Ayer solo pudieron ingresar a Venezuela legalmente 52 venezolanos. Hicieron una excepción en el cierre de frontera para permitir la salida de cuatro autobuses de rutas internacionales
Parguachón. Las primeras 24 horas del cierre de la frontera en el Zulia transcurrieron entre la desinformación y el desconcierto. A primeras horas de la mañana decenas de vehículos, de transporte y particulares, tuvieron que retornar en el punto de control de Paraguachón, al corroborar que, efectivamente, nadie tuvo permitido el paso por la frontera, ni en carro, ni caminando.
Las autoridades del Gobierno venezolano buscan que el pueblo wayuu se adapte al estado excepción decretado en Mara, Guajira y Almirante Padilla. El gobernador Francisco Arias Cárdenas y el alto mando militar en la zona se reunieron en la tarde con representantes de las comunidades indígenas en Paraguaipoa para aclararles: El tránsito peatonal para la comunidad wayuu de Venezuela y Colombia será garantizado pero “sin mercadería”.
Para verificar que ningún miembro de la comunidad indígena transporte alimentos o productos de primera necesidad por Paraguachón, se instala desde esta mañana a las 6.00 una comisión conformada por representantes de la Defensoría del Pueblo, el Ministerio de Pueblos Indígenas, la Secretaría de Pueblos Indígenas, la Gobernación del Zulia y las alcaldías incluidas en el estado de excepción.
Ayer el tránsito peatonal legal en La Raya fue activado después de las 6.00 de la tarde y 52 ciudadanos venezolanos, entre los que se encontraban 12 niños, pudieron retornar a Venezuela, así como algunas familias wayuu caminaron hasta tierras neogranadinas.
Normas del estado de excepción
«Lo que pasa por el río Limón, por cualquier camellón de la Guajira, llega a Maicao”, dijo el gobernador zuliano para justificar las medidas ejecutadas desde este punto de la subregión Guajira. En esta alcabala cada carro que atraviesa el puente ahora debe registrase, así como los pasajeros dan a los oficiales información personal como número de cédula, lugar de procedencia y la razón de su viaje a la Guajira.
En total son 20 puntos de control en la Zona 3 del estado de excepción fronteriza. La Guardia Nacional Bolivariana permanece en sus habituales alcabalas, mientras que tanquetas y vehículos Tiuna, pertenecientes al Ejército; fueron destacados en algunas de las múltiples trochas que existen en las áridas tierras de la Guajira.
El general Tito Urbano, comandante de la Zona de Defensa Integral (Zodi) en el Zulia, informó que todas las cooperativas de transporte de combustible hacia Colombia quedan suspendidas y convoca para esta tarde a una reunión con esas organizaciones y representantes de PDVSA, para coordinar el tema del abastecimiento interno en la zona.
El estado de excepción restringe en los tres municipios la circulación de motocicletas. “Solo podrán circular motos desde las 5.00 de la mañana hasta las 7.00 de la noche”, afirmó Urbano. Quien no cumpla con la norma será detenido por los uniformados, a menos que se trate de una emergencia.
Luis Caldera, alcalde de Mara, agregó que se establecerá un mecanismo de supervisión de las líneas de trasporte público en la subregión. “Tiene que haber supervisión, hay que revisar y si no cumplen, se suspende la ruta y se crea una ruta comunal”, expresó el burgomaestre atendiendo a las denuncias que señalan a transportistas como contrabandistas.
Medida humanitaria
La única excepción para vehículos que se presentó en la zona limítrofe, fue protagonizada por 120 pasajeros a los que el decreto presidencial les tomó por sorpresa en medio de la carretera. Fueron cuatro unidades de transporte internacional que llegaron a Paraguachón en la madrugada del martes, provenientes de Caracas, Valencia y Santa Elena de Uairén.
Los pasajeros, entre los que se encontraban 40 personas que iban hacia Colombia y 80 que tenían como destino la ciudad de Quito (Ecuador), entre adultos, niños, mujeres embarazadas y ancianos; tuvieron que esperar por más de 12 horas para obtener información. Solicitaron que se les permitiera el paso para no perder lo cancelado en el boleto de viaje.
