Se llama Franklin – o al menos así le dicen -, lleva siempre una gorra azul y blanca, y, en ocasiones, un megáfono por el que regaña a sus adversarios o agita a su séquito. Algo siempre lo acompaña: el puño listo para atacar a opositores venezolanos o a cualquiera que manifieste disidencia frente al régimen de Nicolás Maduro.
Han pasado más de siete meses desde que este sujeto de piel morena saltó a la fama en el país tras comandar la agresión contra decenas de seguidores de Leopoldo López que aguardaban a las afueras del Palacio de Justicia por una sentencia. Ese día, 10 de octubre de 2015, el opositor fue condenado a casi 14 años de prisión por su palabra contra el régimen. Franklin, en cambio, iniciaba su carrera pusilánime ante la más impune mirada del sistema de justicia.
Con su rostro expuesto en medios de comunicación y redes sociales donde fue señalado por la violencia en el Palacio de Justicia, Franklin bajó la guardia durante casi dos meses, hasta que el 9 de diciembre de ese año irrumpió en la rueda de prensa de dos exministros de Hugo Chávez que declaraban contra Maduro y su proceder frente la crisis económica. Aquella pauta terminó en violencia y pánico, y sin detenciones.
El hombre en cuestión, hasta el momento sin apellido, es un asiduo visitante de la esquina de San Francisco, en el centro de Caracas, desde donde «asedia e intimida», según reportes de periodistas en la zona. Su presencia y actividad en el mencionado sitio ha aumentado desde el 5 de enero de este año, tras la instalación de la nueva Asamblea Nacional, lo que trajo consigo una concurrencia al menos interdiaria de decenas de objetivos: opositores, mayoría en el Parlamento.
Su cara volvió a asomarse el 7 de abril bajo el ambiente de terror que se vivió en un edificio administrativo del Legislativo por amenaza de bomba. Pese a la situación, no perdió oportunidad de gritar e insultar a los diputados opositores.
Semanas más tarde no permitió a legisladores de la Unidad dirigirse hasta el Consejo Nacional Electoral (CNE) para participar en la entrega de la planilla que activaría el proceso revocatorio contra Maduro. Con la anuencia de la Guardia Nacional Bolivariana que custodia la zona cercó la ruta entre las sedes del Poder Legislativo y el Electoral y advirtió, megáfono en mano, que iba a «escoñetar» al que intentara burlar su trinchera.
El accionar violento de este impune agresor cobró fuerza solo tres días después cuando, frente a cámaras fotográficas y de video, golpeó en la cara al secretario ejecutivo de la opositora Mesa de la Unidad Democrática, Jesús «Chúo» Torrealba que protestaba frente a la estatal Corpoelec por los apagones de horas diarias que sufren todos los venezolanos.
Al menos en cuatro ocasiones ciudadanos venezolanos, exministros, una mujer embarazada, ancianos, dirigentes políticos y periodistas han sentido la fuerza del puño de Franklin, un confeso defensor del régimen madurista que actúa con la confianza que le brinda la más absoluta impunidad que lo respalda.
Último ataque
El sujeto en cuestión reapareció la mañana del jueves 9 de junio en las inmediaciones del CNE para amedrentar a las decenas de diputados opositores que acudieron hasta el ente comicial para exigir la validación de las firmas de quienes solicitaron la activación del revocatorio contra Maduro.
Una vez más, su presencia redundó en un diputado y un asistente parlamentario con la cabeza partida, varios legisladores con heridas en varias partes del cuerpo y la represión generalizada contra los disidentes del régimen.
Por NTN24 Venezuela