El padre José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello, cifra las esperanzas en que en el Congreso Venezuela Libre, que se instala mañana en el Aula Magna de la UCV, se generé una agenda de acciones que impulse el cambio político en el país.
Ascención Reyes/El Nacional
El sacerdote jesuita considera que este proceso puede ser la oportunidad que haga emerger ese nuevo líder político. A los actuales les advierte que aprenden y evolucionan o morirán.
—¿Cuál es la importancia del congreso?
—Hay elementos que están a la vista. Uno, es la unidad superior en la sociedad venezolana y la de los actores que promueven el cambio democrático. Me atrevo a decir que será el acuerdo número uno, y no se trata de una mera unidad de táctica o coyuntural o centrada en acuerdos para elementos de procedimiento político. Es en torno a la necesidad de trabajar juntos, de entendernos y de que todo mundo se articule. La conciencia clara de que solos no vamos para ninguna parte y peleados entre nosotros tampoco. Que el gran objetivo es el cambio.
—El segundo, es urgente salir de esta tragedia nacional. Como lo dijo el poeta Rafael Cadenas: “Hablar de crisis en Venezuela es hablar de un eufemismo, porque la palabra crisis se quedó corta”. Lo que vive el país es un verdadero drama humano. Y, tercero, salir de ese drama humano en el contexto de la lucha democrática. Reivindicar los derechos ciudadanos a través de la participación activa y la movilización. Todo este cambio es para enrumbarnos al país que quiere la sociedad. Uno productivo que genere riqueza con el trabajo. Un país donde Estado y empresas convivan y reúnen esfuerzos para satisfacer las necesidades de la gente. Uno que debe enfrentar un drama urgente que es la emergencia social. Tiene que abocarse a un plan que permita cubrir las necesidades inmediatas.
—-Varias encuestas indican que no existe liderazgo y la gente no cree en los partidos. ¿Cómo superar ese vacío?
—Es un tema real y perfectamente registrado en las encuestas y, además, muy visible en los hechos cotidianos. Tanto los que de oficio se dedican a la política como los que tengan aspiraciones a convertirse o a seguir fortaleciendo su liderazgo político deben cambiarse el chip. Hoy, el líder tiene que construir un perfil bastante distinto a lo que fue en el pasado, cuando teníamos una democracia con muchas restricciones y poca competitividad, pero contábamos con un sistema en el que se podía acceder a los cargos públicos con elecciones relativamente aceptables.
—El liderazgo se preparaba para alcanzar y ocupar espacios dentro de la vida política institucional mediante el mecanismo electoral. Pero ese mecanismo nos lo robaron, entonces el gran tema es que ahora construir una fuerza política para el cambio modifica la forma de lucha y de seleccionar el liderazgo. El líder ahora debe estar más vinculado con los problemas de la población, tiene que crear la fuerza social, encontrar herramientas mediante la protesta, la presencia en la calle, la denuncia pública que lo vinculen con la vida de la gente. Ese tipo de liderazgo todavía no existe realmente o existe con mucha debilidad. Pero eso no quiere decir que no lo podamos tener. Lo interesante de este proceso es que los partidos están comenzando a escuchar a los ciudadanos y estos le están exigiendo otro tipo de comportamiento.
—Este contexto obliga al líder a vincularse con la realidad de las personas y articularse con ellas. Este proceso puede ser la oportunidad para el fortalecimiento de formas alternativas del ejercicio de liderazgo. Hoy toca hacerlo desde la resistencia, desde la represión, desde la ausencia de la vocería pública en los medios. Toca ser un líder con muy pocas posibilidades y la gente lo va a respaldar si siente que a través de él logra expresar sus intereses y avanzar en esta línea dura del cambio.
—¿Los partidos están aprendiendo? ¿Cómo se explica que la bancada de la Unidad se ha fragmentado en la Asamblea Nacional?
—Les cuesta bastante aprender. O aprenden y evolucionan o morirán sino se ajustan a los cambios del ambiente. Aquí hay una oportunidad importante. El contexto está exigiendo un tipo de liderazgo y una actuación distinta entre ellos. El liderazgo como tal necesita en este momento encontrar maneras de articulación. Ningún proceso de cambio o transición política es posible sin liderazgo político claro y unido en torno a una dirección y objetivos comunes. Creo que en el liderazgo existe de todo: resistencia al cambio, dificultades de ajustarse a esos cambios; pero también observo en conversaciones con la gente que este problema se tiene en perspectiva y algunos avanzan en esa dirección.
