Por cada 10 que son agredidos, solo uno formula la denuncia
Narkys Blanco/ÚN
Según las Naciones Unidas, la violencia de género es el término utilizado para distinguir la violencia común de aquella que se aplica a individuos o grupos sobre la base de su género. Sin embargo, popularmente el significado del vocablo es entendido como la agresión física o verbal de un hombre contra una mujer, y casi nunca es visto al contrario.
En Venezuela, cuando un hombre va a denunciar una agresión, la misma es procesada como una denuncia de delito común conforme al Código Orgánico Procesal Penal (Copp) y se recibe en el Ministerio Público a través de la Unidad de Atención a la Víctima, o, en el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). No hay una ley que ampare específicamente estas denuncias de violencia de género, como sí es el caso de las mujeres, que desde el 2014 cuentan con la Ley de Derechos de la Mujer a una Vida Libre de Violencia.
Esto es lógico, porque tradicionalmente la violencia la ejercen los hombres contra las mujeres por una relación de poder derivada de la fuerza física y el apoyo cultural. Sin embargo, últimamente ha crecido la cifra de violencia contra los hombres, aunque se mantiene en una especie de subestadística.
Poca denuncia. Solo uno de cada 10 hombres que es agredido por alguna mujer lo denuncia ante las autoridades; los otros no lo hacen por temor a las burlas. Así lo explica una fuente del Ministerio Público (MP) que prefirió no ser identificada. “No son frecuentes, les da pena, por eso hay un bajo porcentaje de casos que va entre el 0,5 y el 1%, pero sí existen, y son agresiones físicas como hematomas, arañazos, mordiscos y heridas por armas blancas, casi nunca son homicidios”. Agrega que cuando las mujeres son citadas a declarar alegan defensa personal.
Refiere que 35% de los hombres pasa por violencia psicológica, “Los insultos, las ofensas, las humillaciones, la burla, las acciones de control, el aislamiento, el irrespeto, el chantaje y hasta la exigencia de las mujeres a que los hombres les entreguen su dinero para gastos del hogar es también un tipo de violencia que termina siendo psicológica y que no se debe permitir ni siquiera cuando las mujeres alegan defensa personal”.
Vivencias. En octubre de 2016 una investigación sobre la violencia de género en hombres y mujeres, develó que hay un alto porcentaje de mujeres maltratadas por diferentes causas: físicas, verbales y sexuales, y también esa investigación que lleva por nombre Vivencias de hombres y mujeres víctimas de la violencia, una realidad que se oculta, realizada por la enfermera Victoria García, arrojó que mensualmente son reportados entre 10 y 15 casos de personas del sexo masculino que acuden a la Unidad de Urgencias del Pronto Socorro de Charallave (Mir), donde trabaja e hizo el estudio, con agresiones físicas por parte del sexo femenino. “Cuando se habla de violencia de género se centra solo en la mujer, y en realidad es una situación que afecta a ambos sexos, y de lo que nunca hablan los medios es de la violencia física y psicológica que sufren muchos hombres de sus cónyuges y que ellos sufren en silencio, muchas veces por vergüenza del qué dirán”, afirma García.
Poca suerte. La mayoría de los casos de violencia de género masculina investigados apuntan a que las agresiones no van más allá de heridas leves. Sin embargo, no todos han corrido con la misma suerte. En octubre de 2015 una venezolana de 30 años asesinó a su marido de 36 de una puñalada en la yugular dentro de su apartamento en la Torre 400 del edificio Bahía Golf, en San Francisco, Panamá. La familia asegura que era costumbre que la mujer discutiera desde que vivían en Venezuela dos meses antes y que él no denunciara por temor a las burlas.
El año pasado también pasó lo mismo en Puerto La Cruz (Anz). José Antonio Betancourt, de 19 años, fue ultimado por su pareja luego de una discusión cuando la mujer le propinó una puñalada.
Otros no han llegado a esos extremos, pero sí han sufrido el atropello y han denunciado. Tal es el caso de Gregorio Carmona, quien en 1999 acudió ante la Inspectoría de Paparo (Mir) por el maltrato físico que sufría de manos de su esposa.
“Peleábamos porque yo consumía mucho alcohol semanalmente. Primero me reclamaba y yo la gritaba, pero después de un tiempo no me gritaba, simplemente me arrojaba objetos contundentes, todo lo que tenía a la mano me lo lanzaba”.
Un día, tras una discusión le cortó la cara con una navaja. “Intenté defenderme, pero no pude, la herida fue profunda y me desfiguró el rostro”.
Informó el hecho ante las autoridades locales, y la denuncia llegó primero a la sede del Cicp y luego a la Fiscalía. “La primera reacción de la gente que me atendió fue la burla; me preguntaban si de verdad me habían pegado, o si era más grande que yo. Luego de tomar la declaración la detuvieron, estuvo ahí tres meses por averiguaciones y salió libre porque no había testigos de lo ocurrido. Aunque estaba la lesión, no pasó de ahí”.
Asegura que la denuncia la tomaron como un caso de delito común y sin mayor importancia. “Cuando quedó en libertad me seguía amenazando de muerte, yo me defendía con insultos. En una oportunidad fui de nuevo a las autoridades a denunciar las amenazas y me dijeron que amenazar no es un delito”.
Cicatrices. En 2014, justo cuando fue aprobada la Ley de Derechos de la Mujer a una Vida Libre de Violencia, Juan Carlos (nombre ficticio) sufrió múltiples heridas por arma blanca que le propinó su esposa y que lo dejaron sin un tendón en la mano derecha que le impide mover el dedo anular.
