Solamente en el municipio Pedro María Ureña están parados más de 300 volqueteros que hacían el acarreo del carbón desde las minas de Norte de Santander hasta los almacenes de esta población fronteriza. A ellos se suma un número similar de gandolas que transportaban el mineral desde Ureña hasta los puertos de La Ceiba y Maracaibo, según lo reseña lanacionweb.com
Los volteos están agrupados en cooperativas y por lo general son los propietarios quienes trabajaban día tras día, conduciendo el vehículo para llevar el sustento al hogar y costear estudio a los hijos. Además de los transportistas de carbón de Ureña también están afectados los de Orope, Colón, La Fría, El Vigía y de otras poblaciones y ciudades que se dedican a esta actividad.
Los propietarios de los volteos han tratado de conseguir trabajo en otros municipios, transportando materiales de construcción como arena y piedra picada, pero han tenido inconvenientes. “Conocemos de casos en los cuales han tenido problemas, enfrentamientos en La Fría, en las picadoras de piedra, donde se recoge el material para la construcción, porque hay sobreoferta de vehículos”, expresó Francisco Gáfaro, vocero del sector transporte de carbón.
Una alternativa que han visto los volqueteros es trabajar en el transporte del material requerido en la construcción del tercer puente internacional, en Tienditas; sin embargo, lo que han conocido es que apenas habrá trabajo hasta el mes de noviembre y allí no ocupan más de diez vehículos.
“Tenemos familias con 3 o 4 hijos. Hay muchos padres de familias que están desesperados porque son 48 días sin trabajar y tenemos que seguir manteniendo los hogares, dando estudio a nuestros hijos. Uno puede aguantar hambre, pero los hijos no. Los niños no entienden de problemas políticos, no saben siquiera qué es un cierre de los puentes”, añadió.
Además de los transportistas y toda la cadena logística de agencias de aduana, almacenadoras, depósitos y servicios conexos que están afectados en el lado venezolano con la paralización de la operación del carbón, también hay repercusiones económicas, sociales y laborales al otro lado de la frontera. “No estamos hablando de las grandes empresas que exportan el carbón, sino de los mineros que trabajan a 120 metros de profundidad de la superficie terrestre, con una pala llenando una carrucha; también de las personas que ‘encarpan’ los carros, los que montan los cauchos, el que tiene el restaurant y vende almuerzo , y de mucha otra gente que vive de esta actividad del carbón”, acotó el transportista.