Las Águilas Negras. Así se hace llamar un grupo de reos para extorsionar. Estos actúan desde la cárcel de La Cuarta, en San Felipe, estado Yaracuy, y desde el Centro de Arrestos Preventivos retén El Marite, en Maracaibo
Ubican a su presa, la estudian e incluso se involucran en su entorno diario, cuando saben cada uno de sus movimientos y cuántas personas integran la familia de su víctima, lanzan el señuelo con una llamada: «¿Aló, comerciante? No cuelgue la llamada, pague lo que le pedimos o la matamos a usted y a toda su familia». Con estas palabras un delincuente inicia una extorsión vía telefónica, pues esas mismas las utilizaron para aterrorizar a Andreina, dueña de una panadería, en la Costa Oriental del Lago. La Verdad palpó las caras del proceso. El extorsionador, la víctima y las autoridades que trabajan contra este tipo de crimen. Dos presos hablaron y contaron su historia.
En un rincón del calabozo de cuatro metros de largo por tres de ancho, del comando del Grupo AntiExtorsión y Secuestro (Gaes), en Ciudad Lossada, estaba sentado y con la cabeza entre sus rodillas René José de 18 años. El joven aceptó estar preso por colaborar con una extorsión, mientras que los otros cuatro hombres que lo acompañaban en la celda se quedaron callados y escucharon cómo René, de piel morena y un metro 80 de alto, recordó su detención, el pasado 22 de septiembre a las 5.30 de la tarde en Bachaquero, municipio Cabimas.
«Los funcionarios me agarraron cuando buscaba el dinero de la extorsión que la víctima había dejado dentro de una bolsa negra, en un container de basura, en Bachaquero», explicó René. Los efectivos lo arrestaron durante una entrega controlada y le arrebataron de las manos el millón de bolívares que pretendía llevarse, según él sin recibir un bolívar a cambio. «Era primera vez que participaba en una vuelta así. Yo estaba tranquilo en mi casa y un vecino que me conoce desde pequeño, me buscó y me envolvió en el negocio sin yo darme cuenta, pues me dijo que lo único que tenía que hacer era buscar el pago. Me embulló y sin pensar y recibir nada a cambio lo hice y allí me agarraron».
Los padres del muchacho no sabían de sus andanzas. Creían que durante las horas que estuvo ausente en su hogar estaba trabajando en la línea de mototaxi a la que pertenecía, en Valmore Rodríguez, donde residía. «Mis padres se enteraron de esto cuando los llamaron del comando para decirles que me tenían preso por el delito de extorsión. Se impresionaron, pues como te digo era primera vez, yo tengo dos hijos y uno de ellos se llama Bryan, que es a quien tengo tatuado del lado derecho de mi pecho».
René, asustado por no saber qué pasaría con él estando detrás de las rejas, dijo cabizbajo no saber quiénes más estaban detrás de la extorsión de la comerciante de alimentos. «No sé quienes más participaron, solo sé que a la dama la estuvieron llamando todos los días y a toda hora, durante un mes».
Daniel Biaggio Santoreli Berardini Meza, de 21 años, quien tiene más de cinco tatuajes en su cuerpo, entre ellos una lágrima debajo de su ojo izquierdo, interrumpió la entrevista y confesó que a él también lo agarraron en flagrancia, el 28 de septiembre, día de su cumpleaños. «También era primera vez que lo hacía, pero yo sí lo hice por dinero, pues me pagarían 250 mil bolívares solo por buscar el paquete. Cuando iba a agarrar la mercancía en las inmediaciones de la plaza Bolívar del municipio Santa Rita, me interceptaron los guardias. Me preguntaron quiénes más estaban conmigo y no supe qué decirles, porque nunca supe quién era el cabecilla de la banda».
«Solo sé que tanto a René como a mí nos colocaron a la orden de la fiscalía de Cabimas, por el delito de extorsión», indicó Santorelli.
¿Te arrepientes?
– Todo el mundo se arrepiente, pero arriba hay un Dios.
«Mi vida cambió luego de la extorsión»
Durante 30 días a Carreño, de 37 años, le perturbaron el sueño. «Llamaron al teléfono celular de mi hijo, de 19 años, porque el mío estaba apagado. Lo llamaron por su nombre como si lo conocieran y le pidieron comunicarse conmigo. El señor que habló se identificó como Hosmel Ruiz, teniente de un pelotón de Las Águilas Negras 512 de Coro. Tenía acento cachaco».
