A un paso de ser San Gregorio Hernández

La beatificación de “el médico de los pobres”, fue aprobada el pasado martes 16 de Junio, en plenaria de cardenales celebrada en Roma, y con la venia del Papa Francisco, se convierte en el primer beato venezolano, que desde hace años, era seguido con fe y fervor por una legión de seguidores, que  por cuenta propia lo tenían en los altares y lo incluían en sus oraciones

El Siervo de Dios, Dr. Jose Gregorio Hernández Cisneros, fue declarado beato. La plenaria  de cardenales, celebrada en Roma el pasado martes  16 de junio, y la aprobación de su Santidad, el Papa Francisco, se conoció, con fe y alegría, esté viernes.

Esta semana se dio el ultimo pasó para la beatificación del médico de los pobres,  como es conocido, y es el final de una larga y prolongada jornada de trámites, durante la cual representantes de la iglesia católica, la sociedad y los diferentes gobiernos, colocaron todo su empeño para demostrar las razones por las cuales, este venezolano, nacido en 1864, en Isnotú, estado Trujillo, debería formar parte del santoral.

En 1986, el papa Juan Pablo II declaró a Jose Gregorio Hernández en condición de venerable y en marzo del 2017, una junta de expertos, designada por El Vaticano, concretamente la comisión de  médicos de la Congregación de la Causa de los Santos, reconoció el milagro ocurrido en la persona de la niña Yaxuri Solórzano,  de diez años de edad, que fue ingresada al hospital “Pablo Acosta Ortiz”, en el  estado Guárico, con una herida de arma de fuego en la cabeza. Delincuentes le dispararon para robar la motocicleta a su padre, y el pronóstico facultativo era demoledor. La niña sufrió perdida de tejido cefálico y los médicos consideraban que existían escasas posibilidades de vida, y si lograba sobrevivir a la delicada intervención quirúrgica a que sería sometida, quedaría con graves secuelas de habla, memoria y visión, así como una permanente discapacidad motora.

La madre de la niña, devota del Dr. Jose Gregorio Hernández, en medio  de su desesperación por el delicado estado de su hija, y el terrible pronóstico facultativo, se aferró con fe y devoción al santo médico, implorando por la salvación de la pequeña.  La mujer comenta que en un momento dado escuchó que le decían “No te preocupes, que tu hija va a salir bien”.  A partir de ese momento comenzó a sentir una gran tranquilidad y una inmensa paz interna, que alejó sus dudas y temores.

La niña fue operada después de cincuenta horas de espera, pues existía el temor que no soportara la intervención, pero contrariamente a lo que se temía, su recuperación fue prodigiosa y 20 días después, fue dada de alta, recuperada de sus lesiones y completamente sana. Este caso debidamente documentado y presentado en Roma, para su estudio,  se convirtió en clave para la aprobación clerical.

Muerte por arrollamiento

José Gregorio Hernández, en su condición de médico y científico, por sus acciones y entregas a favor de los semejantes, ganó fama de persona solidaria, bondadosa y caritativa, que no escatimaba esfuerzos a la hora de acudir en ayuda de cualquiera que necesitara de sus servicios.  Acudía a todo lugar sin importar estrato social, condiciones climáticas ni distancia. Siempre llegaba a pie, en procura  de curar los padecimientos y llevar alivio para el dolor. Hasta se hacía cargo del tratamiento para aquellos pacientes de escasos recursos económicos.

Estas condiciones especiales y su reconocida humildad, así como  su profunda  creencia religiosa, fueron fundamentales para que, desde años antes de ser  beatificado por la iglesia católica, fuera considerado santo y muchas personas, por cuenta propia, lo colocaron en sus altares, donde le profesaban su fe.

Jose Gregorio muere de manera trágica, el domingo 29 de junio de 1919, en horas del mediodía, cuando salía de la farmacia ubicada cerca de la esquina de Amadores, en La Pastora, Caracas, con las medicinas para un paciente muy pobre. El paso del tranvía, no le permitió ver un vehículo que venía detrás y que lo arrolló, causando su muerte por fractura del cráneo. Su ultimas palabras fueron: “Virgen Santísima”. El carro era conducido por un merideño de nombre Mariano Paredes, amigo y paciente del doctor, quien  según dijo, tenía una gran deuda de gratitud con el humanitario galeno.  En el mismo carro fue el trasladó a la victima hasta un hospital donde no había galeno que lo atendiera. Ante tal situacion acudieron en busca del Dr. Razzeti, que presuroso se trasladó al nosocomio para atender a su amigo, pero al llegar, el capellán le informó sobre el fallecimiento. Se determinó que la muerte de Jose Gregorio Hernández, no fue provocada por el carro al golpearlo, sino que en la caída su cabeza impactó contra el filo de la acera, provocando doble fractura de cráneo.

En el año 1918, la situacion que se estaba presentando a nivel global y por supuesto en Venezuela, era muy parecida a la que estamos viviendo hoy a causa de la pandemia del COVID-19. Según los historiados en octubre de ese año, llega a Venezuela la pandemia de gripe española que había causado la muerte de más de cuarenta millones de personas en el mundo y aproximadamente treinta mil en el país, de las cuales mil quinientas fueron reportadas en Caracas.

El Dr. Jose Gregorio, recién había regresado al país luego de actualizar sus estudios de Embriología e Histología, en Nueva York y Madrid, y de inmediato es incorporado al equipo sanitario que debía trabajar durante la emergencia. Se conforman juntas de socorro y se instalan seis hospitales de aislamiento. El ilustre médico, es uno de los más activos luchadores contra la pandemia, junto a su amigo y colega Luis Razzeti. Ocurrió en esa época, algo parecido a lo que ocurre hoy, que obliga a la Academia Nacional de Medicina, fijar posición ante la proliferación de noticias falsas y remedios inútiles. Se ven en la necesidad de hacer una declaración oficial explicando en qué consistía la enfermedad y cuáles eran los tratamientos más convenientes.
Los doctores José Gregorio Hernández y Luis Razzeti, declaran públicamente  que la gente no estaba muriendo  a causa de la gripe española propiamente dicha, sino que existían otros factores, tales como la pobreza y miseria en que vivía la mayoría de los venezolanos, mal alimentados y con pésimas condiciones de higiene, enfermos crónicos de paludismo y tuberculosis, entre otras enfermedades. En diciembre del mismo año la gripe, luego de causar estragos en la población venezolana, desaparece.

La aprobación para beatificar y  llevar a los altares del Siervo de Dios, ocurre doce días antes, de cumplirse los 101 años de su muerte, aniversario que todos los años son recordados con actos religiosos que en diversos sectores de la geografía venezolana sirven para renovar la fe en el santo médico.

Sin duda se trata de un gran acontecimiento que es recibido con gran entusiasmo y beneplácito por la población venezolana que mayoritariamente profesa y la religión católica.

El Siervo de Dios se encamina , de manera oficial, a los altares para ser adorado con fe y devoción por su pueblo y esto ocurre en un momento crítico y neurálgico a causa de la pandemia del COVID-19.

En la actualidad continúan los esfuerzos de representantes de nuestro país ante la santa sede,  para lograr la exaltación a los altares de tres religiosas venezolanas que se encuentran en situacion de beatas: María de San José, Candelaria de San José y la Madre Carmen Rendiles.