El presunto asesino estaba separado de la madre de las niñas y debía entregarlas mañana
«Voy a matar a mis hijas y luego me suicidaré yo», anunció David Oubel Renedo al guardia civil que le cogió el teléfono en el cuartel de Moraña (Pontevedra). Así lo hizo. Cuando los agentes llegaron a la casa las niñas habían muerto degolladas y el hombre estaba metido en la bañera con cortes en las muñecas. Las pequeñas, de 9 y 4 años, habían pasado 15 días de vacaciones con él —conocido agente inmobiliario del pueblo— y hoy debían volver con su madre. Todo indica que el doble parricidio es otro acto de venganza de un hombre hacia su exesposa.
Era casi el mediodía de ayer cuando David Oubel Renedo, agente inmobiliario y administrador de fincas de 40 años, hizo una llamada al cuartel de la Guardia Civil para anticipar el asesinato de sus dos hijas de nueve y cuatro años y su propio suicidio. Cuando llegaron los agentes a su casa, el parricida ya había matado presuntamente a las pequeñas cortándoles el cuello con un cuchillo, y él estaba dentro de una bañera, en estado semiinconsciente, después de infligirse con la misma arma varios cortes en el cuello y en las muñecas. Había dejado una nota manuscrita, en las que ahora se centra la investigación judicial.
Mientras la Guardia Civil analiza las escalofriantes pruebas obtenidas en el escenario del crimen bajo una absoluta discreción, no se descarta ningún móvil, aunque todo apunta a que el presunto parricida habría actuado con ánimo de vengarse de su exmujer. Un caso más de violencia de género, según fuentes judiciales.
Divorciados pero vecinos
La pareja, que vivía en el mismo pueblo, se había divorciado hace un año, aunque llevaban separados casi tres. No constan antecedentes ni denuncias de malos tratos, según confirmó la Delegación del Gobierno en Galicia, si bien allegados a la familia de la madre afirman que en varias ocasiones había sido amenazada por el padre con hacerle daño a las niñas.
Ella, una traductora que hablaba varios idiomas y trabajaba por cuenta propia desde su casa de Moraña, tenía la custodia compartida de sus hijas con su exmarido y nunca hubo ningún incidente. Las niñas solían estar con el padre al menos una vez al mes. Hace 15 días, las pequeñas se trasladaron al domicilio del hombre para pasar parte de sus vacaciones allí. Hoy era el día en el que estaba previsto que regresaran con su madre.
Oubel vivía en Moraña pero trabajaba como autónomo desde hace años en el municipio cercano de Caldas de Reis, donde era administrador de varios edificios y propietario —con una hermana— de una moderna y céntrica agencia inmobiliaria: Gaubica Gestión.
Como empresario, su comportamiento era normal. «Un hombre tranquilo con perfil de emprendedor», señala el alcalde de la localidad, Juan Manuel Rey, también conmocionado por la noticia.
Mientras agentes policiales y judiciales entraban y salían de la casa, en unas pesquisas que se prolongaron hasta media tarde, el escenario del doble crimen era ayer el centro de reunión de los vecinos de Moraña. Muchos se acercaban para saber qué había ocurrido allí, otros no daban crédito a lo sucedido. «Parecía un hombre tan normal…», comentaba una amiga de la familia. «Ayer lo vimos por la fiesta [del pueblo] y esta misma mañana paseó con las niñas por aquí delante. Cómo pudo hacer esta barbaridad, y él dijo que se iba a suicidar pero al final no lo hizo…».
Entre la consternación de los vecinos, un profesor que daba clases a la niña mayor en el colegio público de Moraña, al que iban las dos hermanas, no podía contener las lágrimas. «Esto es terrible, nunca lo hubiera imaginado, no tiene sentido», decía.
El presunto parricida fue ingresado en el hospital pontevedrés de Montecelo, aunque su estado no reviste gravedad. Está previsto que hoy sea dado de alta después de someterse a un reconocimiento psiquiátrico a requerimiento judicial.
El juzgado de Caldas que lleva el caso ha preparado para esta tarde la comparecencia en la que el hombre prestará declaración.
Crónica negra del aficionado a competiciones caninas
La crónica negra golpeó ayer al pueblo pontevedrés de Moraña, de apenas 4.000 habitantes, en plenas fiestas locales, que se han interrumpido bruscamente con tres días de luto oficial. La noche anterior, el padre paseó una vez más con sus hijas y varios amigos entre las zonas de tapeo y el bullicio festivo.
La alcaldesa de Moraña, María Luisa Piñeiro, se convirtió ayer en un testigo clave de la tragedia; es íntima amiga de la pareja. Consternada y con voz entrecortada dijo a EL PAÍS que “lo ocurrido es incomprensible”. “No entiendo qué pudo pasar. Estoy completamente bloqueada. Anoche [por el jueves] estuve con él y con las niñas y todo parecía tan normal”, añadió.
El presunto parricida es muy conocido en los ambientes de competiciones caninas de la provincia, donde intervino en varias ediciones. Su nombre aparece en Internet relacionado en la organización de múltiples eventos. En este extenso grupo de aficionados sus amigos no daban crédito a lo ocurrido. “Se volvió loco”, comentaban en las redes sociales, donde colgaron crespones negros y circulaban fotos saliendo de su casa en una camilla camino del hospital.
ELISA LOIS/El PAÍS