El director de la encuestadora Delphos, Félix Seijas señaló que en los sectores populares quieren resolver los problemas primarios, lo que estiman más probable si Gobierno y oposición se ponen de acuerdo
Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos no tiene dudas de un resultado electoral, siempre que sean unos comicios transparentes: la relación seria 70-30 desfavorable al Gobierno, pero advierte que los sectores que adversan a Maduro son muy heterogéneos.
Este estadístico, Ph.D Analysis of Complex Data y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), destaca que a Juan Guaidó no lo conocía nadie el 4 de enero y hoy goza de la simpatía de casi el 60% de los venezolanos que lo siguen viendo como el potencial líder de la transición.
-Desde finales del 2018 a principios del 2019 ¿Ha cambiado la opinión de la población con relación a la intervención militar?
-El tema de la intervención es algo que va creciendo en la medida que la gente va perdiendo esperanzas de que esta situación pueda tener una solución de otro tipo, la gran mayoría siempre ha preferido soluciones pacíficas. Las elecciones siempre han sido como la vedet en el imaginario colectivo cuando la gente piensa en mecanismos para solucionar problemas, crisis, desacuerdos y para definir quienes ocupan el poder.
Esto hasta el año pasado era relativamente bajo, aunque yo lo considero alto porque una sola persona que esté pensando en una intervención militar es una cifra alta. Esto ha venido aumentando no de manera rápida, siguen siendo minoría, pero ha venido aumentando y lo que pasa es que muchos han perdido la esperanza de que la vía pacífica funcione, es la persona que se siente desvalida, secuestrada y en un momento puede tener miedo a que haya un hecho violento para terminar con la situación de secuestro, pero llega el momento en que la persona se plantea que esa es la única salida y , por lo tanto, estarían dispuestos a arriesgarse.
-¿Cuál es el nivel social de esa gente que quisiera una salida violenta a través de una intervención militar?
-Está en todos los niveles, pero sí tiende a haber un poco más en las clases altas.
-¿Por qué?
-Porque también en las clases altas hay más desesperación de un tipo, la desesperación que los lleva a buscar salidas inmediatas, de facto, de quiebre, violentas; en las clases bajas la desesperación es porque no hay comida, medicinas y en esas clases quieren solucionar esos problemas primarios. Pero está bastante parejo el deseo de una salida violenta.
-¿Entienden los encuestados lo que significa negociación?
-La mayoría prefiere negociación, prefiere métodos pacíficos, la negociación, los acuerdos es algo que tiene mucha más penetración o aceptación en las clases bajas que en las altas. En las clases bajas es un reclamo que vienen haciendo hace mucho tiempo: que se pongan de acuerdo, ellos quieren resolver sus problema, quieren comer, quieren ir a un hospital y conseguir sus medicinas, que los puedan atender, que no se mueran por esos motivos, quieren ser menos vulnerables, sus necesidades son más primarias, más básicas. Esas personas tienen tiempo reclamando, en su imaginario si se ponen de acuerdo los de un bando y de otro esto puede avanzar y sus principales problemas pueden solucionarse. Es una posición menos politizada en el sentido de que las clases bajas son heterogéneas y para ellos más que hablar de partidos políticos, de libertades, su problema es la comida y sí están más dispuestos a escuchar la palabra negociación.
En las clases más altas y en la medida que vamos aumentado la palabra causa más escozor, son los que sienten que una negociación puede tener intereses ocultos, agendas ocultas, no para beneficio de todos, sino de ellos mismos; mientras que las clases bajas piensan que pueden llegar a entenderse y al entenderse ganan todos.
-Pero pareciera que la gente rechaza la negociación.
-En general, la idea de la negociación la gente la considera una herramienta importantísima para la resolución de conflictos y también la gente siente que en estos momentos no están las condiciones dadas para que una negociación pueda arrojar resultados.
