El autobús de Maduro que lleva a Venezuela al precipicio (Infografía)

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Nicolás Maduro Moros ganó  la presidencia de la República, empujado por un sentimiento de luto de los simpatizantes Hugo Chávez Frías,  y con una popularidad casi mínima. En las presidenciales de 2013, venció a Henrique Capriles Radonski  por un estrecho margen de 235.000 votos.

Esa noche,  se alzó con 7.505.338 de los votos escrutados lo que representa 50.66%. Mientras que su directo contentor consiguió el 49.07% de los votos, fracción que representa 7.270.403. Pese a estas cifras, aún existe la duda en algunos venezolanos si el sucesor de Chávez efectivamente ganó las elecciones. Unos meses después, Nicolás Maduro mostró indicios de no tolerar críticas en su contra. En febrero de 2014, ante la crisis que recién iniciaba, opositores llamaron a  protestar en su contra, dejando al menos 43 muertos, cientos de heridos y dirigentes encarcelados, entre ellos, la cara de los presos políticos, Leopoldo López.

Un año después, la popularidad del Jefe de Estado siguió desplomándose ante la agudización del conflicto para conseguir comida básica y medicinas y un escándalo por narcotráfico en Estados Unidos que vinculó a sus sobrinos predijo lo que sucedería. El chavismo perdió el control absoluto de la Asamblea Nacional ante una mayoría opositora que traía propuestas para hacerle frente a la crisis económica y política. La derrota no fue soportada. El Gobierno antes de entregar el Parlamento designó una medianoche a magistrados de la Sala Constitucional que terminó de sostenerlo en el Poder y, ignorando la voluntad popular, aniquiló a la Asamblea Nacional con un supuesto “desacato” al incorporar a diputados de Amazonas que fueron impugnados por el Psuv ante un “fraude”.

Así, el TSJ dio luz verde para que el Presidente pudiera desempeñarse en su cargo sin objeción y control de la AN, por ello, le aprobó un Decreto de Estado de Excepción y Emergencia Económica que hasta el sol de hoy sigue vigente, con nuevas normas como la posible suspensión de garantías. Luego, la oposición planteó hacer un referendo revocatorio y con las firmas ya recogidas, las consignó ante el Poder Electoral. El oficialismo salió al paso asegurando que éstas fueron producto del “más gigantesco fraude” en la historia de Venezuela, y ante un “juego de pelotas” entre el CNE y el TSJ, se suspendió el RR. Además, Tibisay Lucena presentó al país un cronograma electoral para el año siguiente (2017) ignorando los comicios regionales y municipales que estaban previstos para el 2016.

A principios de abril del presente año, el TSJ intentó dar la estocada final al parlamento, publicando dos sentencias que desaparecían por completo a la AN y permitía la violación a la inmunidad parlamentaria. La acción fue reculada por no tener el consentimiento de la Fiscal de la República, Luisa Ortega Díaz.  Ya en plenas protestas en su contra, ordenó a la Fuerza Armada activar el Plan Zamora, con el cual se desató una represión brutal contra manifestantes que en 55 días, sigue intentando llegar al centro de Caracas.

Como si fuera poco,  Maduro sacó una nueva carta que le permita esquivar medidas que lo pudieran desalojar de Miraflores, según datos tomados de la ONG Provea. Recientemente, propuso una reforma a la Constitución, contrariando al “legado” de Chávez,  y que ya tuvo el visto bueno del CNE quien colocó fecha a unos comicios criticados cuyas condiciones, según especialistas en el área, violan la Carta Magna.

El Cooperante

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