Una «tormenta perfecta» sobre la libertad de prensa en América. Así describe a Efe Roberto Rock, directivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), cómo se han alineado la pandemia de la covid-19, la crisis económica general y la propia de los medios y un clima político enconado y polarizado para amenazar ese derecho fundamental.
Hasta Canadá, un país donde el respeto a la libertad de prensa se creía asegurado, presenta este año algunos problemas, señala.
Rock, director del portal mexicano La Silla Rota, es el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, organización con sede en Miami que a partir de este miércoles celebra su 76 Asamblea General de manera virtual a causa de la pandemia.
En esta primera jornada comenzará la presentación de los informes de 24 países americanos que muestran el estado de la libertad de prensa de marzo a octubre de este año y serán aprobados el viernes.
Cuando se le pregunta si es el peor panorama en años, subraya que hubo épocas en las que los asesinatos de periodistas, que suman 14 desde marzo a octubre de 2020, fueron más numerosos, pero en todo lo demás los informes remiten a los tiempos en que abundaban las dictaduras militares en América Latina, allá por los años 70 y 80.
«La tragedia de la covid-19 ha agudizado una tendencia contraria a la libertad de expresión existente en muchos países», dice.
Un trío perturbador
Combinada con la polarización y la confrontación que caracterizan la política y se ven agravadas por un clima preelectoral en muchos países de la región y con una crisis económica con graves consecuencias sociales, sobre todo en América Latina, el resultado es nefasto.
Además, los Gobiernos de «lengua dura», como los define Rock, estigmatizan a los periodistas y los medios de comunicación y deslegitiman el papel de la prensa, lo que sucede particularmente en Brasil, México, El Salvador y Estados Unidos.
Afirmaciones como la de que los medios son «el enemigo del pueblo», hecha por el presidente estadounidense, Donald Trump, un discurso que «se repite agravado» en América Latina, son «una incitación a la violencia» contra los periodistas, dice Rock.
Ya no sorprende que Estados Unidos sea mencionado junto con países latinoamericanos cuando se habla de amenazas a la libertad de prensa, pero este año se da la circunstancia de que coincide con Venezuela en haber sido escenario de agresiones y detenciones arbitrarias de periodistas durante protestas.
«Las motivaciones son obviamente diferentes», al igual que las consecuencias, pero el problema es el mismo, dice Rock, quien recuerda los tiempos en que el encargado de presentar el informe de libertad de prensa en EE.UU. era «un señor que se paraba tres minutos y decía que no había habido nada».
«Ahora lee hasta diez cuadrillas», subraya.
Efecto imitación
A preguntas de Efe sobre si el hecho de que Estados Unidos también falle en el respeto a la libertad de prensa no puede ser la justificación para que algunos gobiernos latinoamericanos actúen de igual manera dice que evidentemente tiene «un efecto imitación».
Pero no es el único país imitado. Las acciones de México en ese terreno, según dice, tienen el mismo efecto en Centroamérica.
De esa zona viene una de las mejores noticias contenidas en los informes de esta Asamblea de la SIP.
En Honduras, dice Rock, los delitos de honor (difamación y calumnia) pasaron del fuero judicial penal al civil.
Los informes con mayores y más graves atentados a la libertad de prensa son los de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
El que menos problemas presenta es Uruguay, junto con Canadá.
Un compendio de atentados
El compendio de atentados a la libertad de prensa que son los informes país a país incluye asesinatos, otras agresiones físicas, torturas, secuestros, desapariciones, detenciones arbitrarias, disposiciones judiciales y decretos del poder ejecutivo.
También constan demandas contra periodistas, censura, utilización de la publicidad oficial para premiar o castigar a medios, información falsa, trabas al acceso a la información oficial y opacidad informativa, entre otros.
Muchos Gobiernos del continente han tratado de minimizar el impacto de la covid-19 en sus países, dice Rock respecto a los últimos elementos de la lista.
De los 14 asesinatos de periodistas ocurridos en el periodo marzo-octubre, seis fueron en México, tres Honduras, dos en Venezuela, uno en Barbados, uno en Brasil y uno en Colombia.
«Es una de la cifras más altas de los últimos años», dice Rock, quien advierte que los miembros de la SIP van a recibir e la Asamblea General que comienza hoy uno de los peores reportes desde hace más de una década.
Más de un millar de medios tradicionales y digitales forman parte de la SIP, una organización dedicada a la promoción y defensa de la libertad de prensa. EFE