Víctor Maldonado: Estamos intoxicados del populismo socialista y hasta nos oponemos a aumentos de tarifas

El director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas, Víctor Maldonado, sugirió a los venezolanos que para enfrentar la crisis – que este año “se siente como si hubiesen pasado dos mil años” – se olviden de Miami y se “mantengan” en Guatemala.

Enrique Meléndez/Noticiero Digital

“Olvídense de los estándares”, dijo el también politólogo en un foro organizado por Econométrica. “Nosotros tenemos que asumir la crisis como que tenemos que sobrellevarla, y aceptar que este es un mundo lleno de adversidades; pues ese es el estado de ánimo que nos permite a nosotros preguntarnos de verdad si este país tiene futuro, y cuál es el talante empresarial que pueda participar en el cambio que todos deseamos”.

Maldonado agregó que le preocupa el hecho de que en este país “no hay nada nuevo”; que tenemos unos tres o cuatro años diciendo las mismas cosas, que estamos esperando que se produzca el cambio en forma milagrosa: de un día para otro.

“Esto es un autoritarismo. Esto es un socialismo; esto nos ha producido una descapitalización institucional tremenda. Por supuesto, que estamos empobrecidos. Vivimos en una circunstancia de calidad ciudadana, que nos coloca en el tope alto de tener una de las ciudades más peligrosas del mundo. Hay una malandrización de las relaciones políticas, es decir, todo lo haces malandreado. Uno vive y está sometido a un malandreo constante; como ciudadano; como partícipe de cualquier institución”.

Puso como ejemplo lo que están haciendo con las panaderías; y recordó que quien maneja el monopolio de la importación del trigo es el gobierno; de modo que haya o no haya trigo en Venezuela, eso no es asunto de las panaderías sino del monopolio de importación en manos del gobierno.

Eso, a juicio de Maldonado, es lo que termina propiciando la fuga de talentos; además estimulada y difundida por los canales sentimentales y la capilaridad de los venezolanos al ver que aquí no hay nada que hacer o cuando el familiar le envía la foto de despedida en el aeropuerto de Maiquetía.

“Ese es un problema del país; un problema que vamos a resolver, y que tenemos que pasar por esta época para poder seguir hacia delante”.

Expresó que la “undécima cosa” que sabemos los venezolanos es que hay un estatus quo mafioso que tiene mucho interés en mantenerse, pero que no necesariamente ese estatus quo está enquistado en eso que nosotros llamamos régimen, sino que podría ser que ese estatus quo significare todavía algo más allá de la esencia del régimen y que toque otros factores de la sociedad.

Que además hay que tener bien presente que ni con serenidad ni con muchísima angustia vamos a poder hacer algo por este país, y citó al sociólogo norteamericano Robert Merton, quien habla de “la ignorancia especificada”, que significa en este caso los venezolanos intuyen que en lo que vemos no necesariamente está todo, y que nosotros tendríamos que comenzar a tratar de hacer hipótesis sobre aquello que aunque no sepamos, tiene que ser parte de un rompecabezas que nos permitiría explicar que es lo que está ocurriendo en este país, y por qué cosas tan obvias para los ciudadanos y las empresas se engatillan de repente: no salen, no fluyen.

Habló en torno al país que nos vende el gobierno, y para el caso mostró una lámina con una síntesis de lo dicho por Nicolás Maduro en la última cadena de medios: recuperación económica; los quince motores de la economía activados, y así sucesivamente en materia de estadísticas positivas; mientras la pobreza en la realidad ha crecido en un 88%; que hoy la mitad de los venezolanos está pensando en qué va a comer al día siguiente.

“Un 15% de la población está organizada alrededor de la basura, y la basura en sí es cada vez más escasa. Bueno, estas son nuestras pesadillas; porque, como dijo Chesterton: nada es más aterrador que un laberinto sin centro. Y esto no tiene sentido ni límites”.

Maldonado ilustró esta situación con una encuesta a los empresarios del sector comercio de Caracas en la que se preguntó cuál es el nivel de descomposición y deterioro de cada uno de ellos con respecto al pasado más inmediato, y que allí se reveló que lo más problemático, lo más intenso, lo constituye la discreción gubernamental; que tiene una expresión en todas las fechorías que hace la Sundde.

“Y en todas las propuestas de expropiación e intervención de los derechos de propiedad que se plantea de la cadena nacional. La actividad comercial es una de las actividades más riesgosas; más peligrosas y más frustrantes en Venezuela; porque tú puedes abrir hoy un comercio y en la tarde estás preso en El Helicoide”.

