Los líderes del G7 cierran este lunes su cumbre en el sur de Francia, marcada por los incendios en la Amazonía, la visita sorpresa del canciller iraní y la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Los dirigentes de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Canadá y Japón, reunidos desde el sábado en Biarritz, dijeron estar de acuerdo para ayudar «lo más rápido posible» a los países afectados por los incendios que asolan la Amazonía, según el presidente francés y anfitrión del encuentro, Emmanuel Macron, quien prometió «medios técnicos y financieros» para abordar esta «emergencia internacional».
Pero hasta el lunes por la mañana, los siete países industrializados no habían concretado ninguna medida para ayudar a sofocar los incendios que devoran desde hace varias semanas parte de la mayor selva tropical del mundo.
La cuestión se invitó a último minuto al encuentro en Biarritz, un exclusivo balneario del sudoeste de Francia totalmente blindado para la ocasión, y provocó un cruce de acusaciones con el presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, quien denunció una intromisión en asuntos soberanos de otras naciones.
La canciller alemana, Angela Merkel, abordó la situación con el presidente chileno, Sebastián Piñera, el único mandatario sudamericano presente en la cumbre, a invitación de Francia.
«Estamos estudiando una ayuda, sobre todo logística», indicó Merkel a la prensa.
La última jornada comenzará con un encuentro bilateral entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo egipcio, Abdel Fatah Al Sisi, presidente de turno de la Unión Africana (UA), seguido por un cara a cara entre el estadounidense y la canciller alemana.
La cumbre concluirá la tarde de este lunes con una serie de ruedas de prensa, que podrían incluir una conjunta entre Macron y Trump, quien presidirá el próximo G7.
Los dos mandatarios, que mantienen una relación aparentemente cordial, mostraron estos días que tienen una visión muy diferente sobre lo que es un G7.
Trump celebró reuniones bilaterales y se centró en las cuestiones económicas y comerciales, en tanto que Macron se movilizó por la crisis de los incendios en la Amazonía e hizo una apuesta diplomática al conseguir que el ministro iraní de Relaciones Exteriores viajara por sorpresa a Biarritz el domingo para abordar la reciente escalada de tensiones.
Mohamad Javad Zarif se reunió con Macron y con el jefe de la diplomacia francés, Jean-Yves Le Drian, así como con representantes de Alemania y Reino Unido, los otros dos países europeos que firmaron el acuerdo sobre el programa nuclear iraní en 2015.
Estados Unidos, otro de los signatarios, se retiró unilateralmente del acuerdo hace un año y lleva a cabo una política de presión máxima sobre Teherán, que replicó reanudando algunas de sus actividades nucleares.
Macron había mantenido conversaciones con Zarif en París en vísperas de la cumbre del G7 y ha estado dirigiendo los esfuerzos para que Teherán y Washington vuelvan a la mesa de negociaciones.
«El camino por delante es difícil. Pero vale la pena intentarlo», tuiteó el ministro iraní tras los encuentros. Las autoridades francesas calificaron las discusiones con Zarif de «positivas» pero no trascendieron elementos sobre su contenido.
– Guerra comercial y Brexit –
Entre las otras cuestiones abordadas en los dos primeros días de este foro destacó la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que este fin de semana volvieron a imponerse nuevos aranceles mutuos. La escalada preocupa a todos los dirigentes reunidos en Biarritz, en un contexto de temor a una posible desaceleración económica a nivel global.
No obstante, Donald Trump se mostró inflexible y continuó en su lógica de confrontación con Pekín. Un portavoz de la Casa Blanca llegó a asegurar que el presidente estadounidense sólo «lamenta no haber subido aún más los aranceles» a los productos chinos.
La cumbre fue también la primera gran cita internacional para el flamante primer ministro británico, Boris Johnson, quien se encuentra en plena negociación sobre el Brexit con la Unión Europea (UE).
La cita en Biarritz no mostró avances en la cuestión de la frontera irlandesa, motivo de bloqueo de las negociaciones, a solo unas semanas de la fecha prevista para el divorcio de la UE y el Reino Unido, el 31 de octubre.
Johnson aprovechó la ocasión para encandilar a Trump, esperando poder establecer unas relaciones comerciales privilegiadas con Washington para amortiguar el choque del Brexit.