“Mi nombre legal es Marisabel Del Vecchio, pero no se corresponde con mi nombre elegido, entonces es incómodo que estés cobrando un cheque en un banco y cuando te acerques a la taquilla se generen las sospechas habituales”.
El asunto que debido a un vacío legal, parece ser más común de lo que cualquiera podría imaginar; y es que Del Vecchio agrega: “Recientemente me pasó cuando fui a un comercio con mi tarjeta de crédito y mi cédula y me dijeron que la tarjeta era de una tipa llamada Marisabel. Le expliqué en un tono alto mi situación y accedió a atenderme, pero todo esto ocurrió delante de la gente que estaba en el lugar, de modo que para evitar incomodidades procuro ir a sitios donde ya me conozcan”.
Así empieza el relato de reafirmación del ahora Tony, transexual que el 31 de diciembre de 1980 nació mujer; pero que 36 años después es todo un hombre; ese que – según dice- podría ser el primer ciudadano venezolano en obtener reasignación de identidad. Todo esto, gracias a un petitorio del Gobierno del Distrito Capital, y al formato ONRC-RC-002, emitido por el Consejo Nacional Electoral (CNE) sobre la materia.
Dueño y gerente de la empresa de publicidad Creativen, encargada de la distribución de materiales del ramo, celebra junto con su “esposa” la posibilidad de obtener el documento de identidad y ofrecer así testimonio público de su coherencia con su nombre, su sexo y su aspecto varonil.
La complejidad de esta realidad es el motor fundamental de Tony; quien no quiere que su caso se quede solo como una lucha individual; ni mucho menos “un logro alcanzado a escondidas” tomando en cuenta que como suele suceder con las minorías olvidadas por las leyes, su reasignación legal no ha sido sencilla.
“Desde que tengo uso de razón me siento hombre”
“Mi papá siempre supo que yo era niño y durante mis vacaciones trabajaba albañilería y plomería en su constructora. Mi madre, como todas las madres, quería que yo llevara el pelo largo, pero yo me pasaba la máquina para parecerme a mi papá. Desde que tengo uso de razón me siento hombre”, relató Tony, quien además recuerda lo agradable que le resultaba cuando le decían lo mucho que se parecía a su papá, Antonio Del Vecchio, un constructor a quien le quitaron la vida durante un robo.
Su experiencia de vida, le detalla como positiva; debido precisamente al apoyo familiar con el que ha contado; tanto, que fueron su madre y una tía las que eligieron el nombre que ahora aspira a legalizar. “Yo te tengo que volver a bautizar´, me dijo mi mamá. Propuso Antonio como mi papá, pero una tía consideró que ese nombre era de viejo. Entonces me sugirió llamarme Tony, que era el diminutivo, y yo me siento muy cómodo, aunque la mayoría de mis amigos me llaman Del Vecchio”.
Opina que no todas las personas se ponen en los zapatos de un “transexual”, porque la gente comúnmente se para frente a un espejo y se siente a gusto, aspecto que contrasta con los que al hacer lo mismo no se sienten bien con su reflejo. “Eso genera frustración. Si tienes a la familia de tu lado, como es mi caso, tienes más de la mitad del mundo comido”.
Tony se declara heterosexual, es decir, le gustan exclusivamente las mujeres y vive con la suya, también heterosexual, desde hace 11 años; aunque técnicamente sería lesbiana si hubiera mantenido su sexo de nacimiento.
En Parque Central es la cosa
Para un transexual cambiar de nombre sin que medie un tribunal no ha sido una posibilidad efectiva, ni siquiera para Tamara Adrián, diputada opositora al gobierno de Nicolás Maduro; sin embargo, las cosas podrían ser diferentes de acuerdo con la experiencia de Tony Del Vecchio.
Relata que en Facebook encontró el Grupo FTM Venezuela (Organización Trans de Venezuela) y allí se informó que la Dirección de Sexodiversidad del Gobierno del Distrito Capital –con Daniel Aponte a la cabeza– abría una posibilidad de reasignación legal, aunque admite que el trabajo oficialista sobre ese punto se ha hecho de manera casi subterránea. Desconoce las razones de ese bajo perfil y sobre ello se niega a especular.