La gente no está en contra de una negociación lo que pasa es que sienten que al ir a la negociación el Gobierno no tiene la intención de ceder en ningún aspecto, por lo tanto, siente que ahí no se lograría nada en estos momentos y puede ser una pérdida de tiempo, el Gobierno tratando de comprar tiempo, tratando de oxigenarse. Ahí es donde está el escepticismo. En este grupo es más la gente que ve con buenos ojos una negociación, pero en ese grupo hay una parte que siente que no están las condiciones dadas.
-¿Esta gente que piensa que las condiciones no están dadas para una negociación entonces toma la opción de una salida violenta?
-No necesariamente, unos sí piensan que si no se da la negociación piden que venga el “Big brother” a ayudarnos, pero otros no, siguen esperanzados en el movimiento de Guaidó que pueda ejercer la presión necesaria para entonces sí poder entrar en un proceso de acuerdo con mecanismos de presión diplomática, de presión interna de crear las condiciones para que el Gobierno sienta la presión necesaria para sentarse, en serio, en una mesa de negociación.
-¿Guaidó ha perdido credibilidad?
-Guaidó en diciembre del año pasado era un desconocido, no llegaba ni a un 3% las personas que habían escuchado su nombre. Cuando arranca todo esto rápidamente la situación comienza a cambiar y sus nieles de aprobación y confianza llegaron a más de un 60% en febrero. Con el tiempo ha venido bajando, pero ahorita está muy cerca de 60%. Ese descenso era esperable porque al principio se anotan todos los que creen que él puede representar el cambio, incluso por la vía que cada quien tiene en su cabeza, incluso los más radicales piensan que esta persona viene a hacer lo que piensa que se debe hacer. Esto con el tiempo empieza a cambiar porque Guaidó comienza a actuar, a avanzar en su liderazgo con la ruta que se había planteado, algunos de los que en principio lo apoyaron se desprenden por descontento, eso es lo que llamamos el principio efervescente.
-¿Qué puede ocurrir a partir de ahora con Guaidó?
-Empieza una fase mucho más crítica para él porque ya ha habido dos intentos que no han tenido éxito y la gente se pregunta si vamos a seguir avanzando. Ha venido pasando el tiempo, ya se ha salido a la calle, la gente se impacienta más rápido ahora que, por ejemplo, en el 2017. En este momento la estrategia debe ser más clara, tiene que haber mucha creatividad dentro del grupo de Guaidó porque la gente necesita seguir atendiendo tres puntos principales: uno, que la gente sienta que él está ahí presente además de estar en la calle; el otro es que la gente sienta que tiene el control del movimiento, que sigue siendo el líder dentro del liderazgo opositor y lo tercero es mostrar victorias, que existe un plan y se está siguiendo, que todo lo que está ocurriendo es parte de un plan y ese plan va avanzando a través de victorias que se sientan que es posible, tiene que haber hechos concretos que la gente sienta que se está avanzando.
Si eso deja de ocurrir, y en todo lo que hemos estudiado hasta ahora, Guaidó difícilmente va a caer en una espiral negativa, donde la gente sienta que es un traidor. Lo que sí puede caer en una espiral de descenso es esa percepción de que él puede derrocar al Gobierno, de que él puede conducir esto a un puerto feliz y si eso llega a ocurrir va a perder poder de convocatoria, pero no porque la gente piense mal de él.
-¿Cómo ve usted la salida electoral?
-La oposición en cuanto a potencial electoral está muy por encima del gobierno, si aquí se dieran unas elecciones completamente limpias no tengo dudas de que se daría un 70/30, el asunto es que ese 70 de la oposición es muy heterogéneo y para ganarle al Gobierno se necesita tener una ventaja importante, eso significa que no se puede perder de ese 70%, si comienzas a perder entras en un territorio que es peligroso para enfrentar a un Gobierno que sabe hacer trampas.
Una parte de ese 70% siente que no es posible que haya un proceso electoral si Maduro está en el poder o es candidato, esto ha sido reforzado por los tres pasos de los que se ha venido hablando desde enero: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Si las elecciones fueran convocadas con Maduro como candidato una parte de ese 70% se desactivaría porque se sentirían traicionados. Hay otro sector que es más flexible en ese sentido, y el punto que unifica a toda la oposición para sentir que una elección puede tener sentido es el cambio del CNE.
