Los altos costos y falta de repuestos, el colapso del Metro y el desamparo por parte del Estado, han obligado a los venezolanos a buscar una manera de resolver su día a día
El cansancio, la indignación y la frustración, forman parte de la cotidianidad de Oswaldo Calzadilla, quien a sus 53 años, no encuentra otra opción que solo caminar 30 minutos desde su casa ubicada en el barrio Primero de Mayo, hasta la estación del Metro La Bandera, para así posteriormente dirigirse a El Valle y trasladarse nuevamente a pie a su trabajo en el Fuerte Tiuna.
No conforme a esto, los 15 minutos que invertía tomando dos autobuses, en donde el primero lo dejaba en la Nueva Granada y desde allí agarraba el segundo con dirección a El Valle, ahora se convirtieron en una hora. Durante su caminata transitan pocos buses, pero la demanda sobrepasa cada unidad ya que solo un 7% de la flota se encuentra activa, según un sondeo realizado en las rutas más importantes de la ciudad.
Tras un poco de suerte, Calzadilla podría montarse en una unidad con la única condición de ir guindado “como una uva” en la puerta. No obstante, por miedo a caerse decide irse a pie. Aunque las rodillas le pasan factura, es la única opción que tiene para movilizarse, y así cumplir con su cargo de asistente del departamento de recursos de aprendizajes de la Academia Militar de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela (Amgnb).
William Maduro, un sexagenario de 62 años, nunca se había sentido tan indignado, pues debe trasladarse diariamente entre empujones y discusiones de los usuarios, choferes y colectores. También se dirige hacia la Ambng donde desempaña el cargo de plomero. Anteriormente iba en un bus desde la avenida Andrés Bello, ubicada a cinco cuadras de donde él reside hasta el Fuerte Tiuna.
Sin embargo, dicha línea de transporte desapareció. Ahora, la vida se le va en una ruta de al menos cuatro autobuses y una cola de aproximadamente hora y media solo para esperar uno de ellos, lo que ha degradado significativamente su salud y bienestar corporal.
Por otro lado, Luis Silva, quien es especialista en transporte público, asegura que la falta de políticas públicas así como la descoordinación del sistema administrativo del país y la no implementación de leyes, ha tenido como consecuencia que el transporte tenga falla, y conlleve a su deterioro cada vez más visible. En la década de los 80, el transporte público terrestre estaba constituido por autobuses con capacidad de al menos 60 personas, y fue sustituido por los microbuses, en donde ahora las llamadas “camionetas” solo cuentan con 30 asientos.
Asimismo, Celia Herrera, quien es miembro de la Sociedad Venezolana de Ingeniería de Transporte y Vialidad (Sotravial), acotó que esto representa un gran retroceso, ya que estos autobuses trasladan menos ciudadanos. De ser un ejemplo en Latinoamérica en los años 70, Venezuela se convirtió poco a poco en uno de los países con el peor sistema de transporte público, según el Índice de IESE Cities In Motion 2017 de la Universidad de Navarra.
Pero no era tan caótico para 1983, donde el municipio Libertador se modernizó tras la inauguración del Metro de Caracas y posteriormente la llegada del Metrobús que fue creado en el 1987.
Asimismo, Silva agregó que tras el hecho de que el Ejecutivo se encargue del sistema del Metro y por su parte la Alcaldía de Libertador del resto del transporte, demuestra la descoordinación que trae como consecuencia el colapso que hoy enfrenta los venezolanos. reseñado por El Universal.