La Dirección de Sexodiversidad está ubicada en el piso 15 de la Torre Este de Parque Central. Esta dependencia oficial redacta el petitorio, de manera gratuita, con el cual puede solicitarse el cambio legal de nombre en el registro donde la persona haya sido presentada al nacer. “En mi caso, yo me trasladé luego al registro en la parroquia Nuestra Señora del Rosario en Baruta, donde me trataron de manera cortés. Manifesté que quería cambiar mi nombre y mostré el petitorio”, explicó.
Una vez en su registro recibió un documento que debía llenar como requisito necesario: el formato ONRC-RC-002, emitido por el Consejo Nacional Electoral, el cual resulta, según Del Vecchio, el verdaderamente importante para el propósito.
La tramitación implica consignar una batería de documentos sugeridos en Baruta:
- Tres fotografías de frente
- Fotocopia de la cédula de identidad
- Fotocopia de la partida de nacimiento
- Informes médicos de las reasignaciones
- Un examen firmado por el endocrinólogo
- Aval psicológico.
Explica que en el aval psicológico debe especificar que la persona no sufre algún problema de personalidad y que el género expresado es el que corresponde con el “género mental”. “Realmente lo que quieren determinar es que tu pensamiento es coherente con lo que muestras y expresas”, presume Del Vecchio.
Refiere que el monto a pagar por el aval queda a discreción del psicólogo que atienda la solicitud. Toda una lucha que, aunque burocrática, para él vale la pena enfrentar. “Al parecer, yo sería el primer caso que se logra por vía administrativa y no judicial. Me dicen que en 15 días, después de consignar los recaudos, podría obtener mi nueva identidad. O, al menos, una respuesta”.
¿Transfobia institucional en Venezuela?
Cualquier opositor al gobierno central calificaría de treta política lo que está pasando con los documentos oficiales que prometen la reasignación legal. Tamara Adrián no puede contar una historia tan esperanzadora como lo ha hecho Tony Del Vecchio.
Según la diputada, en Venezuela no existe un piso legal que garantice a la comunidad transgénero su identidad: ni de nombre, ni de sexo. Y esto hablaría de la transfobia o rechazo institucional contra esta población.
En el caso de nuestro país, la situación legal resulta más compleja que en países del mismo continente, aún cuando en rigor la cultura de este lado del mundo parezca tener idénticas bases.
Florángel Parodi, médico sexóloga del Centro de Investigaciones Psiquiátricas, Psicológicas y Sexológicas de Venezuela, CIPPSV, -quien por años ha acompañado profesionalmente a la comunidad en su proceso de reasignación total- asegura que en el país ha hecho falta la voluntad de quienes legislan. Hasta los momentos, es un derecho negado.
Ciertamente, el oscurantismo jurídico que arropa a estos ciudadanos se torna más caótico ante una realidad que habla de poderes públicos e individualidades del Alto Gobierno que se superponen arbitrariamente unos a otros.
Desde la Asamblea Nacional, órgano encargado de los cambios legales en el país, se asegura que los diputados que la conforman están neutralizados en sus funciones naturales, y se acusa como responsable al Tribunal Supremo de Justicia que, de hecho, la ha usurpado en sus atribuciones, según la parlamentaria Tamara Adrián.
Mientras esto ocurre, la comunidad transexual en Venezuela sigue en un limbo: No hay marco legal que le de respaldo a la identidad requerida. Lo que existe a favor, como el artículo 146 del Registro Civil, es desestimado en su aplicación por las autoridades.
Nada halagador. Aunque la persona que aspire a la modificación de nombre haya experimentado tres de las cuatro etapas de reasignaciones previas (social, hormonal, quirúrgica), tampoco se vislumbra luz al final de su proceso.
Precisamente, ese es el caso de Tamara Adrián, quien desde el año 2002 cumplió su fase quirúrgica, pero 15 años después, en su cédula de identidad venezolana sigue siendo llamada por su nombre masculino e identificada por el sexo con el cual nació.
Venezuela, la rezagada de Latinoamérica
En cuanto a esa condición humana, no siempre las cosas han quedado claras. Por ejemplo, en el año 2009 se aprobó en Venezuela la Ley Orgánica en el Registro Civil que entró en vigencia en 2010. Ahí se establece que toda persona tiene derecho a cambiarse el nombre propio. Nunca habla de sexo.
