Los aumentos de salarios que cada tres meses realiza el Gobierno Nacional lejos de ser parte de la solución a la grave crisis económica que atraviesa el país, se han convertido en un gran problema para la clase obrera venezolana especialmente para los trabajadores de Miranda; pues a la Gobernación no han llegado los recursos que constitucionalmente le corresponden para hacer los respectivos ajustes tras los incrementos decretados en enero, marzo, mayo y julio de este año.
Recientemente el secretario de Gobierno del estado Miranda, Juan Fernández, denunció que el Ejecutivo Nacional tiene una deuda con la entidad de 56 mil 300 millones de bolívares, al tiempo que detalló que más de 15 mil millones que fueron aprobados el seis de junio de 2017 no habían sido transferidos a las cuentas de la Gobernación.
Esta situación ha generado que los trabajadores hayan tenido que recurrir a acciones de protesta pacífica para exigir que se cumplan sus derechos, hecho que indudablemente puede desestabilizar psicológica y emocionalmente a cada servidor público. Los altos precios de los alimentos aunado a una remuneración poco justa pueden lesionar el deseo de trabajar.
“Nos deben 135% de aumento y por eso estamos en la calle hoy. No es posible que yo en mi casa no tenga nada para darle comida a mi hijo”, manifestó la docente Angela Chacín, durante una protesta realizada frente a la Vicepresidencia de la República el pasado 19 de julio
Por su parte, la señora Lenna Vera, trabajadora de los bomberos de la entidad, relató que el día 25 de este mes cobrará su quincena de tan solo 26 mil bolívares y el bono de alimentación de 108 mil bolívares cuando desde el mes de julio se ubica en 153 mil: “¿Qué hago yo con eso si en mi casa somos cinco personas y yo soy la unica que mantiene el hogar?. Aquí hay gente que de verdad necesita. Ahorita vienen las listas escolares más los uniformes: un pantalón, un mono y una camisa blanca salen en 280 mil bolívares. Ni los tickets, ni la quincena me alcanzan para eso”.
La psicóloga de la Asociación Venezolana de Psicoanalisis (Asovep), Auxi Scarano, detalló que el trabajo es un intercambio donde una persona ofrece su capacidad intelectual, vocación, afecto, compromiso, responsabilidad y servicio a cambio de una remuneración que le permita atender sus necesidades básicas como alimentación, salud, seguridad, vivienda, educación y descanso, sin embargo, “cuando el pago no corresponde con los esfuerzos esa reciprocidad se ve afectada: la motivación y el rendimiento se minimizan. El desempeño no es óptimo y si le sumamos que las condiciones laborales no son normales como acontece actualmente en el país, pues se lesiona el deseo de trabajar y la identidad laboral”
Asimismo, la especialista manifestó que para nadie es un secreto que los altos índices de inflación se llevan por delante todo presupuesto familiar y que a pesar de eso el empleado de la Gobernación “seguramente comprende en lo racional la circunstancia, pero pasado ya tantos días de aguantar, se le fragiliza la vocación porque con hambre no se puede pensar, ni ser eficaz”.
Este contexto, según relata Scarano, genera en el trabajador frustraciones derivadas de la pérdida de la capacidad adquisitiva.
“Se fragiliza la responsabilidad y el desempeño (…) sentirse cada vez más pobre aún esforzándose desdibuja el sentido de trabajar y pertenecer. Eso lo sabe el Gobierno Nacional que desde diferentes ámbitos ha apostado por cansarnos a todos. La baja remuneración y la pérdida de calidad de vida resulta degradante y avergonzante”.
Recalcó también que es necesario desarrollar más toletancia ante emociones como la impotencia y la indignación, a pesar de que se viven tiempos de tristeza y rabia
“Todo forma parte del Síndrome de Burnout o del trabajador agotado que afecta negativamente el clima laboral, la tolerancia está muy frágil y se puede sobredimensionar las cosas generando roces y conflictos en momentos donde se necesita contención”.
En un trabajo especial titulado “manejo del estrés en tiempos de crisis social”, la doctora Scarano recomienda revisar el lenguaje interno y empezar a promover dentro de cada uno aspectos positivos, evitar la queja inútil y la victimización, tolerar lo imperfecto, admitir lo que no es posible controlar, desarrollar valentía sensata, preservar las pequeñas ilusiones y disfrutarlas, además de cultivar la amabilidad.
“Es necesario acudir a espacios de intercambios, conversatorios sobre la realidad del país, para sentirte parte del él. Buscar entender lo que acontece, participar en aquello con lo que sientas que contribuyes con el país”.
De la misma manera, aconseja atender el cuerpo con la realización de actividades físicas, así como brindarle un buen descanso diario.
Fuente: Infraestructura Miranda