El éxodo de venezolanos al resto de países de América puede llegar a los cuatro millones de personas a fines de este año, advirtió este martes en Lima el director del Programa para la Región Andina, Norteamérica y el Caribe del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), Francisco Quintana.
El abogado aseguró en una entrevista a EFE que las estimaciones que maneja su institución, en función a los datos recogidos por más de 70 organizaciones de la sociedad civil, indican que actualmente tres millones de venezolanos han huido de su país, a diferencia de los 2,3 millones que estima Naciones Unidas.
«En el último año salieron de Venezuela 1,5 millones de personas. Esto no tiene precedentes en cualquier parte del mundo. En Siria salieron seis millones de personas en un período de cuatro o cinco años. En Myanmar, un millón de rohingyas abandonaron el país, pero en casi diez años», declaró el director.
Las cifras estimadas por el Cejil junto a otras organizaciones como el Servicio Jesuita a Refugiados señalan que actualmente hay dos millones de venezolanos en Colombia, medio millón en Perú, otro medio millón en Ecuador, 120.000 en Argentina y unos 30.000 en República Dominicana.
Según cifras oficiales ofrecidas hace una semana en la sede de la Comunidad Andina, las autoridades de Colombia señalaron que actualmente reciben a casi un millón de venezolanos, Perú admiten más de 430.000 y Ecuador a unos 200.000.
«No sé por qué Brasil sigue manejando cifras de 70.000 personas que no se han movido en tres meses. Es raro», indicó Quintana, quien participa en Lima en la conferencia internacional sobre trata de personas y otras formas de esclavitud en Latinoamérica, organizada por el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (Idehpucp).
«Estamos hablando de que el 12 % de la población de Venezuela podría estar fuera del país este año. Con las medidas que ha tomado el presidente Nicolás Maduro, creemos que el flujo de emigrantes va a seguir con el ritmo que hemos visto hasta ahora», agregó.
En ese sentido, el Cejil celebrará el 18 y 19 de septiembre en Washington una reunión de la sociedad civil para establecer un plan de acción para los Estados, los organismos internacionales, el sector privado y académico e incluso las familias, desde donde se debe erradicar el problema de la xenofobia.
Quintana conminó a los Estados y organismos internacionales a reconocer que comenzaron a actuar de una manera tardía.
«Desde la sociedad civil hacemos un llamado para una coordinación regional que atienda este fenómeno. No podemos esperar a que los organismos y Estados se pongan de acuerdo. Esto es urgente. Hay gente muriendo, gente con hambre. Hay necesidad de ayuda humanitaria y queremos dar respuestas», explicó.
En ese sentido, Quintana propuso mejorar los canales de cooperación económicos a aquellos países que concentren más inmigrantes venezolanos y «reconocer la protección internacional que estas personas merecen».
«Ahí está uno de los mayores retos. Perú, Argentina, Chile y Colombia no quieren reconocer la condición de refugiados. La Declaración de Cartagena permitiría reconocer que estas personas tienen una serie de derechos establecidos a nivel internacional, y Acnur podría trabajar de una manera amplia», argumentó Quintana.
«Si hubiera una voluntad política de todos los gobiernos de activar esa protección internacional, eso vendría acompañado de un catálogo de garantías que redundaría en una serie de puentes aéreos para mover a las personas a diferentes países y que no sean uno o dos Estados los que asuman toda la responsabilidad», apuntó.
Sobre el cierre de fronteras de algunos países como Perú para los venezolanos que no tienen pasaporte, el especialista del Cejil consideró que este tipo de medidas deberían ser erradicadas porque fomenta la inmigración irregular y deja a las personas en una situación de vulnerabilidad extrema.
Alertó que esa condición puede llevarlas a un reclutamiento forzado para las guerrillas o ser captadas por organizaciones criminales de trata de personas para explotación laboral o sexual.
Quintana reiteró que en América se debe aprovechar la oportunidad que la migración venezolana ofrece para posicionar a la región como líder en protección de refugiados y convertirse en un ejemplo de buenas prácticas para Europa, donde actualmente vemos restricciones brutales para las personas que cruzan el Mediterráneo.