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Trump ha ido un poco más allá en su utilización de la crisis migratoria que atraviesa el sur del país como arma política. Este viernes ha asegurado que está valorando “en serio” enviar a los “inmigrantes ilegales” arrestados en la frontera a aquellas localidades, mayoritariamente gobernadas por demócratas, que se conocen como “ciudades santuario” porque no aplican mano dura en la persecución de las personas indocumentadas. Así lo ha confirmado el presidente, horas después de que la Casa Blanca asegurara que el proyecto, adelantado ayer por The Washington Post, se barajó pero rápidamente se desechó.
«Debido al hecho de que los demócratas no quieren cambiar nuestras tan peligrosas leyes de inmigración, estamos, en efecto, como se ha informado, considerando en serio ubicar a inmigrantes indocumentados solo en las ciudades santuario», ha tuiteado Trump. «La izquierda radical siempre parece tener una política de fronteras abiertas y brazos abiertos, ¡así que seguro que esto les hace muy felices!», ha añadido.
Las agresivas políticas migratorias de la Administración Trump no han disuadido a quienes buscan desesperadamente entrar en Estados Unidos. El perfil de los inmigrantes ha cambiado: ya no son mexicanos adultos que cruzan, esquivando los controles, para pasar inadvertidos y trabajar en el país; desde 2014, tienden a ser familias enteras, que huyen de situaciones de violencia y extrema pobreza en Centroamérica, y atraviesan en busca de una patrulla fronteriza a la que entregarse voluntariamente y solicitar asilo. Quienes han gestionado su viaje les aseguran que, siempre que vayan acompañados de menores, se les permitirá quedarse en suelo estadounidense mientras se procesa su petición de asilo. El cambio ha sobresaturado los centros de detención, incapaces de gestionar la nueva realidad.
La política actual es que la policía de inmigración debe ponerlos en libertad si no puede deportarlos. Una vez los detenidos son puestos en libertad, pueden instalarse donde elijan, siempre que informen a las autoridades de su paradero.
Hay ciudades donde se persigue a esos inmigrantes y otras, dos centenares de “ciudades santuario”, que optan por proteger a los indocumentados y no informan a las autoridades federales de la situación legal de las personas. Entre ellas está el distrito de San Francisco que representa en el Congreso la presidenta de la Cámara baja, la demócrata Nancy Pelosi.
The Washington Post informó el jueves de que el plan de llevarlos a esas ciudades lo había hablado la Casa Blanca con el Servicio de Inmigración en noviembre, ante la llegada de una caravana de centroamericanos a la frontera, y después en febrero. Pero el Servicio de Inmigración lo descartó con argumentos de presupuesto e imagen.
«Fue solamente una propuesta que se hizo y se rechazó, lo cual zanjó cualquier debate posterior», afirmó la Casa Blanca en un comunicado a última hora del jueves. A la mañana siguiente, la propuesta fue recuperada en Twitter por Trump