Más de seis horas estuvo Alexis García en pabellón sin electricidad del Hospital Universitario de Maracaibo. La operación la terminaron alumbrando con la luz de un teléfono celular
“Al fin salí de esto”, le dijo Alexis García a su esposa Eslinda Espina luego de nueve horas en un pabellón del Hospital Universitario de Maracaibo (HUM). Entró para que le trasplantaran el riñón que esperaba desde hace tres años. El jueves de la semana pasada la operación que tanto anheló se convirtió en una pesadilla. Un “apagón” interrumpió todo y casi le cuesta la vida al abogado de 56 años.
Desde su habitación conversó con La Verdad. Allí narró cómo “murió y volvió a vivir” en el HUM, luego de que el pasado miércoles a las 7.00 de la mañana recibiera una llamada de la unidad de trasplante del hospital para informarle que él y seis personas más fueron seleccionados para el trasplante de riñón. “Yo preparé todo y nos fuimos para el hospital», ahí le hicieron exámenes para verificar la compatibilidad hasta las 11.00 de la noche, «cuando finalmente nos dicen que de los seis preseleccionados solo dos habían quedado, Alexis y otra señora”, describió aún nerviosa Espina.
Con la orden para una diálisis preoperatoria salieron esa noche del hospital. La intención era volver el jueves para ingresar al señor García y así “liberarlo de esa terrible condición, donde pesa más la mala atención que la propia enfermedad. Cuando llegó el jueves, a primera hora ya todo estaba listo para la diálisis, yo solo pensaba en cómo iba a cambiar mi vida luego de la operación, así que cuando ya marcaban las 11.00 estaba otra vez en el HUM para ingresar a pabellón. A las 2.00 de la tarde finalmente me intervienen, luego de que terminó la operación de mi otra compañera de lucha”, relató García.
Comienza el calvario
«Antes de comenzar la operación, me dieron un paseíto. Si, me pasearon de una sala de operación a otra, porque las luces eran deficientes. Yo solo escuchaba que el médico decía: “en este pabellón no puedo operar porque no hay iluminación, y así llegamos a la tercera sala donde al cabo de unos minutos quedé inconsciente, pero también confiado de que todo saldría bien”. Aproximadamente a las 4.50 se fue la luz en el Hospital Universitario, las plantas no funcionaron y todo quedó en tinieblas. Eslinda y sus hijos aguardaban en la sala de espera la buena noticia de que todo había salido bien, pero en cambio estuvo seis horas a oscuras y sin noticias.
“A mi me entró un desespero horrible, yo decía se me va a morir Alexis. Cuando se aproximaba la media noche el médico salió y dio la noticia: “el trasplante no pudo realizarse porque el apagón no lo permitió y además de eso el riñón se pudrió porque pasó más de 30 horas sin refrigerarse. Lo medio cocieron alumbrando con las linternas de los teléfonos, porque no había ni una lámpara y así lo dejaron el pabellón, con calor, después lo sacaron porque se despertó y estaba sudando mucho y cuando ya vino la luz esperamos casi tres horas con él en el pasillo a que llegara el ascensor para llevarlo a la habitación”, recordó Espina.
Reconocen la labor
En medio de las lágrimas y apretando fuerte la mano de su esposo desde hace 30 años, La señora Espina reconoció el arduo trabajo que hace día a día y que hizo en ese momento el equipo médico del HUM. “Yo felicito al equipo médico porque tomaron la decisión de cerrar el paciente, cerrarlo para que no se contaminara”. Sin embargo se lamenta de la pérdida del riñón, pues asegura que esperar tantos años por un órgano no es fácil. Reconoció que tiene miedo a que no llegue pronto un riñón que sea compatible con el abogado. “Ahora vamos a esperar otro riñón, por lo pronto está de primero en la lista que maneja la Unidad de Trasplante Renal del hospital, eso en cuanto llegue un riñón que sea A positivo, pero me da mucho miedo porque mi esposo ya no puede esperar tanto”.
Descarado
Denunciaron el «descaro y la falta de humanidad del doctor Samuel Viloria, director del Hospital Universitario de Maracaibo. Yo hablé con el director del hospital y en mi cara me dijo que el tenía una reunión muy importante, yo le dije sí, pero yo soy la esposa del señor que le hicieron el trasplante fallido porque se fue la luz y el muy descarado me dijo: pues aquí todos los aparatos están en buenas condiciones. Yo le dije: pues se notó tanto que el trasplante de mi esposo se dañó y él se fue y me dejó con la palabra en la boca”.
Un caos total
La esposa del jurista develó que “en la unidad de diálisis del noveno piso no hay aire hace tres meses y los pacientes se dializan con un cartón en la mano, los pacientes se rehidratan. La atención del universitario está en caos. Extraoficialmente se manejó que una mujer murió en la Unidad de Cuidados Intensivos a causa de la misma falla eléctrica, mientras que el mismo Alexis contó que el martes pasado “venía un señor a dializarse muy sofocado porque los ascensores no sirven y hace mucho calor. El hombre se puso mal y mientras esperaba el ascensor para ser trasladado a emergencia falleció. “Así le hubiera pasado a Alexis mientras llegaba la luz” se lamenta la mujer.
Solicitó a la Defensoría del Pueblo que se aboque a una investigación exhaustiva, a la secretaria de Salud del estado Zulia Tania Mesa, a “que diga la verdad, que cuando en el HUM se va la luz hay gente que corre peligro e incluso pierde la vida”.
Datos
La patología del señor Alexis García es insuficiencia renal crónica producida por la hipertensión.
45 centímetros mide la herida y lo mantendrá inmóvil por aproximadamente 90 días.
El protocolo
Ledys Torres. La cirugía de riñón es una de las intervenciones quirúrgicas más comunes a las que se someten los pacientes renales, antes de las operaciones el órgano puede preservarse durante 48 horas en solución salina a bajas temperaturas, los procedimientos previos a un trasplante pueden durar meses y años a la espera de un donante compatible. Luego de un trasplante el paciente debe permanecer recluido de tres a siete días, después necesita un control recurrente por parte del médico especialista además de la práctica de exámenes regulares mensuales para comprobar la evolución del órgano.
Mariela Nava/La Verdad