Una nueva encuesta latinoamericana que será publicada el 15 de octubre debería hacer sonar las alarmas en la región: muestra que el apoyo a la democracia está en sus niveles más bajos desde que se inició esta medición hace 15 años.
La encuesta Barómetro de las Américas muestra que solo el 57.7 por ciento de los latinoamericanos apoya la democracia, en comparación con el 67.6 por ciento en 2004, según una versión preliminar de la encuesta realizada por el Proyecto de Opinión Pública Latinoamericana (LAPOP) de la Universidad de Vanderbilt.
Los países que muestran más apoyo a la democracia son Uruguay, Costa Rica y Argentina, seguidos de Chile y México.
En el otro extremo de la lista, uno de los países donde existe el menor apoyo a las instituciones democráticas es Perú, que atraviesa su peor crisis política en tres décadas. La encuesta se realizó en 20 países, con más de 31,000 entrevistas, entre finales de 2018 y principios de 2019.
El 30 de septiembre, el presidente de Perú, Martín Vizcarra, y el Congreso controlado por la oposición se declararon mutuamente destituidos, dejando al país por unas horas con dos presidentes: Vizcarra y su vicepresidenta Mercedes Araoz.
La crisis se resolvió temporalmente —se pateó para adelante— cuando Araoz renunció después de que el ejército se pusiera del lado de Vizcarra. Ahora, se espera que Perú celebre elecciones legislativas en enero, para elegir un nuevo Congreso que duraría hasta nuevas elecciones legislativas y presidenciales previstas para 2021.
Según la encuesta de LAPOP, solo el 41.8 por ciento de los peruanos confía en las instituciones democráticas, y solo el 28 por ciento dice estar satisfecho con la democracia. Además, casi el 59 por ciento de los peruanos dijeron que apoyarían un golpe de Estado inconstitucional contra el Congreso.
Refiriéndose a la crisis constitucional de Perú, la profesora de ciencias políticas de la Universidad de Vanderbilt y directora de la encuesta de LAPOP, Elizabeth J. Zechmeister, me dijo que “los datos de la encuesta bien podrían explicar por qué es probable que Vizcarra logre capear esta tormenta política”. Agregó que “el apoyo público al Congreso era muy bajo”.
Paradójicamente, Perú ha sido una de las mayores historias de éxito económico de América Latina en las últimas décadas. El país ha crecido y reducido la pobreza de manera constante más que la mayoría de los países latinoamericanos. Y, a pesar de una reciente desaceleración a un crecimiento del 4 por ciento el año pasado, sigue creciendo más que el promedio de la región.
Pero el sistema político peruano se ha visto sacudido por el escándalo de corrupción de Odebrecht como ningún otro país.
Las investigaciones sobre los cientos de millones de dólares en sobornos pagados por la empresa constructora brasileña han resultado en cargos de corrupción contra los ex presidentes peruanos Ollanta Humala, Alejandro Toledo y Pedro Pablo Kuczinski, así como contra la lideresa opositora Keiko Fujimori.
Los cargos relacionados con el escándalo de Odebrecht también llevaron al reciente suicidio del ex presidente Alan García. Ahora, prácticamente todos los ex presidentes vivos de Perú están en la cárcel o haciendo frente a cargos de corrupción.
Durante una visita reciente a Perú, me encontré con sentimientos encontrados sobre este récord de ex presidentes encarcelados.
Por un lado, puede verse como un triunfo de la justicia en una región donde la mayoría de los ex presidentes disfrutan de una impunidad vitalicia. Por otro lado, algunos de los ex presidentes han sido encarcelados sin sentencia, bajo reglas que permiten a los jueces encarcelar a sospechosos antes de ser declarados culpables, para evitar que huyan del país.
Es difícil saber si los jueces peruanos han hecho lo correcto, o si han sobreactuado, creando sin quererlo un peligroso clima de desconfianza hacia todos los políticos, y hacia la democracia misma.
Pero lo preocupante de la crisis constitucional de Perú, y del hecho de que solo el 28 por ciento de los peruanos estén satisfechos con la democracia, es que se trata de indicios de que el país podría ser terreno fértil para que un candidato populista autoritario gane en las próximas elecciones. En menor medida, la nueva encuesta regional sugiere que lo mismo podría ocurrir en varios otros países latinoamericanos.