Nada justifica dejar de votar por el cambio que la inmensa mayoría quiere para Venezuela.
Cada día que pasa, hay una razón más para no perder la calma, ni caer en desesperanza y frustración. Muy por el contrario, los venezolanos estamos aprendiendo a convertirnos en magos de la supervivencia y además en los reyes de la resistencia pacífica y democrática. No nos hemos dejado tentar por los llamados a la violencia –que con ánimos de aplastar militarmente- se han realizado en forma de provocación por parte del gobierno de manera sistemática en sus distintas modalidades: inseguridad, peleas con los vecinos internacionales, el ´imperio norteamericano¨, España, la ¨derecha maltrecha¨, los apátridas, entre otras tantas.
La perspicacia del venezolano común, el ciudadano de a pie, se hace más sabia y coherente en términos de saber esperar el momento preciso para actuar conforme al dictado de la consciencia, pero plenamente apegados a la constitucionalidad. Todas las encuestas advierten el grado de angustia del venezolano por los graves problemas socio-económicos que padecemos, pero también señalan su indeclinable voluntad de resolver los conflictos sociales de manera civilizada.
Nadie en nuestro país, excepción hecha de quienes se sienten derrotados desde ya, está dispuesto a una confrontación que a nadie beneficia; ni entre venezolanos, ni guerra económica (sólo en la mente febril del gobierno); ni contra Guyana, o Colombia. Los venezolanos queremos que nos dejen vivir en paz, para con nuestro esfuerzo creador, y un ambiente social, económico y legal propicio, emprender la hermosa aventura de contribuir con el desarrollo de nuestro país, la familia, y nuestras propias vidas.
Es grato saber cuándo uno conversa con sus semejantes en las calles, el trabajo, la universidad, y la ciudad en general, que hay esperanza por la posibilidad cierta de recuperar el país para todos, libre de odios ni venganzas. Con fe de que se puede avanzar hacia la consecución de la tranquilidad sobre la base de la paz y la justicia.
Esas, entre otras razones, son las que animan y renuevan la idea de que vale la pena seguir trabajando en el esfuerzo por conquistar espacios para la convivencia y la posterior reconciliación.
Nadie debe tener miedo; esta tierra se ha caracterizado por su generosidad y también por el amor fraternal con el que nos hemos relacionado tradicionalmente, y que por circunstancias coyunturales se trocaron en odio y resentimiento de algún acomplejado. Ya no más. Ahora, debemos dedicar nuestro empeño en la recuperación del tejido social y afectivo que nos ayude a reconstruir nuestro potencial como nación generosa, solidaria, y reencontrarnos con el trabajo, pues el país nos necesita a todos produciendo en esta hora menguada.
La elección del 6-D es la ocasión propicia para construir un futuro sustentable para todos los venezolanos, y garantizar el regreso de quienes se fueron tras la esperanza de un ambiente mejor para sus familias. Venezuela es de todos los que aquí nacimos y de quienes decidieron venir a vivir pacíficamente entre nosotros y a acompañarnos en la tarea del desarrollo en democracia. No hay espacio para la tristeza, ni la desesperanza.
Ahora es cuando hay camino para quienes creemos en esta tierra y su gente: trabajadores, empresarios, artistas, intelectuales, profesionales, estudiantes, políticos, amas de casa, viejos, jóvenes, todos somos necesarios y útiles en la recuperación de una sociedad promisoria; dueña de lo mejor en calidad humana, geografía, historia, talento, formación y espíritu libertario.
¡Ya basta!
Salgamos todos a votar el 6-D.
Alexander Pertuz/Concejal del municipio Zamota/Guatire-Araira