Cuando el «teniente» logró comunicarse con el comerciante le dijo que mantuviera la calma, «que no era para atemorizarme, sino para hacer un vinculo de amistad, que ellos lo que querían era protegerme». En ese instante el desconocido comenzó a nombrar todos los bienes que Carreño poseía y hasta de más. «Al principio pensé que era una broma, pero a lo que nombraron a cada uno de los integrantes de mi familia y el negocio de víveres de mi madre, en el sector 18 de Octubre, al norte de Maracaibo, me di cuenta de que sí era verdad y alargué la conversación. Allí sentí presión».
La llamada se colgó y 15 minutos más tarde se retomó. «Cómo se siente, no queremos que esté angustiado, nosotros lo vamos a cuidar», le repitió el supuesto colombiano a Carreño, quien prosiguió diciéndole que por ser una persona humilde «‘le vamos a pedir un millón de bolívares’. Le dije que no podía porque no tenía esa cantidad de dinero».
La angustia que empezó a sentir la víctima por temor a que le hicieran algo a él o a su familia, lo hizo tomar la decisión de dirigirse al Gaes a denunciar. «El 8 de octubre coloqué la denuncia en la noche y estando allá me volvieron a llamar y me dijeron que como les caí bien y sabían que yo iba a cooperar, por eso me pedirían 600 mil bolívares. Allí les dije que ok, que les iba a dar la plata, pero que me dieran tiempo para ir al banco».
A las 8.00 de la mañana del siguiente día lo contactaron de nuevo. «No se preocupe que no lo queremos presionar, tenga el dinero y cuadramos la entrega para mantenerlo seguro y vigilado para que no le hagan nada». En el Gaes coordinaron hacer una entrega controlada. «Todo se organizó y me dirigí hasta la plaza del sector 18 de Octubre, donde vería a los extorsionadores para entregarles el maletín con el efectivo».
Carreño esperó hasta que un delincuente se le acercara hablando por celular. «El hombre que iba a buscar la plata de la extorsión recibía órdenes por medio de un celular y por otro equipo me daban indicaciones a mí, todo al mismo tiempo. El vándalo se me acercó, me entregó unas calcomanías para pegarlas en mi carro. Me dijo: ‘Bueno, señor, todo perfecto, ha sido un placer'». En segundos, más de 10 funcionarios salieron del automóvil de la víctima vestidos de civil y ejecutaron la detención del criminal a las 2.00 de la tarde frente a un supermercado del sector. Los efectivos además cerraron la calle y detuvieron a todas las personas que hablaban por celular en ese momento para verificar que no estuviesen implicados en el hecho.
Un tanto de angustia y tranquilidad sintió Carreño tras la denuncia. Reconoció no saber hasta dónde llegarían los delincuentes, pero no dudó en buscar ayuda y hacer frente al hampa. «Como comerciante he pasado por muchos riesgos para llegar a donde estoy. No tengan miedo, hay que denunciar y dar la cara con la justicia para poder desarticular estas bandas. Ahora me siento más tranquilo a pesar de que mi estilo de vida cambió por completo».
Modus Operandi
Los efectivos del Gaes que actuaron en el operativo indicaron que la extorsión de Carreño la procesaron desde la cárcel de Coro. «Un grupo de reos se hace llamar Las Águilas Negras, para extorsionar. Estos actúan también desde la cárcel de La Cuarta, en San Felipe, estado Yaracuy, y desde el Centro de Arrestos Preventivos retén El Marite, en Maracaibo». Explicaron que los integrantes de esta organización fingen el acento y se ocultan detrás de eso para hacer creer que son de Colombia. «A veces piden el dinero en efectivo y otras depósitos bancarios a diferentes cuentas. Luego del pago le entregan a la víctima una calcomanía (vacuna) para que se la coloquen a los carros y negocios de su propiedad como identificación».
Solución al delito
El teniente Jorge Luis Guzmán, comandante en jefe del Grupo AntiExtorsión y Secuestro (Gaes), habló con este rotativo y explicó que en la actualidad la mayoría de las extorsiones se están realizando en la Costa Oriental del Lago, específicamente desde el retén de Cabimas, pues reveló que los presos «cobran las extorsiones y los mismos policías les agarran la plata y hasta observan cuando hacen las entregas». En lo que va de 2015, el comando del Gaes en Ciudad Lossada ha contabilizado 517 casos.
