Si alguien tenía una pizca de duda sobre la incapacidad del gobierno para resolver el desastre económico que ellos mismos crearon, estará ya convencido de que el dúo Nicolás-Cabello, que desgraciadamente dispone del país como si fuese su propiedad, está empeñado en demoler lo poquísimo que sobrevive, a duras penas, en el maltrecho aparato productivo nacional.
Las “medidas” económicas dadas a conocer esta última semana, en momentos en los que nuestra Venezuela vive la peor crisis de producción de su historia, castigan severamente a las empresas nacionales y suponen una cruel burla a los venezolanos que claman por acciones, inmediatas y efectivas, que reviertan su empobrecimiento, que restituyan su poder adquisitivo, que generen empleo, que eviten la escasez y el desabastecimiento, en fin, que detengan la caída del país por el despeñadero de la hiperinflación, la miseria y el caos social.
Las acciones de Nicolás van por el camino de acentuar las causas que nos han llevado a la crisis económica que vivimos los venezolanos actualmente. Una crisis que no se justifica, cuando nuestro país viene de tener la mayor bonanza petrolera que ha vivido, de recibir chorros y chorros de dólares, más de 800 mil millones en los últimos años, que fueron mal administrados por un gobierno depredador y saqueados por la corrupción.
Este gobierno evade tomar las medidas que el país necesita y se afinca en profundizar el estatismo y la política de controles que fundamentan su nefasto modelo económico, el principal causante de la destrucción del aparato productivo de nuestro país. Yo me pregunto: ¿qué más precios va a regular el gobierno sino hay producción nacional?
No es necesario ser un analista económico para entender que el gobierno nacional es incapaz de superar la crisis económica que nos ha colocado como el país con la mayor inflación del mundo -con 142% hasta septiembre-, con niveles de escasez hasta ocho veces superior a los parámetros internacionales y con 16 millones de venezolanos -más de la mitad del país- en la pobreza.
Pero los voceros del gobierno nacional, que viven en un mundo paralelo al que viven nuestros trabajadores, se multiplican en elogios sobre la supuesta política de protección del salario con el último aumento, el noveno que se decreta en los últimos dos años. Aún sumando todos los aumentos de salario que ha decretado el gobierno, no alcanzan al 142% de inflación acumulada. Los pocos bolívares adicionales que vendrán con la quincena ya fueron devorados por la inflación.
Esto ocurre porque el gobierno utiliza el aumento salarial como una medida electoral desesperada y no se preocupa por tomar otra serie de acciones que deben ir acompañando dicha medida. Por ejemplo, debe sincerarse el tema cambiario, tenemos tres tipos de cambio y los venezolanos no conocemos quiénes reciben cada tipo de cambio, lo que si sabemos es que esos dólares a precio de Bs 6,30 terminan en un mercado paralelo vendiéndose muy por encima de su valor, engordando los bolsillos de unos pocos. Un vil acto de corrupción avalado por este gobierno, mientras los venezolanos pasan penurias para conseguir los alimentos, medicinas y productos básicos.
Debe activarse la justicia venezolana para que esos dólares que se pierden y luego nadie investiga, aparezcan y regresen a las arcas del país, para de esta manera poder establecer un plan de inversión, junto a las empresas nacionales, para reactivar la producción e incentivar la economía, y que así se generen miles de empleos de calidad y podamos destacar lo Hecho en Venezuela. No existe desarrollo económico en un país si lo público no trabaja de la mano con lo privado, y eso podemos verlo en todas las naciones que hoy día se distinguen por su desarrollo económico y la calidad de vida de su gente.
Es necesario desmontar el aparataje estatizante y controlador para echar a andar un modelo que brinde confianza y seguridad jurídica, que incentive la producción nacional y que atraiga las inversiones para se multipliquen los emprendimientos. Hoy, cada vez que Nicolás Maduro abre la boca las inversiones salen corriendo, se desploma el valor de los bonos de la República y aumenta el riesgo país en los mercados internacionales. La base de todo es la confianza y no hay confianza en el gobierno venezolano.
Llegamos a esta crisis porque los recursos de nuestro país se los gastaron y esta situación no se cambia tapando las cifras ni censurando a los medios.
El país clama por un modelo económico que realmente tenga como prioridad el bienestar de todos los venezolanos, con programas sociales capaces de satisfacer las demandas de vivienda, salud y educación, que atienda las necesidades de los productores del campo, que privilegie lo Hecho en Venezuela y no los negocios importadores que favorecen la producción de otras naciones. Cuando ello suceda, cuando nuestra Venezuela asuma que producir lo nuestro es un objetivo nacional, comenzaremos a superar las dificultades y a ganarle la batalla a la pobreza, ese es nuestro gran reto como país.
El gobierno es una terrible circunstancia de la cual tenemos que salir, y vamos a salir con nuestros votos. El plan no puede ser quedarse sin hacer nada, ese es el plan del gobierno. Los venezolanos tenemos en nuestras manos la llave para cambiar. El próximo 6 de diciembre, cuando esté frente a la máquina de votación, piense en sus hijos, en sus nietos, en el futuro al que tienen derecho. Porque con su voto, el año que viene tendremos una nueva Asamblea Nacional para convertir todas estas propuestas que hacemos en exigencias al gobierno, y si el gobierno no quiere cambiar, los venezolanos cambiaremos de gobierno, siempre por las vías que nos da la Constitución.
El cambio nos convoca a todos, sin prejuicios. Unámonos y seremos invencibles. ¡Dios bendiga a nuestra Venezuela!