El chavismo dividió al país y ha gobernado con unos, por unos y para unos. Nosotros tenemos como norte reconciliar a Venezuela», manifestó Tamara Adrián.
A Tamara Adrián las colas en los supermercados se le hacen doblemente tediosas cuando, al pagar, debe poner su huella digital y mostrar su cédula de varón. La primera candidata transexual en la historia de Venezuela promulga el “cambio” para los comicios legislativos del domingo.
“Es un problema. De vez en cuando hay algún imbécil. Muy a menudo aparece el empleado en la caja que dice: ‘esta cédula no es de usted’. ¡Imagínate!, hay que explicar cosas que son privadas”, cuenta a la AFP esta abogada de 61 años, candidata a diputada por Caracas postulada por la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Enfundada en un pantalón azul estampado de flores blancas, blusa y zapatillas anaranjadas, de cabello caoba, labios rojos y aretes en forma de corazón, Tamara sube y baja, jadeando, escaleras en un laberíntico cerro de La Yaguara, una zona popular 25 km al suroeste del centro capitalino.
Ondeando banderas multicolor de la diversidad sexual, sus copartidarios van tras ella repartiendo a los vecinos propaganda y muestras de las papeletas de sufragio.
“Abajo (a) la izquierda”, les dice Tamara, jugando con el doble sentido al señalar el sitio de la papeleta dónde votar por la oposición y, al mismo tiempo, llevando el pulgar hacia abajo y casi sin pronunciar la “a”.
“Venezuela está en una inédita y profunda crisis económica, política y social: recesión, inflación de 200%, desabastecimiento, división y presos políticos”, dice la activista del partido Voluntad Popular, del opositor Leopoldo López, condenado a casi 14 años por las protestas que dejaron 43 muertos en 2014.
Ante la escasez y elevado costo de vida, el gobierno dispuso la venta de productos básicos a precios subsidiados pero regulada. Los venezolanos deben hacer agotadoras colas, presentar su cédula y poner su huella para comprar un poco de arroz, aceite, harina o café.
“CON TODOS, POR TODOS Y PARA TODOS”
Desde la ventana del segundo piso de una casita de ladrillos empinada en una ladera, una mujer le grita: “Allá vamos, a votar contra las colas”. “Aquí somos revolucionarios hasta la muerte”, le responde un vecino.
Tamara dice que buscará “cambiar la madeja de leyes que permiten el ‘medalaganismo’ del Estado (el ‘si me da la gana’)”, si gana una curul en estos comicios donde la oposición podría obtener la mayoría parlamentaria, por primera vez en 16 años de gobierno chavista.
“Nuestra propuesta es con todos, por todos y para todos. El chavismo dividió al país y ha gobernado con unos, por unos y para unos. Nosotros tenemos como norte reconciliar a Venezuela”, manifestó.
No obstante, aclara, no hay que hacerse “falsas expectativas: La nueva Asamblea será de transición de un modelo a otro, es el comienzo de la reconciliación y el cambio; pero esto, con un gobierno autocrático, va a generar un choque de trenes”.
“DERECHO AL OLVIDO”
Activista de la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (LGBT), también promete impulsar una ley contra la discriminación y en favor de los derechos de esa población, pues -afirma- Venezuela está atrasada respecto a países como México, Argentina, Colombia, Brasil y Chile.
Ella asegura saber bien lo que es la discriminación. Empezó a tomar hormonas a los 15 años y cuando notaba cambios en su cuerpo “caía en pánico”.
“Mi papá nunca dejó de llamarme por mi nombre masculino, pero lo más que me decía es: ‘quítate esa ropa que te ves muy feo”, confió. Sus dos hermanas la aceptan, el hermano mayor no le habla aún.
La candidata trans acusa al Estado venezolano de “homofóbico por acción” y “omisión”, pues cita, como ejemplo, que tras operarse para cambiar de sexo en Tailandia en 2002, pidió a la Justicia reconocer su identidad de género, pero no tiene respuesta. “Son 12 años de silencio. Mi caso está en un limbo”, asegura.
Por mantener la identidad masculina, logró casarse con una mujer hace 21 años. “Identidad de género y orientación sexual son cosas distintas”, explica Tamara, quien tiene un hijo de 28 años y una hija de 26, de su anterior vida como hombre.
Reclamando su “derecho al olvido”, muestra a la AFP, aunque no ante cámaras, su cédula de identidad. La foto de una mujer sonriente, de cabello entonces rizado, aparece bajo el nombre ‘Tomás Adrián’.