Dictadura 2.0 a punta de billete: Cuentas institucionales de Poderes Públicos promovieron al Psuv y a Maduro

La nueva moda de los grupos políticos en Venezuela y buena parte de América Latina consiste en contratar los servicios de firmas especializadas para incidir “artificialmente” en la opinión pública, a través de redes sociales. Una práctica que sería perfectamente válida si partiera del manejo estratégico de tales herramientas y no de una tendencia creada a través del uso de mecanismos poco éticos, para hacer creer que la gente está hablando a favor de una parcialidad política, cuando en realidad habla de otra cosa.

Un detallado estudio, revelado durante el segundo trimestre de este año por el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) confirmaba esta teoría, con sólidos argumentos basados en metodología de investigación científica; y denunciaba además el uso de fondos públicos del Estado para crear tales tendencias, como si el “cariño virtual” también pudiera obtenerse con el desembolso de no pocas cantidades de dólares.

Son comunes al menos dos prácticas igual de reprochables pero distintas. Una, es la de usar las herramientas de información de instituciones públicas; y otra es pagarles a empresas especializadas para que con el uso de “cuentas falsas” impulsen etiquetas hasta crear tendencias, logrando captar la atención de la audiencia en regiones determinadas.

El cuidadoso trabajo de IPYS, denominado: “El ejército calibre 2.0” estudió 65 cuentas institucionales de los Poderes Públicos en Twitter y mostró cómo fueron promovidas 5 etiquetas durante mayo de este año, para impulsar al partido de Gobierno, las primarias del PSUV y contenidos específicos de Nicolás Maduro.

El estudio confirmó la “partidización” de entes institucionales al mostrar cómo “decenas de cuentas de organismos oficiales, ministerios, dependencias, empresas y medios estatales tuiteaban de manera articulada y sistemática para posicionar etiquetas favorables a la gestión de Gobierno y al Partido Socialista Unido de Venezuela”.

Lo curioso es que no se trata de un caso excepcional sino de tendencias cada vez más comunes –aunque ilegales- que cobran particular interés entre toldas políticas y empresas de mercadeo y branding con exponencial crecimiento en la red.

El mecanismo es siempre el mismo: una vez elegida la plataforma digital, pagan por las publicaciones en simultáneo, impulsan los temas y generan etiquetas para que usuarios –en su mayoría electrónicos- compartan “argumentos en defensa de ‘la revolución’ bolivariana…” o de la marca que se esté impulsando, según constata el Instituto.

Una réplica del caso de México

Una situación similar ocurre en México, y un caso emblemático sucedió como respuesta del Gobierno, cuando en septiembre de 2014, el anuncio de la desaparición de 43 estudiantes generó profundo descontento que culminó en fuertes protestas en todo el territorio nacional azteca.

Pero la utilización de robots en Twitter ya se venía registrando con fuerza en el manejo artificial de campañas, y un caso concreto en ese país fue el que ocurrió en las elecciones de 2012, cuando se utilizaron toneladas de cuentas falsas para promover la candidatura del actual presidente, Enrique Peña Nieto, según denunció en su momento, el conocido activista Alberto Escorcia. Una práctica reiterada en Venezuela, de acuerdo con los informes de IPYS.

Ahora bien, por qué invertir grandes sumas de dinero para hacer creer que cientos de miles de tuiteros están hablando de los “logros del Comandante”, en vez de permitir que se muestre en el trending topic la realidad: que la audiencia está más pendiente del aniversario de Super Mario Bros, o del día de la arepa, de protestas en Táchira o del juicio contra Leopoldo.

Tal accionar político confirma el amplio temor que existe en las altas instancias de Gobierno ante el irreversible y cada vez más creciente poder mediático de las redes sociales, en un país donde éstas representan un desahogo “casi sin censura”. A tal punto que los medios tradicionales, que solían dejar de lado a sus amigas virtuales, ahora navegan en ellas para mostrar lo que “opinan las redes sociales”, aunque en realidad son vitrinas de exposición mediática, capaces de darle voz a todo ser pensante que se anime a postear desde su comunidad algo que genere reacción (engagement) en su audiencia.

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