Esta posibilidad homologaba a Venezuela con países de la región, sin embargo, en la práctica, sucede distinto. Hay una desatención completa a la ley por parte de quienes tienen la obligación de hacerla cumplir.
En países como Argentina, Colombia, Ecuador, México, Uruguay y Bolivia existe la opción de cambiarse de nombre sin que se requiera pasar por la reasignación genital. Específicamente, el Senado argentino aprobó en 2012 la ley de identidad de género y, en tres años, hasta 6 mil personas habían hecho los cambios respectivos. En México, también es visto como un trámite administrativo, con la facilidad que ello conlleva.
¿Por qué en nuestro país no es posible?
Sobre ese punto Tamara Adrián siente doble responsabilidad. La primera debido a que es una ciudadana electa como diputada para abogar por los derechos de los venezolanos, mientras que la segunda la toma por ser la primera transgénero que consigue llegar a la Asamblea Nacional, lo cual acentúa moralmente el compromiso con sus iguales.
El artículo 146 de la Ley Orgánica de Registro Civil, con fecha 15 de septiembre de 2009 y firmada por el entonces presidente Hugo Chávez, garantiza el derecho a cambiar de nombre. La ley lo establece en estos términos:
“Toda persona podrá cambiar su nombre propio, por una sola vez, ante el registrador o la registradora civil cuando éste sea infamante, la someta al escarnio público, atente contra su integridad moral, honor y reputación, o no se corresponda con su género, afectando así el libre desenvolvimiento de su personalidad”.
Ahora bien, el Registro Civil, donde está apuntada la referida ley, es controlado por las autoridades del Consejo Nacional Electoral. A una de sus principales voceras, Sandra Oblitas, se le reconoce como una entusiasta cristiana evangélica, de quien dicen hace prevalecer el criterio religioso sobre el discernimiento legal. Para Adrián esto constituye una piedra en el zapato si quiere avanzarse en esa dirección.
En el mismo tenor, ubica al director de la Oficina Nacional del Registro Civil, Alejandro Herrera, a quien identifica como un religioso católico ortodoxo. En sus palabras, ambos habrían impedido, hasta ahora, que se aplique el artículo 146 que otorga el derecho que a ella le han arrebatado.
Tamara Adrián desestima presentar, hasta nuevo aviso, su proyecto de ley. Su razón es que aquello que apruebe la Asamblea Nacional es declarado inconstitucional por el Tribunal Supremo de Justicia, que ha señalado en desacato al ente legislador. “Por eso me parece inconsciente hacerlo en este momento”, se justifica Adrián. “Allí lo que propongo es una modificación de la Ley Orgánica del Registro Civil, donde la comunidad transexual pueda obtener su nueva identidad y partida de nacimiento por vía administrativa como en México, Ecuador, Argentina y Bolivia”.
Cuando habla de identidad, Adrián no solo se refiere a la opción de un nombre sino también la modificación del sexo. Aunque habría una intención positiva en el artículo 146, este solo otorga derechos por el nuevo nombre y no por la definición del nuevo sexo.
Dicho de otra forma, legalmente en Venezuela una persona transexual podría cambiar de nombre pero no de sexo de nacimiento, lo cual derivaría en casos como llamar a un ciudadano por su nombre en femenino y manteniendo en la misma cédula el sexo masculino. O viceversa. Una incoherencia inadmisible.
Una población aproximada…
La diputada Tamara Adrián opina que no existe un censo determinante sobre el número total de la población transexual en el mundo. Mucho menos en Venezuela donde las estadísticas casi siempre son de carácter especulativo. Sin embargo, en el subcontinente de América Latina se estima una cuantía, de acuerdo con las consideraciones de Adrián, de hasta 0.89 por ciento de la población transexual.
Sobre la base de este dato se infiere que de los 31 millones de venezolanos estimados como población para 2016, según proyecciones hechas por el Instituto Nacional de Estadísticas basándose en el Censo 2011, el país contaría con 27 mil 590 ciudadanos en condición transgénero. Sería ese el mismo colectivo que hoy reclama legalidad para su nombre y sexo nuevos sin necesidad del permiso que hoy otorga el Gobierno del Distrito Capital ni llenar el formato exigido por el CNE.
CD
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