Sencillamente es algo espeluznante y degradante.
La crisis alimentaria en Venezuela se agrava sin que las autoridades decidan medidas urgentes para evitar más muertes por desnutrición, al contrario, se han dado a la tarea de proponer cambios en la dieta del ciudadano de a pie como la ingesta de carne de conejo, una idea que fue tomada como burla por muchos que deben lidiar con la situación con las tripas vacías.
Otros, en medio de la desesperación, ha recurrido a la alimentación con carne de animales callejeros, tal como se mostrara recientemente con varias personas degollando a un perro para comérselo. Para asombro de muchos, en la localidad de Río Chico, en el estado Miranda, una mujer decidió matar y preparar a un gato en plena acera.
“En este pueblo hay hambre, hay miseria. Mientras usted está comiéndose eso ahí, el Héctor Rodríguez está comiendo en el Eurobuilding”, expresa un hombre indignado refiriéndose al candidato oficialista a la gobernación de esa entidad.
Los índices de pobreza en Venezuela son alarmantes y cada vez más palpables. Se calcula que 82% de los hogares vive en esas lamentables condiciones, mientras que hay 9,6 millones de venezolanos que come dos o menos comidas al día, con ausencia de proteínas en sus platos, de acuerdo con la reciente Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela.
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