Los expertos en contra de este crimen piden a las víctimas confiar en los cuerpos de seguridad, porque «para poder actuar debemos tener con nosotros la denuncia». Guzmán indicó que en medio de una estafa las víctimas pueden llegar a enfrentarse con sus victimarios, desde retarlos a que les cobren en la puerta de su casa o a decirles que no les van a pagar nada. «Si te mides con el criminal y si de verdad tienen una banda grande, van hasta la casa del comerciante y le disparan a la fachada o su negocio para que baje los ánimos». Desde entonces siembran terror sobre el timado, les indican con seguridad la dirección de su habitación, dónde trabajan, cuántos hijos tienen y hasta qué ropa están utilizando al momento de la llamada.
En caso de ser extorsionado, según la autoridad hay que atacar la credibilidad. Desde un hijo a su padre, hasta un compañero de trabajo puede estar detrás del delito. «La extorsión tiene alguien cercano, al saber que pusiste la denuncia, se enteran los extorsionadores y dicen a la víctima ‘hablaste con el comandante o el jefe de alguna policía'». Aplican técnicas de psicología para someter a su presa y les hacen creer que los jefes de las policías “somos parte de las mafias».
Desde la bocina los criminales aseguran que el jefe del Comando Regional 3 es parte de la banda de Los Meleán, que el comisario jefe de la Delegación de la Policía científica trabaja con algún «pram» de una cárcel nacional y que los militares del Gaes son «soldados» del Tren del Norte, expresó Jorge Luis, quien ratificó que en la gran mayoría de los casos la extorsión nace de alguien cercano.
En el comando los castrenses evalúan las habilidades de convencimiento del extorsionador y delante del denunciante le explican cuáles son los pasos a seguir durante una estafa.
El tercer y último punto del ciclo el comandante lo denominó «tu salvación soy yo». Es cuando el extorsionador indica que la única salida y solución es pagando. «Ya que la víctima quedó envuelta y no confía en ninguna Policía y decide pagar. Te pueden decir que ya todos en el sector han pagado y que solo faltas tú por la cuota». Para los funcionarios, el punto más difícil de abarcar es la denuncia por parte de los ciudadanos. Luego de que se formula la denuncia arranca la investigación de este delito complejo. Los nombres de bandas «míticas» en el Zulia ayudan a los delincuentes.
Cuna de extorsiones
Según la data de la Policía científica, en el 2011 el indicio de secuestros y extorsiones era de 75 por ciento en su punto más alto. En el 2012 se creó la División contra Extorsión y Secuestro en el estado Zulia. Desde la Cárcel «Modelo» de Sabaneta se orquestaba la mayor parte de las acciones criminales y desde su cierre oficial, la tarde del 19 de septiembre de 2013, el crimen en el municipio Maracaibo y el estado Zulia disminuyó en un 80 por ciento
En la delegación del cuerpo de investigaciones científicas, en la vía al aeropuerto, se recibieron en 2014, por mes, entre 10 y 15 denuncias por extorsión y para el siguiente año el negocio mermó, las denuncias llegaban de «una por mes y es mucho» detalló un funcionario de ese cuerpo de seguridad.
Autoridades de esa policía señalan que La Cañada de Urdaneta es el municipio con más denuncias y casos de este delito, seguidos por los que conforman la Costa Oriental del Lago. Los funcionarios de ese despacho aseguran que denunciar y no pagar a los malhechores es la mejor salida; tratar de no caer en el juego de su extorsionador; cambiar de número telefónico si es necesario y cambiar la rutina del día a día para confundir a los bandidos que se dedican a estudiar los pasos de los comerciantes para someterlos.
El cuerpo detectivesco ha recibido más de 25 denuncias en lo que va de año. Los procedimientos que se han completado han arrojado un total de 15 detenidos, entre ellos ningún funcionario policial. Los detectives aseveran que 72 horas es el tiempo tope que manejan para resolver un caso y que las cifras «van desde 10 mil bolívares, que son las denominadas ‘vacunas’, hasta sumas incalculables», expresó una fuente.
La denuncia: El mejor arma
El jefe del Comando del Gaes señaló con sumo cuidado que el gran error de la sociedad es pensar que «la realidad que vivimos los venezolanos es pagar al hampa». Los trabajos de campo del equipo antiextorsiones solo son efectuados al recibir una denuncia. «Desde que vemos que sí existe un proceso de extorsión comenzamos a armar el rompecabezas». Las declaraciones completas, sin ocultamiento de información por temor a ser atentados, son fundamentales para la investigación. Los efectivos dedicados a terminar con este negocio sucio aseguran que los detalles mínimos «pueden ser claves para practicar una aprehensión». Recalcó que para el mes de julio se recibieron cinco denuncias en el comando, logrando la aprehensión de 26 delincuentes, todos puestos a la orden del Ministerio Público por el delito de extorsión.
José Antonio González/La Verdad