tengamos un transporte público en condiciones?
La lista de todas las cosas que deben hacerse en nuestra Venezuela para garantizarle a los venezolanos una vida digna, es larga… Sin embargo, el gobierno nacional gasta los recursos en otras cosas que no están en la lista de prioridades de nuestro pueblo.
Yo los invito a realizar este ejercicio: agarre una hoja en blanco y vaya anotando todas esas cosas que antes tenía y ahora no tiene o le cuesta tener, las cosas que antes funcionaban y ahora funcionan a medias o no funcionan, las cosas que quizás aún no tenía o no funcionaban muy bien pero que a estas alturas ya debería tener, sobre todo después de la bonanza petrolera que ha ingresado a nuestra Venezuela.
Haga una lista como la que empecé a enumerar hace un momento y sume cuántas cosas hemos perdido o estamos perdiendo, cosas como conseguir los alimentos que buscamos y sin hacer cola, conseguir todos los productos de higiene y sin hacer cola, conseguir los productos de limpieza del hogar y sin hacer cola, tener todos los servicios públicos y sin cortes de luz o de agua -ni programados ni sorpresivos-, contar con un transporte público que funcione en el horario que debe funcionar… Haga la lista y enumérela, todo lo que anote en esa lista son razones para cambiar.
Porque, tristemente, el periodista Jon Lee Anderson tiene toda la razón cuando dice que “nunca había visto a un país, sin guerra, tan destruido como Venezuela”, y es injusto que el gobierno haya llevado a nuestra Venezuela a estar viviendo la peor crisis que jamás hayamos vivido. Esta semana presentaron la Ley de Presupuesto 2016, por 1,5 billones de bolívares, que equivale a 7,74 millardos de dólares -al tipo de cambio del Simadi-, que promedia 200 bolívares por dólar. Eso significa una caída de 47,8% en la asignación de recursos totales para nuestra Venezuela con respecto al año anterior.
Así de grave es la situación que atraviesa el país. El BCV oculta las cifras, pero como dicen no hay nada oculto entre cielo y tierra, y los cálculos estiman que este año la inflación cierre por encima del 200%, lo que quiere decir que los aumentos del salario mínimo que han hecho no sirven para nada, porque ni si quiera se acercan a la cifra con la que cerrará la inflación. Al mes de septiembre, los precios han tenido un aumento del 133% en un año (septiembre 2014 a septiembre 2015). Y la escasez en Venezuela es ocho veces mayor a la que se acostumbra en cualquier país.
Por mucho que intenten ocultar las cifras, lo que no pueden tapar son las vivencias de la gente en la calle. Me lo decía Jesús en Petare el lunes, un muchacho de tan solo 19 años que trabajaba en un taller mecánico y se quedó sin empleo porque no tienen repuestos con los cuales trabajar. Claro, ya 207 talleres mecánicos han cerrado sus puertas debido a la situación que se está viviendo con los repuestos.
No es diferente la situación de las mujeres que se dedican a la repostería. El miércoles conversaba con Jessica en Guarenas y me dijo que la situación en su familia se estaba poniendo chiquita, porque ella saca a sus dos hijos pa´lante con su trabajo y ya no halla donde meterse para conseguir los ingredientes que le permiten hacer unas tortas fabulosas que nos dio a probar.
Un caso similar es el de Nereida en Marizapa, pero ella, siempre con buena actitud, me dijo: “Capriles, pero yo no me deprimo, este tropiezo que se llama Maduro me ha enseñado que hay que esforzarse más cuando las cosas van mal, para salir pa´lante, así que yo ahora me voy a esforzar como nunca para que todos mis vecinos salgan a votar, porque de esto tenemos que salir”.
El dúo Nicolás-Cabello sabe que nuestro pueblo quiere un cambio de rumbo y ellos no están invitados, por eso, el nerviosismo y el desespero que los lleva a quitarse el disfraz de demócratas, con el que por un tiempo se pasearon por el mundo, y saltan a la amenaza sin tapujos. Lo que le queda a este gobierno es apostar a la guerra sucia para mantenerse en el poder.
Pero como bien dice Nereida, ahora es cuando tenemos que luchar y esforzarnos para salir de la crisis donde nos metió el gobierno. Si nos unimos somos más fuertes y sobran razones para que los venezolanos nos unamos como un gran movimiento en defensa de nuestros derechos, nuestro derecho a la alimentación, a una salud garantizada, a una educación de calidad, a un empleo digno, a una vivienda en condiciones… Porque todos los venezolanos tenemos derecho a comer bien, vivir bien y dormir tranquilos.
Por eso, el próximo 6 de diciembre, todos los venezolanos, como una sola voz, debemos expresar de manera contundente y traducir en votos ese sentimiento de cambio que se palpa en cada comunidad a la que vamos. Venezuela quiere cambio y vamos a lograrlo con votos. ¡Dios bendiga a nuestra Venezuela!