“Pagamos 65 mil bolívares por el pasaje hasta Ecuador y no tenemos cómo volver a comprar un boleto para visitar a nuestra familia. El Gobierno debió avisar con tiempo porque cuando salimos de Caracas, ayer (lunes) por la tarde, cómo íbamos a imaginar que esto pasaría”, afirmó Roselis Chaurán, ciudadana venezolana.
La respuesta demoró algunas horas pero finalmente a las 2.40 minutos de la tarde: Gracias a las gestiones de los efectivos militares, el Presidente de la República autorizó que los cuatros autobuses cruzaran la frontera.
En las trochas hicieron su agosto
La dinámica comercial de la frontera, donde todo tiene un precio elevado, los «baquianos» del lugar cual guías turísticos ofrecían una opción a las personas que querían pasar “al otro lado”. Quienes se encontraban en suelo venezolano y querían llegar a Colombia debían cancelar entre mil bolívares (caminando media hora) y Bs. dos mil 500 (en moto).
El “paseo” por las trochas era a riesgo de los transeúntes. Los más osados o quienes contaron con el efectivo suficiente, se aventuraron a trasladarse sin alguna protección más que oraciones y amuletos, entre matorrales y caminos de arena que cada 500 metros se topaba con alcabalas improvisadas administradas en su mayoría por indígenas. Cada parada obligaba al pago de “peaje”.
La misma ruta, pero partiendo desde Colombia, permitió a venezolanos regresar al país con la diferencia de que el recorrido tiene un costo mayor. “Dos mil 500 bolívares tuve que pagar para venirme caminando y eso que soy wayuu”, contó a La Verdad Yenny Palma, marabina que se encontraba en Maicao en el funeral de un familiar.
Los viajeros no fueron los únicos que aprovecharon las trochas. A menos de 500 metros del punto de control del Destacamento 112, rotativo captó una caravana de motocicletas cargadas con cajas de salsas de tomate. Se dirigían sin mayor inconveniente a La Raya para ofrecer a los colombianos el producto hecho en Venezuela.
Comenzar de cero
Las historias de ciudadanos que, por negocios, vacaciones o visitas familiares, intentaron infructuosamente pasar la frontera, quedaron opacadas con el testimonio de la familia Polo Méndez. Se trata de un matrimonio de barranquilleros que hace 25 años llegó al país en búsqueda de un futuro mejor y se asentaron en Tía Juana, municipio Bolívar, para trabajar la tierra y criar a sus cinco hijos nacidos en Venezuela.
Albeiro Polo no frenó sus lágrimas al desembarcar de la camioneta de su patrón los objetos personales que se lleva a Colombia. “Espero que algún día las cosas se acomoden y pueda volver a Venezuela, donde dejo mi casita, a mi hija mayor y toda una vida de trabajo digno y honrado”, contó a La Verdad, el hombre que a partir de hoy debe comenzar desde cero en la tierra que dejó hace dos décadas.
Su esposa Gladys y sus cuatro le acompañaban afligidos, por dejar atrás “toda una vida”. La madre de familia relata las razones por la que abandonan Venezuela: “Siempre tuvimos los papeles en regla pero ya es muy difícil poder conseguir comida, en ningún lado nos quieren vender por ser colombianos. Chávez nunca nos hubiese hecho esto, nunca hubiese permitido este atropello, esta discriminación”.
Colas por comida
En Paraguaipoa amaneció abastecido la sede de Mercal, donde desde temprano se hicieron presentes largas colas de personas desesperadas por acceder a una bolsa con alimentos. Carnes de res, pollo, margarina, harina precocida y arroz, fueron algunos de los productos ofrecidos a la comunidad.
Los habitantes de la zona se quejaron de la cantidad de alimentos otorgados por familias. “Esa bolsa que nos dan en Mercal no nos alcanza para 15 días, a veces ni vienen completas, aquí duramos tres meses que no conseguíamos harina”, denunció Ena González, habitante de la Guajira.