Añadió que, además, el medio del comercio caraqueño siente que el nivel de descomposición y deterioro se observa en el acceso a los factores de producción: las trabas legales y la inseguridad, y que, por lo demás, esa era una situación de angustia diaria, y a lo que se “sumaba la circunstancia de que nadie quiere afrontar con seriedad sus costos; pues, a su modo de ver, la tragedia nuestra no es el régimen sino la alternativa al régimen; que es igualmente populista, permisiva, indiferente, distraída y perdida en esta agenda, que nos coloca el gobierno”.

“Esto hay que decirlo así: nosotros los ciudadanos venezolanos; intoxicados del populismo socialista que forma parte de nuestra genética cultural; cada vez que se asoma una revisión de las tarifas de las empresas de telecomunicación por las redes sociales, empezamos a organizarnos contra esas empresas, promoviendo la desinversión que lleva años en telecomunicaciones”.

Dijo que asimismo las empresas de telecomunicaciones públicas reportan que, en razón de la inseguridad, se vienen robando los equipos y artefactos de las estaciones repetidoras; y que no hay manera de reponerlos.

“Esto no cambia sino cambios nosotros. Aquí hay que asumir con seriedad que esta economía ficticia no es sostenible, y que la otra economía con serenidad hay que asumirla: con otros precios y con otros rangos de competencia”.

Abordó además el tema de los puntos de venta; que para el comercio hoy en día resulta una calamidad: no se están importando; si se dañan no se están reponiendo lo que viene a resultar en la fluidez de las compras comerciales un cuello de botella, teniendo presente además el problema del efectivo circulante.

Maldonado dijo que, con respecto a la percepción que se tiene de la situación presente, es que cada día resulta peor; que ya no es el mismo venezolano que antes se mostraba optimista; que, por el contrario, hay mucha preocupación en la ciudadanía; una angustia que nace del hecho, por ejemplo, de que el comercio se ha venido quedando sin inventario y esto porque muchas veces resulta más costoso ese inventario, que la ganancia que le pueda reportar.

“Esto tiene que ver con la desconfianza que se tiene de la política económica; la inseguridad, los discursos tremendistas en los que todo el mundo se monta, y entonces debe entenderse que el sector comercial es como el yunque donde todo el mundo da martillazos”.

Reportó que en el sector comercial se aprecia la caída de los ingresos; a lo que habría que agregar la pérdida del valor de la moneda pues, a su parecer, el gobierno maltrató al bolívar; de modo que si para el mundo en general el bolívar hoy en día no significa nada, para el mundo comercial tampoco lo significa.

Se planteó qué hacer ante las presentes circunstancias, y comenzó señalando que lo primero es cambiar nuestro modelo, cambiar el discurso y nuestra predisposición, y que había que admitir que estamos en una forma de sobrevivencia.

Por lo demás, se sumó al grupo de analistas económicos que piensan que nuestra recuperación será mucho más rápida de lo que se supone; pues, a su juicio, aquí un presidente sensato necesita unas seis medidas con un consenso razonable.

Se preguntó: ¿cuál es el escenario más marcado para el desarrollo empresarial? “En donde concurran la libertad de precios, la flexibilidad laboral y empresas públicas de competencia”.

Se mostró no obstante contrario a la idea de permitirle a la clase política la gerencia de las empresas públicas, es decir, acercar la política a la renta del país; pues, a su manera de ver, hasta ahora la han administrado muy mal.

Mostró una lámina con lo que conoció como la “oca loca bolivariana”; es decir, el juego imbatible en el que ha colocado el gobierno al empresariado venezolano: hostigamiento, chantajes, extorsiones, limitaciones al acceso de divisas, cierre de fronteras; algo que a su consideración esto no lo va a arreglar nadie si nosotros no ponemos de nuestra parte.

“Nosotros tenemos que salirnos de nuestro confort, tenemos que comenzar a tomar decisiones que, en principio, nos pueden parecer indeseables, y, bueno, tenemos que establecernos planes, tareas y metas. Es difícil, porque no hay tal holgura para hacer cálculos racionales del presente y el futuro cercano. Pero nosotros tenemos que convertirnos en conspiradores proactivos, que sepan cómo y cuándo lograr los cambios que todos estamos deseando, y que sabemos que no nos van a venir por añadidura”.