-Sabemos que las encuestadoras no tienen una bola mágica para predecir el futuro, pero según los estudios de Delphos ¿Podríamos tener una visión de lo que tenemos en el futuro próximo?
-Va a depender de varios factores, el movimiento Guaidó si bien venía explorando todos los terrenos hizo énfasis en la vía de quiebre en dos momentos específicos: la entrada de la ayuda humanitaria y el 30 de abril y lo que buscaba era una adhesión en cascada de los efectivos militares que cambiara toda la institución y la trajera a apoyar el movimiento de cambio.
No ocurrió y al no ocurrir me parece que, incluso, los apoyos internacionales se han dado cuenta de que hay que avanzar en otras vías más expeditas y lo de Oslo es una señal de ello porque eso no se monta en dos días ni tampoco es cierto que porque no se dio el 30 de abril empezaron a tocar puertas, esas son cosas que se logran después de mucho tiempo de trabajo, eso se estaba trabajando y creo que ahora va a tener más énfasis esa vía y no quiere decir que la otra no se siga trabajando, pero la vía diplomática ha tomado fuerzas.
-¿Se cambiarán las estrategias?
-Creo que estamos en las vísperas de un cambio de estrategias de los Estados Unidos que va a pasar de amenazar a buscar una salida diplomática por la vía pacífica, no de quiebre sino algún tipo de transición. Creo que las declaraciones de Pompeo fueron para llamar la atención de alguna manera y decir que ahora las cosas van en otro sentido. Creo que las sanciones se van a mantener y también van a aumentar otro tipo de sanciones, se irán tocando más personas y los Estados Unidos seguirá viendo cómo se entienden con Rusia y con China en el tema venezolano; Estados Unidos apoyará, aunque no sea de manera explícita, los esfuerzos de la Comunidad Europea y el Grupo de Lima.
-¿Qué va a ocurrir?
-Guaidó representa la esperanza, en la medida en que siga teniendo ese respaldo de la comunidad internacional difícilmente el Gobierno va ir contra él de manera directa porque el costo sería alto. Hay una cierta calma, el Gobierno siente que puede mantener a Guiadó todavía libre y eso le representa un costo menor que ir contra él y ponerlo preso, él va a seguir avanzando ¿se va a poder seguir mostrando avances, logros, se están dando pasos hacia el objetivo que la gente quiere? De eso va a depender mucho el ánimo, pero si la presión interna cae esto va a tener un retroceso importantísimo. Hay que mantener esa presión interna con asambleas de vecinos, de sindicatos, de profesionales, ese ruido lo tiene que haber, tiene que estarse moviendo y en la medida en que eso se mantenga, esos terrenos diplomáticos, de negociación, de diálogo, de acuerdos tienen mayor posibilidad de conducir a algo.
-¿Esa posibilidad se dará rápido?
-Yo no creo que esto sea algo de un día para otro, me parece que es cosa de meses, porque de un día para otro son los mecanismos de quiebre. A lo mejor habrá un tercero y todos salgamos sorprendidos y mientras más sorpresa sea, más efectivo puede ser, aunque lo veo muy difícil porque el estamento militar tendría que moverse en bloque y ahí hay que trabajar para que el bloque completo cambie su apoyo y empiecen a respaldar las fuerzas del cambio, pero eso es más difícil y más lento, tiene que ser a través de la presión y la presión constante, que debe continuar, debe incrementarse.
La presión interna es vital, pero también la internacional y en la medida en que la presión siga aumentando el Gobierno va a tener que tomar una decisión: o se radicaliza completamente, pone preso a todo el mundo y pasa a otra fase o va a tener que comenzar a ceder en algunos aspectos y puede llegar el momento en que sienta que ceder algunas cosas y buscar una salida favorable para la cúpula puede ser el mal menor. Si ese momento llega estaremos a las puertas del inicio de una transición y eso no es de un día para otro, reseña Tal Cual