Los “mineros” del río Guaire

por Román Camacho

En Caracas hablar del río Guaire es hablar de suciedad, aguas negras, basura y miles de enfermedades. Muchas veces hablando entre amigos la gente bromea y dice miles de cosas negativas sobre ese río.

El gobierno nacional intentó, durante varios años, el saneamiento del río. Millones y “millonas” se gastaron en ese proyecto que resultó ser un fiasco donde se perdió el dinero de inversión. Nadie ha dicho algo al respecto por esa perdida.

Durante varios días busqué la forma de compartir con gente que hace vida y vive del Guaire, muchos se preguntarán ¿Quién vive del Guaire?, la respuesta es sorprendente, sólo en 12 días compartiendo en ese río se tuvo contacto con más de 100 personas.

En éste escrito no hablaré de muchos detalles de sus vidas, qué hacen o cómo llegaron a dedicarse a ese oficio ya que tengo compromisos en diferentes medios.

Los recolectores de cartones

En la Av Río de Janeiro a la altura de Las Mercedes y en el cruce de Chacaito hay 2 puntos donde se pueden encontrar los recolectores. Uno de los puntos se llama “La Jungla”, queda a la derecha de la Av Principal de Las Mercedes sentido Chacaito, a un costado del nuevo elevado. En ese punto se reúnen de 10 a 45 personas todos los días, están rodeados de basura, ratas, papel, monte, contaminación y del Guaire. Entrar a ese lugar y hacer el contacto con ellos no fue difícil. Siempre hablar “claro” de lo que se va a hacer y llevar algo de comida para compartir es suficiente para romper el hielo y que quieran escuchar lo que tienes que decir.

 

Mientras se creaba la confianza, escuchaba las historias de cada uno de ellos. En ese lugar hay una pareja de jóvenes que se conocieron en la calle, no en la calle de vivir, sino en la calle de como se conoce alguien que va a clases y se encuentra con un extraño en la vía y deciden conocerse. Ella tiene su casa pero el joven en la calle la cautivó. Luego de un tiempo saliendo, y ella recibir varias negativas cuando le decía para conocer su casa,  un día decidió seguirlo, en ese momento descubrió que vivía debajo de un puente. El amor pudo más que la realidad, ella decidió irse de su casa y vivir a su lado, actualmente está embarazada y dice, por muy increíble que suene, que se le hace más fácil vivir en la calle y conseguir alimento que estar en su casa y tener que trabajarlo.

Otro de los casos es el de un español que vino de Malaga, España. Entre verborrea, y una que otra incoherencia, habló de lo mucho que ha viajado y como llegó a Venezuela. En algunos momentos dejé de creerle pero hasta hablamos en ingles, ¿Cuántas personas en situación de calle hablan ingles fluido?. Mencionó que un día tomó un avión y al llegar al país se enamoró de una mulata que terminó dejándolo en la calle, desde entonces vive “aquí y allá”, dice que el es “un malandro, que vean rostro”, luego bromea y dice: “eso me lo enseñó un venezolano, me dijo que así me respetaban en la calle”. Lamentablemente perdí el contacto con éste personaje, me acerqué en 3 oportunidades pero me dijeron que se fue al interior del país, “a seguir su rumbo”, que se iba a Uruguay.

La mayoría viven de la venta de cartones y de buscar comida en la basura, viven en la calle sin tener a donde ir, algunos de ellos hasta tienen un pasado oscuro que los obligaron a mudarse al Guaire.

El otro punto donde se concentra otra “comunidad” es en “La Rampa”. Al frente de un local de parrillas en la Av Río de Janeiro en Las Mercedes se sientan y organizan los cartones y los preparan para su venta. En este lugar hay un señor mayor y un grupo de jóvenes, entre ellos 3 mujeres con sus parejas. Una de las jóvenes tiene un bebé y espera otro, la otra se acaba de enterar que está embarazada. Ellos no son delincuentes ni roban, más bien los comerciantes los ven como un mal necesario, recolectan los cartones de la calle y mantienen a los delincuentes alejados de sus negocios, es como una especie de “intercambio comercial”.

 

Buscan comida en la basura y restos de pellejo, huesos y piel que les regalan en una carnicería de la localidad. Hablan que los ven mal en la calle pero ellos solo se dedican a trabajar y a buscar el sustento para ayudar a su familia y aquellos que están por venir.

Ganan entre 30.000 mil y 40.000 mil bolívares a la semana. No les alcanza para mucho pero, como a muchos venezolanos, les toca sobrevivir con lo poco que tienen.

Los “Garimpeiros” del Guaire

Luego de pasar varios días en el Guaire a la altura de Las Mercedes, me traslado hacia Antimano, en ese lugar cerca de la pasarela de la UCAB hay un grupo de jóvenes al costado de la autopista bañándose con el agua que proviene de una tubería principal de agua que surte a Antimano, Montalban y El Junquito.

Luego hacer el primer contacto y comprometerme de ir al día siguiente para ver como buscan oro me retiro. La mañana siguiente, de los 6 que habían, sólo está uno de ellos junto a su novia, me dice que los demás se fueron. En ese momento le pregunto ¿realmente buscas oro en el Guaire?, el exclama que sí, que eso era meterse y con la mano saca lo necesario y el resto lo desecha, no le creí mucho pero decidí ver como lo hacía.

