El silencio se ha impuesto en el edificio Don Eduardo, en la céntrica avenida Este 12 de Caracas. El sábado, en esa residencia de 15 pisos, cayó el segundo dron que, según el Gobierno venezolano, iba a atentar contra el presidente Nicolás Maduro. Pocos quieren hablar con la prensa, solo algunos se atreven a relatar de forma lacónica cómo estalló el artefacto en un apartamento. “El aparato tropezó en el séptimo piso y luego cayó. Ahí se hizo pedazos. El ruido nos dejó casi sordos. Después nos invadió la policía”, explica una vecina que pide ocultar su identidad.
Maolis Castro/El País
Muchos piensan que un comentario malinterpretado puede comprometer su seguridad en un país con 248 presos políticos y un sistema de justicia favorable al Gobierno. “No, mejor no, uno no sabe qué pueda pasar”, justifica otra mujer en el segundo piso para no ser entrevistada. Justo una planta abajo, en el apartamento numerado como 22, estalló un dron con explosivo C-4. Sus paredes están carbonizadas, huele a cables quemados y a deshabitada. Sus propietarios salieron ilesos del ataque porque no se hallaban ahí durante el incendio. Los vecinos dicen que tres personas están heridas por el impacto.
De momento, la fachada chamuscada de la residencia se ha convertido en un icono. Los transeúntes se detienen al verla, especulan y hacen hipótesis, cuentan su experiencia de la explosión. Jesús Villegas, un estudiante de 18 años, se para a ver los rastros del estallido y tratar de encontrar algo que despeje sus dudas. “No sé, pero desde el principio supe que se trató de un intento de magnicidio. Escuché el ruido y pensé que lo mataron. Después salí a la calle y la gente gritaba: ‘¡Mataron a Maduro!”, dice Villegas.
Entretanto, Janeth Rivas y José Ponce, otros transeúntes, se preguntan por qué los drones llegaron tan cerca de la tarima presidencial en el desfile del 81 aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana si el mismo Gobierno ha prohibido el sobrevuelo de estos artefactos en actos oficiales.
En lo que sí coinciden los vecinos es en que escucharon dos ensordecedores estallidos, uno en la avenida de Bolívar y otro en la Este 12. Dicen que la onda expansiva provocó un temblor en el suelo. “No se trató de una bombona de gas, pues en estos edificios hay gas directo, de tuberías, y muchos vieron caer el dron”, cuenta Honorio Álvarez, un vendedor de arepas. El oficialismo había convocado a sus seguidores para marchar ayer en Caracas en rechazo del posible intento de magnicidio y en apoyo a Maduro.