—El país está próximo a unas elecciones. ¿El Frente Amplio persistirá en la abstención?
—El Frente Amplio no es abstencionista per se. Abstenerse o no dependerá de las circunstancias políticas, de un análisis del contexto y de lo que en ese momento se evalúe. Todos los que actuamos en el Frente Amplio somos demócratas por convicción y si hay alguna institución fundamental de la democracia son las elecciones. No se puede prescindir de eso. Hay un tema fundamental, la participación ha sido prácticamente clausurada por el Consejo Nacional Electoral. Todo el que quiere cambio en Venezuela ve en las elecciones una pantomima por la manera como se desarrollan, por los controles muy limitados, el ventajismo del gobierno y el tema de la competitividad.
—Tenemos partidos fuera de juego, líderes presos y exiliados o con limitaciones tremendas para la participación en los medios públicos y, además, una realidad en la que se teme que la participación pueda ser usada para avalar ilegalmente procesos políticos no deseados. En el caso del 20 de mayo había una razón casi superior: esas elecciones fueron convocadas por la constituyente y eso no es constitucional como ya se denunció. Consideramos en ese momento que una forma de protestar la decisión del Ejecutivo era no acudir a votar y nos alegro mucho ver que coincidimos con el sentir de la mayoría.
—La Asamblea Nacional a los pocos días las declaró no legítimas. Fueron las elecciones presidenciales menos votadas en el país desde 1958. Lamentablemente, las municipales tienen un problema fundamental: se siguen haciendo con el mismo CNE, las mismas condiciones y están muy afectadas por la desconfianza. En este sentido, no hemos tomado una posición como Frente Amplio al respecto. Diríamos que siguen siendo unas elecciones convocadas en un gran marco de desconfianza y que son una oportunidad muy limitada para la participación.
—La Iglesia ha dicho que está dispuesta para ir a un diálogo. ¿Cómo ve el Frente Amplio una negociación entre gobierno y oposición?
—En política no te puedes negar a la posibilidad de un acuerdo o negociación política. En este momento no existen condiciones para llegar a establecer una mesa de diálogo para un posible entendimiento porque tenemos la misma situación de hace un par de años: Violación de la Constitución, que ha llevado consigo al establecimiento de una constituyente ilegítima, el no reconocimiento de la Asamblea Nacional, los presos políticos y condiciones de violencia y represión que cada vez cierran los espacios a la participación. Para que se pueda generar un diálogo deben darse condiciones adecuadas. La Iglesia siempre ha dicho que está dispuesta a una discusión, a favorecer un encuentro, pero no está dispuesta a desempeñar el mismo papel de años atrás, cuando no había ninguna disposición del gobierno para el diálogo.
—Voceros del Frente Amplio señalan el 10 de enero como un hito para el fin del gobierno.
—No creo en ninguna fecha fin de mundo y pienso que sería terrible crear falsas expectativas al respecto. El 10 de enero lo que tendremos es a un presidente metido en un serio problema de legitimidad. Se va a juramentar sobre la base de unas elecciones no reconocidas por una muy buena parte de la comunidad nacional, internacional y del Parlamento. Tenemos un presidente que ha perdido su legitimidad de ejercicio y ese día perderá su legitimidad de origen. Nicolás Maduro tiene un problema muy severo de justificación de su permanencia en el cargo. ¿Qué es lo que va a ocurrir el 10 de enero? Que la sociedad va a estar mejor preparada para exigir sus derechos y no reconocer esa ilegitimidad. Y propiciar el cambio de esa situación.
Recuadro: Un horizonte consensuado
Mañana lunes en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela se llevará a cabo el Congreso Venezuela Libre. De allí, sindicatos, empresas, ONG, ciudadanos comprometidos con el ejercicio de diversos liderazgos, gremios, vecinos y estudiantes elaborarán una agenda de acción. Hay entre 1.700 y 1800 propuestas.
El padre José Virtuoso afirmó que se cierra la etapa de los congresos y se inicia un proceso de cambio coordinado y articulado por varios actores en conjunto. “Se abre un horizonte común consensuado. Hacia dónde debemos marchar. En ese sentido, hay una necesidad fundamental de continuar. El trabajo de ninguna manera se agota el 26 de noviembre, por el contrario seguirá la ruta emprendida”.
“Creo que en el liderazgo político existe de todo: resistencia al cambio, dificultades de ajustarse a esos cambios; pero también observo, en conversaciones con la gente, que este problema se tiene en perspectiva y algunos avanzan en esa dirección”