El 29 de julio de 1967, Caracas sufrió uno de las catástrofes más devastadoras registradas en el pasado siglo, y es que en aquélla fatídica fecha, un terremoto de magnitud 6.5, azotó a la ciudad y dejó alrededor de 280 fallecidos y dos mil heridos, además de un panorama totalmente devastado, con infraestructuras de varios metros de altura, totalmente derrumbados.
En 35 segundos, este movimiento telúrico destruyó gran parte de la infraestructura de Altamira, Los Palos Grandes, y el Litoral Central. De acuerdo con el reporte de la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis), “la magnitud del terremoto no respetó poderosas estructuras que, hasta ese momento, habían sido consideradas como indestructibles, tal como los bloques de ‘El Silencio’, que resultaron algunos con resquebrajamientos y caída de frisos, principalmente en las plantas bajas”.
Asimismo, “solamente en La Pastora, más de 200 casas resultaron destruidas parcialmente, y en la mayoría de ellas se desplomaron las cornisas, quedando en medio de la calle y en las aceras gran cantidad de ladrillos y demás materiales de construcción”.
Mientras que en el Litoral, específicamente en Caraballeda, “hubo ruina parcial de edificaciones altas, colapso en edificaciones de dos niveles y daños en viviendas unifamiliares”, y los terrenos en el sur del Lago de Valencia, presentaron gran inestabilidad y sufrieron deslizamientos en dirección norte, sumergiéndose en la laguna, al igual que en la Cordillera de La Costa, así como en las carreteras hacia el Junquito, La Colonia Tovar y Naiguatá.
Según Funvisis, “los daños materiales, en general, fueron incalculables, pero pueden estimarse en decenas de millones de bolívares”, y es que, “fueron muchos los edificios de gran estructura que experimentaron los efectos del terremoto”.
¿Aguantaría Caracas un terremoto?
A 50 años de este devastador fenómeno natural, ¿estaría Caracas infraestructuralmente preparada para soportar un terremoto de magnitud similar? Primero, hay que aclarar que Venezuela es un país situado geográficamente en una zona de importante actividad sísmica. De acuerdo con datos aportados por Funvisis, “en la actualidad, aproximadamente un 80% de la población vive en zonas de alta amenaza sísmica, variable que aumenta el nivel de riesgo, haciéndolo cada vez mayor a medida que se eleva el índice demográfico y las inversiones en infraestructura”.
Son los eventos sísmicos, los que representan uno de los mayores riesgos potenciales en Venezuela, en cuanto a pérdidas humanas y económicas se refiere. Para Cristian Fuentes, periodista y bombero especializado en Reducción de Riesgos y Desastres de la Universidad de Kobe, en Japón, si un terremoto llegara a generarse en Caracas, la devastación sería dramática, tanto social como estructuralmente.
Catástrofe total
El problema, según Fuentes, radicaría principalmente en las estructuras de servicio público, más que en las individualizadas. Autopistas, sistema de cableado de telecomunicación y electricidad subterráneos, y carreteras, serían las más afectadas por un terremoto, puesto que, “si el cableado se parte, no se puede determinar en donde hubo la falla, sino que se debe hacer un trabajo de reconstrucción completo”. Es por esta razón, inquiere, que los servicios de telecomunicaciones deben ser aéreos, para que puedan ser repuestos rápidamente en caso de una catástrofe natural o de cualquier otro tipo
Asimismo, “los acueductos, muchos, son improvisados”, lo que de acuerdo con Fuentes, aumenta el nivel freático o de aguas en los terrenos y genera mayor inestabilidad de las viviendas, principalmente las que están ubicadas en los cerros de la ciudad capital. Es decir, que en caso de un evento sísmico igual o similar al de 1967, habría un gran colapso en estas zonas. Sumado a esto, el bombero y y especialista en Reducción de Riesgos y Desastres, apunta que los tanques cilíndricos, muy comunes ahora en las residencias de los caraqueños por la escasez de agua, suponen un riesgo aún mayor para los habitantes.
“Por lo general tienen una capacidad de mil o dos mil litros, e incluso más, lo que representa un peso equivalente en kilogramos. Es decir, que si en una casa hay un tanque de mil litros, son mil kilos que, al no estar fijados en la pared, como pasa en muchos casos, desequilibran la infraestructura del edificio o la casa y durante un terremoto,empieza a desbordarse el agua lo que como consecuencia genera un derrumbe”, detalla.
En este sentido, Fuentes aclara que el desastre sería aún mayor, si se toma en cuenta que los desagües están cerca de los acueductos, por lo que, al romperse las tuberías, se contaminarían las aguas blancas y la ciudad quedaría, además de incomunicada, sin servicios de agua potable. Pero la catástrofe no termina ahí. En 2007, el Gobierno encabezado por Hugo Chávez, impulsó el Proyecto de Gasificación Nacional, con el cual, se beneficiaron con el suministro de gas directo, hasta 2010, a 11 mil familias en Caracas.
Una sociedad sin cultura sísmica
Los daños generados por un potente terremoto, se incrementarían en Venezuela, y es que según Fuentes, la sociedad venezolana no está educada con respecto a este tema, “aún creen que se trata de un castigo de Dios y no de un fenómeno natural y científico”. Japón, uno de los países con mayores riesgo sísmicos por su ubicación geográfica, ha instruido a sus ciudadanos por décadas para que puedan resguardarse durante un terremoto.
Fuentes, quien se especializó en una universidad japonesa, aclara que el Gobierno de ese país, enseña a sus habitantes a no depender de otros para salvar sus vidas en casos de terremotos, sino para que sean capaces por sí mismos de salvarse y ayudar a otros a salvarse sin la presencia de un equipo de rescate.
“En Venezuela, en todos los aspectos, siempre creemos que alguien tiene que venir a salvarnos, es algo cultural, por lo que si pasa un terremoto, la gente no va a saber qué hacer y se quedará esperando a los Servicios de Atención de Emergencias (bomberos, Protección Civil, cuerpos policiales)”, sostiene, lo que es un contratiempo a tomar en cuenta a la hora de educar a la sociedad criolla, y es que actualmente, los cuerpos bomberiles y de rescate en general, no están capacitados técnicamente para atender una catástrofe como la ocurrida hace 50 años
“Tienen, si acaso, 30% de lo que una ciudad como Caracas necesita. Hay estaciones que tienen personal, pero no equipos, y menos unidades”, detalla Fuentes, quien agrega que “los Equipos de Protección Personal son limitados y algunos están hasta vencidos”. A esto, se suma la deteriorada estructura hospitalaria y la escasez de insumos necesarios para dar cobertura a una alta cifra de heridos en diversas magnitudes.