Relata que desde hacía 4 años mantenían una relación agresiva verbalmente de parte y parte. “Nos ofendíamos y ella siempre me empujaba, fuimos a dos terapias de pareja y no funcionaron. El día que me dio las tres puñaladas habíamos tomado licor en una fiesta, y luego de discutir, cuando me dormí se me vino encima. Yo siempre la ofendía, pero nunca le había puesto un dedo encima”.
Lo llevaron al hospital Domingo Luciani, en Petare, donde lo atendieron y recomendaron no denunciar. “Me atendió una doctora, y junto a las enfermeras decían que lo merecía porque al fin una mujer se vengó de lo que le hacen a las demás, que las mujeres tienen una ley que las ampara y nosotros no”.
Luego de la agresión estuvieron separados por dos años y regresaron a vivir juntos hasta el día de hoy, cuando los hechos de violencia han seguido.
¿Por la ley? Noel Carmona, ex funcionario policial del municipio Zamora (Mir), dice que estos casos son producto de la manipulación de la mujer que se siente protegida por la ley y se ampara en ella.
“Cuando se propuso la ley se establecía también que se incluyera a los hombres de cierta manera; sin embargo, eso no se logró, y a los pocos meses empezaron a verse casos donde las mujeres iban a denunciar por cualquier cosa pues se sentían protegidas”.
Recuerda que “en un mes registramos 15 casos de violencia de género, la mitad arrojaba que se trataba de un mal entendido, o no habían pruebas para certificarlo o simplemente eran casos de mujeres que tenían problemas previos con los maridos y ahora tenían la excusa perfecta para inventar una agresión y salir de ellos”.
Educación. La formación social tiene mucho que ver con el tipo de violencia física, familiar, verbal o sexual, así lo explica la psicóloga Kelvis Centeno, “El machismo y el feminismo llevados al extremo de la intimidación y la falta de respeto”.
Asegura que la sociedad venezolana es la responsable en la mayoría de los casos de los hechos violentos. “Por una parte juzgamos que una mujer sea maltratada o que haya femicidio, pero estimulamos a los niños a ser machistas para darse a respetar, y por otro lado nos negamos a reconocer que sí hay hombres maltratados”.
Explica que el mensaje que damos en los hogares influye en el día a día, además de afirmar que las exigencias también son un tipo de violencia.
“Alegamos que los hombres tienen más fuerza y los obligamos a tener más participación en la toma de decisiones y terminan siendo los del poder”.
Agrega que la prioridad es reforzar la convivencia entre hombres y mujeres.
“Las mujeres solo se defienden”
La igualdad de género es una lucha que se viene desarrollando continuamente. Uno de los espacios desde donde se batalla es en organizaciones populares organizadas como La Araña Feminista, una red de colectivos e individualidades feministas socialistas revolucionarias. Alba Carosio, coordinadora nacional de la agrupación, asegura que cuando ocurre un hecho aislado de alguna agresión de las mujeres hacia los hombres es por defensa personal.
“Se defienden de los golpes, el acoso o el maltrato, y toman armas en contra de los hombres como un mecanismo de defensa que puede llegar incluso hasta extremos como la muerte, pero son casos muy aislados y es un bajísimo porcentaje, tan bajo que por eso en la ley no se incluyó, aun y cuando fue un tópico que se tocó en la discusión”.
Agrega que la violencia de género es entendida como la violencia derivada de una desigualdad de poder que puede producirse en el ámbito de las relaciones afectivas y en otros ámbitos.
“Dentro de las relaciones de pareja el sistema patriarcal hace que sean los hombres quienes ejerzan la violencia porque son quienes tienen el poder, es decir, que tienen más autoridad, y en cambio las mujeres somos educadas para atender y obedecer, así como para satisfacer y darles gusto en todo”.
Reconoce que existen otros casos aislados de mujeres que son llamadas las viudas negras. “Son quienes tienen relaciones afectivas con algunos hombres por interés material y que terminan ejerciendo violencia contra ellos, pero es un porcentaje muy bajo; la violencia contra los hombres es un porcentaje muy bajo y se da por dos razones: por defensa personal y para obtener beneficios personales”.
Agrega que la idea de que las mujeres se aprovechan de la Ley de Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia es solo un prejuicio social.
“Esa ley tiene algunos problemas porque hay parejas que se separan y terminan repartiendo los bienes cuando lo lógico sería que le quede la vivienda a quien tiene los hijos, que casi siempre es la madre”.
Manipulación mediática
La psicóloga social y terapeuta de parejas Karina Prato concuerda con la explicación de que la sociedad es responsable del maltrato en 80% de los casos.
“Tenemos medios de comunicación que se enfrascan en reforzar la idea errada de que las mujeres somos el sexo débil y que estamos dispuestas a ser agredidas. Lo vemos comúnmente en las novelas, series, y hasta programas informativos, donde el hombre lleva la batuta”.
Dice que es poco común ver que se difunda información sobre el maltrato a los hombres.
“Cuando una mujer agrede a su compañero, así sea verbalmente, no solo lo está agrediendo a él, también a la familia, al entorno, a los hijos y a la imagen que tienen los demás de ella”.
Asegura Prato que los casos de maltrato verbal masculino que llegan a su consultorio son más comunes de lo que la gente piensa.
“No tiene que haber una herida en la piel para que haya agresión; los seres humanos nos sentimos ofendidos hasta con un insulto y eso es una agresión, también hay hombres que se sienten usados porque sus mujeres solo los tienen para que les den dinero, eso también es maltrato”.