Los recientes ejercicios militares en Venezuela son la forma de Nicolás Maduro de demostrar su fuerza frente a las amenazas de posibles intervenciones extranjeras. Con 79 unidades que incluyen cazas rusos Sukhoi y aviones F-16 estadounidenses, la aviación venezolana es de las mejores del continente, y el componente militar del país se ubica en el puesto 50 a nivel mundial, y séptimo en el continente
El gobierno de Nicolás Maduro desplegó un notable ejercicio militar en Venezuela el pasado 22 de enero, una estrategia que busca reafirmar su capacidad de fuerza tanto hacia adversarios internos como externos ante las amenazas de posibles intervenciones extranjeras en las recientes semanas.
El despliegue castrense fue especialmente visible en las calles y medios de comunicación, mientras crecen las tensiones políticas y el clima de impaciencia social.
Desde el Palacio de Miraflores, la cúpula cívico-militar del chavismo parece haberse preparado para un escenario postelectoral turbulento, mostrando la cohesión y lealtad de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (Fanb) como pilar de su estrategia de poder.
La doctrina militar ha sido central para la llamada “Revolución Bolivariana” desde sus inicios. Este enfoque permitió un sostenido crecimiento del gasto militar, la expansión de la Guardia Nacional y la creación de la Milicia Nacional Bolivariana, un componente ideologizado que refuerza la capacidad de respuesta interna ante eventuales crisis.
Actualmente, Venezuela ocupa el puesto 50 en el ranking Global Fire Power de 2025, destacándose como la séptima potencia militar de América Latina.
Según el diario El País de España, este despliegue de poder contrasta con las deficiencias internas de la institución. Observadores independientes señalan problemas de apresto operacional, agravados por el deterioro socioeconómico del país, la desmotivación del personal militar y el desgaste en los equipos de combate.
Las Fanb enfrentan críticas por su limitada efectividad en frentes clave, como la contención de grupos irregulares en la frontera y el control de la minería ilegal en zonas selváticas.
A pesar de estas dificultades, Maduro tiene un aliado clave en Vladimir Padrino López, general en jefe de las Fanb y ministro de Defensa, quien trabaja por mantener el apoyo militar mediante esfuerzos para garantizar estabilidad económica al personal castrense y modernizar el armamento.
La aviación venezolana, con 79 unidades que incluyen cazas rusos Sukhoi y aviones F-16 estadounidenses, sigue siendo una de las mejor dotadas de la región.
La estructura de defensa nacional, organizada a través de las Regiones Estratégicas de Defensa Integral (Redi) y Zonas Operativas de Defensa Integral (Zodi), asegura la cobertura militar en todo el territorio.
Este modelo responde a la creciente preocupación del chavismo ante una posible intervención extranjera. La administración de Maduro interpreta como amenazas las posturas internacionales, particularmente desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y la influencia de figuras como Marco Rubio, y está dispuesta a “defender con su vida” la permanencia en el poder, como ya ha afirmado el mandatario venezolano.