América Latina y el Caribe ha generado el 11 % del carbono acumulado en la atmósfera, con el 8,5 % correspondiente a Sudamérica
Es necesario que la financiación climática «esté disponible» para la lucha contra los impactos climáticos en Latinoamérica, para que la región «participe y contribuya» en el proceso de reducción de emisiones de CO2, asegura a EFE el economista Ernesto Schargrodsky, del Banco de Desarrollo para América Latina y el Caribe (CAF).
Schargrodsky, director de Investigaciones Socioeconómicas de CAF, participó esta semana en la presentación del Reporte de Economía y Desarrollo (RED) «Desafíos globales, soluciones regionales. América Latina y el Caribe frente a la crisis climática y de biodiversidad», durante la conferencia anual en Europa de la entidad financiera, ambas en Madrid.
CAF pretende impulsar una nueva agenda de inversiones de la Unión Europea en la región, centradas en la transición verde, la transformación digital y la lucha contra la pobreza, para lo cual participará además en la reunión de los ministros europeos de Economía en el marco de la presidencia española del Consejo de la UE con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Santiago de Compostela (norte) hoy y mañana.
En opinión del economista de CAF, la financiación climática «debería estar disponible para la región -que no ha contribuido en forma significativa en términos históricos a la generación de emisiones-«, una financiación en la que «contribuye CAF y deberían fortalecer los organismos internacionales».
Según el informe, América Latina y el Caribe ha generado el 11 % del carbono acumulado en la atmósfera, con el 8,5 % correspondiente a Sudamérica, el 2 % a Mesoamérica y el restante 0,5 % al Caribe.
Como consecuencia del cambio climático, el impacto de fenómenos climáticos extremos en América Latina y el Caribe pasaron de 28 por año durante el período 1980-1999 a 53 anuales en el período 2000-2021, con una población afectada por los mismos que pasó de 4,5 a 7,2 millones de personas por año en los mismos períodos.
Según Schargrodsky, América Latina y el Caribe afrontan «desafíos globales» relacionados con el calentamiento global, el cambio climático o la pérdida de biodiversidad, y frente a esto la región tiene un «triple desafío socioeconómico y ambiental».
En su opinión, esos retos suponen «implementar políticas de adaptación para enfrentar las consecuencias del cambio climático; de mitigación para participar con el resto del mundo en la reducción de emisiones que generan el calentamiento global, y políticas de conservación del capital natural de la región, incluida la biodiversidad, para no consumir ese capital natural, afectando las posibilidades de crecimiento económico futuro».
Pero la región tiene a la vez que «hacer frente a los desafíos pendientes de la gran desigualdad que siempre ha existido y un crecimiento económico magro», asegura.
Actualmente, dice, hay una «discusión exhaustiva buscando espacios de sinergia» en relación a la «prioridad» de las inversiones, porque la región afronta estos desafíos que «implican grandes gastos» con un presupuesto «limitado», pero existen «formas de equilibrar (‘trade off’) esas prioridades».
Entre ellas, explica, «están la transición energética vinculada con la necesidad de reducir las emisiones a través de energías verdes, el gas natural, el aumento de la electrificación -que va a requerir minerales críticos de la región-, el desarrollo de soluciones basadas en la naturaleza o la reducción del consumo eléctrico con electrodomésticos más eficientes».
Es una «serie de políticas que pretenden sinergias ‘win win’ (ganan todos) que atiendan a los desafíos a la vez», asegura, pero, que «en muchos casos no se podrá alcanzar» y se producirán «tensiones vinculadas a cómo conseguir ese financiamiento».
«Las zonas tropicales son las más afectadas por el aumento de las temperaturas en la región», sostiene, y apunta que las soluciones basadas en la naturaleza «pueden ser un camino» para la adaptación, y actualmente la arquitectura o el diseño de ciudades están tomando en cuenta políticas para afrontar esta situación, aunque «pueden ser insuficientes».
Explica que «en general, la financiación internacional busca más la mitigación climática que la adaptación», más relacionada con los problemas locales.
Por ello, refiriéndose al título del estudio presentado en Madrid sobre «desafíos globales, soluciones regionales», Schargrodsky sostiene que existen «soluciones locales que se deben estudiar y adoptar en cada lugar».
La región de América Latina y el Caribe, subraya, «contribuye al mundo muchísimo en proveer bosques naturales», y el primer objetivo es «frenar la deforestación», antes que planificar «la reforestación, que sería un desafío muy grande e implicaría reducir la superficie destinada a la agricultura, un desafío en términos de alimentación, que la región resuelve para ella misma y para el resto el mundo».
Schargrodsky asegura que «para frenar la deforestación, sin desplazar la frontera agrícola», es necesario «aumentar la productividad en la producción agropecuaria, con mayor inversión y eficiencia energética en todo el circuito agrícola ganadero» para solventar los problemas de pobreza en la región.
Porque, subraya, la «lucha por la reducción de la pobreza, puede conllevar también la reducción de la deforestación», procesos que «en muchas ocasiones se realizan en zonas muy pobres, para actividad agrícola de muy baja productividad».
Además, sostiene, «la exportación de alimentos proporciona recursos para la adquisición de otros bienes».
En el Caribe, una zona más afectada por los ciclones y la subida del nivel del mar, se necesitan «inversiones en adaptación climática que son costosas», y que, «en muchas ocasiones, se contabilizan, incluso por los organismos internacionales, como gastos, cuando en realidad son inversiones y deben ser consideradas de esa manera».
Concluye que «el informe busca que los decisores de políticas de la región aumenten sus compromisos con estos temas y que sean cumplidos» e insta que para cumplir los retos «esté disponible la financiación internacional, en la que ya contribuye el CAF». EFE