“El pueblo me abuchea, pero yo me aplaudo en mi casa mientras contemplo el dinero en mi arca”
Horacio, Sátiras
En Chile llaman “El Monstruo” al público que asiste al Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar por su capacidad de presionar y defenestrar a cantantes y humoristas con sus chiflas y abucheos.
En ocasiones las pitas son tan fuertes y prolongadas que los artistas, humillados, se ven obligados a salir del escenario. La esposa de Diosdado Cabello, Marlenys Contreras, y la gobernadora del Estado Falcón, Stella Lugo, deben haber visto la cara de “El Monstruo” en el rostro de los bañistas de Cayo Sal, en el Parque Nacional Morrocoy, cuando el pasado viernes sus gritos y reclamos las obligaron a abandonar el lugar.
El abucheo es una poderosa arma política. Es un indicador fundamental del grado de soporte popular de un mandatario. La caída del dictador rumano Nicolae Ceausescu se precipitó tras el abucheo de los manifestantes durante su discurso del 21 de diciembre de 1989 desde el balcón del Partido Comunista Rumano.
El repudio de las masas es un asunto delicado. Por ello, la mayor parte de las veces, los políticos y gobernantes prefieren disimular y restarle importancia a las chiflas y pitas. Hacer como si nada hubiera sucedido, reaccionar lo menos posible, guardar el mayor silencio, para que el evento que hace evidente la repulsa del pueblo no alcance los medios de comunicación y sea poco difundido.
La peor reacción es pretender doblegar con órdenes o por la fuerza el ánimo de la gente. La detención e imputación de cinco bañistas por abuchear a la esposa de Diosdado Cabello es un error político que muestra el estado de crispación del gobierno ante el rechazo popular. La criminalización de la protesta es una mueca de fuerza que ya no conduce a ningún lado.
Cuando la gente vive permanentemente en el filo de la navaja termina por perder el miedo. El susto está ahora del lado del gobierno. Y lo que más teme la revolución es la repercusión del abucheo, la chismografía entre la soldadesca, los comentarios de los sargentos y la tropa de la Guardia Nacional Bolivariana y lo que del rumor entre los de abajo llegue a los superiores.
Gritarle “fuera” a Marlenys Contreras es decirle “fuera” a Diosdado Cabello pero es sobre todo aclararle al mando militar que ya no hay pueblo que soporte el saqueo de la nación que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ha hasta ahora respaldado.