El joven bajó el muro del Guaire y comenzó la faena, estuve viendo como hacía el trabajo durante 2 horas. Cuando salió del agua le pregunté que había conseguido y me mostró 3 piedras que él dijo que vendía como oro, cuando las sacó pude ver un pedazo de vidrio, una piedra negra y otra blanca de jardinera. Le dije que me parecía muy bien pero que me tenía que ir, en ese momento veía muy lejos el reportaje de los “Garimpeiros” o hasta que no existía semejante comunidad dedicada al rebusque en el famoso río.

A los pocos días, hablando con varias personas, me dijeron que me acercara a Quinta Crespo, personas aseguraban que en ese lugar se concentraban todos, decidí hacer caso y una mañana me acerqué. En el sitio le pedí direcciones a un PoliCaracas y me dijo que están en Caño Amarillo, que desde el Calvario los veía. Una vez en el Calvario, desde la cima en el busto de Zamora, me sentí hablando como Maduro, observé a uno dentro del Guaire, eran las 11:00am. Al verlo no me sorprendió mucho, pensé que uno sólo no era suficiente para un reportaje.

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Un oficial de policía se me acerca y comenta: Que lástima esos jóvenes en ese río, no tienen idea de las enfermedades que van a padecer en un futuro. En ese momento pensé ¿jovenes?, pero si solo veo a uno… El oficial me dijo que si bajaba al Silencio y me “comía la flecha” hacia Caño Amarillo en ese punto vería a varios. Decidí seguir la dirección.

El trayecto te aleja un poco de la zona de comfort a la que muchos caraqueños están acostumbrados. Pero como uno es terco, le gusta la adrenalina y cree que la vida es un juego, no importa. Siempre me tildan de loco, de jugar con la suerte y otras cosas mas. Realmente esto es simplemente amar lo que haces.

La entrada al lugar es un estacionamiento que parece un picadero de vehículos, al entrar es como si tuviera un papel en la frente que dijera “periodista” o “extranjero”, todos voltean a verme como los pasajeros ven a un vendedor de dulces de una camioneta, esperando que saque el chiclet o la pistola, así me veían. En la puerta pregunto, me dicen que siga y baje por la rampa, en ese punto vería lo que busco. Antes de bajar la rampa, a mano derecha, hay una casa improvisada con aproximadamente 30 personas recién aseadas, le pregunto donde se consigue las personas que buscan oro, solo recibo miradas y puro silencio. Uno de ellos dijo “baja y habla con los muchachos a ver que dicen”.

Mi cara fue de sorpresa… aproximadamente 30 personas en la ribera del Guaire sacando tierra del fondo y revisando a ver que encontraban. Uno de ellos se acerca y me presento, le explicó la idea y estuvo de acuerdo. Debo confesar que en un momento pensé que no iban a estar de acuerdo y que me dirían que me retirara del sitio.

Durante los siguientes días conocí su oficio, me hablaron que no viven en la calle, todos estudian, tienen otro trabajo, tienen hogares y realmente vi que eran personas unidas y con modales. Eran bien hablados, respetuosos, se cambiaban la ropa al terminar la jornada y lo único que nos hacía diferente es que ellos se meten en el Guaire para buscar oro, plata y bronce que puedan vender y yo lo documento. Esa era la única diferencia, ah, y que ganan más de 150.000 bs semanales. Por un momento pensé también en buscar oro.

Dejé de llamarlos garimpeiros después de conocerlos y de saber que ni remotamente se parecen a ellos. Todos viven cerca, son vecinos o como ellos dicen “del mismo cerro”. Trabajan, viven con sus familias y llegaron porque un señor, el veterano del lugar, que apareció en un cameo en Huelepega, tiene 30 años haciéndolo y les dijo que si se ganaba plata, era un trabajo sucio pero se ganaba más que en una oficina.

Todos quisieran trabajar en una empresa, con traje y que el dinero les alcance, todos lo desean pero el tren de la realidad se los lleva por delante y les dice que en Venezuela no es posible, que más puede el rebusque que el conocimiento, experiencia o estudios. Al despedirme prometo regresar y continuar documentando su trabajo, me dicen que no hay problema, que regrese cuando quiera que ellos seguirán en lo suyo, sacando las riquezas que mueve el Guaire.

Luego de varios días y muchas historias, éste tipo de reportajes te hacen, de alguna forma, crecer y aprender de las demás personas. Me dejó claro que hay quienes hablan sin saber. Antes de conocerlos la gente me decía que estaba loco, que puros delincuentes, piedreros y malandros hacen eso; Solo un loco entra en esos lugares; La gente que hace eso no se quiere ni valora… en fin, miles de cosas que crearon un prejuicio en mí que fue destruido luego del reportaje. Todos ellos tienen una historia que contar, tienen diferentes oportunidades y diferentes realidades, solo hablar con ellos te hace ver que son igual que cualquier otro venezolano en traje o con mayores oportunidades, todos tienen algo que decir y necesitan una forma de hacerlo, en ese momento entro y muestro su realidad.