Las calles colmadas de vendedores ambulantes en muchas ciudades de América Latina comenzaron a vaciarse a medida que las autoridades sanitarias restringieron la movilización para contener la pandemia de coronavirus, dejando a muchos trabajadores sin su única fuente de ingresos.
La pandemia que en el mundo supera 1,5 millones de contagios y más de 89.000 muertos, ha atacado a la región dejando más de 1.300 fallecidos sólo sumando Brasil, México, Perú y Chile.
Matías Máximo ha vendido ñames (tubérculos) asados y plátanos en las calles de la Ciudad de México en los últimos tres años, con un ingreso de hasta 600 pesos (25 dólares) por día. Ahora gana la mitad por la falta de clientes.
“Si no salgo ¿de dónde voy a sacar para comer? Tengo que salir a fuerzas a trabajar”, dijo el joven de 24 años al relatar que sus cinco hermanos trabajan en lo mismo para mantener a sus familias en Toluca, en el estado de México.
Además le preocupa enfermarse porque se quedaría sin poder salir a vender, mientras intenta comprar menos insumos ante la incertidumbre.
“La mercancía se echaría a perder, y luego en lugar de ganancias y así, saldríamos afectados también nosotros”, afirmó, haciendo una pausa con su carrito equipado con un pequeño horno y un silbato para atraer clientes.
En México más de la mitad de la población activa está empleada en el sector informal, según el estatal INEGI.
Una asociación de 5.000 vendedores ambulantes en el centro histórico de la Ciudad de México dijo a fines de marzo que daría 6.000 pesos (250 dólares) a cada vendedor para alentarlos a quedarse en casa y criticó al gobierno de la ciudad por no ofrecer más apoyo.
El cierre de comercios y restricciones golpea a las economías locales, muchas con alta dependencia a la exportación de materias primas, lo que impulsaría aún más a la informalidad.
Entre 2012 y 2018, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el empleo por cuenta propia en América Latina subió de 21,1 al 23% de los ocupados.
“Un mayor crecimiento del empleo por cuenta propia frente a una reducción del empleo asalariado en el sector privado, son señal de un proceso de precarización de los empleos que se vienen creando en América Latina”, dijo la OIT en un informe en febrero.
REFRIGERADOR VACÍO
Adela Charco, una mujer de 61 años que vive en unos de los cerros de arena de Villa El Salvador en Lima, comentó que al no poder salir por la cuarentena, se dedica a reparar zapatos de algunos clientes en su vivienda.
“Anteriormente tuve la enfermedad de la TBC (tuberculosis) y ahora tengo miedo salir y que se complique mi salud. Estoy preocupada, no se qué hacer”, afirmó.
En Perú, hay muchas familias pobres que no han logrado recibir una ayuda gubernamental por problemas burocráticos y falta de documentos.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima una contracción del 1,8% del Producto Interno Bruto regional, lo que empujaría un alza del desempleo en diez puntos porcentuales.
En Brasil, 41,1% de la población activa está en la informalidad, según datos oficiales de 2019. Eso representa 38,4 millones de personas, la mayor cifra desde 2016.
En Chile, el Gobierno anunció esta semana la creación de un fondo de 2.000 millones de dólares para apoyar principalmente a los informales, que no tienen acceso a seguros de desempleo. Aún no estaba claro el mecanismo para otorgar la ayuda.
Pero en medio de las desoladas calles del centro de Santiago, algunos se aventuran a ofrecer sus mercancías incluso sin los respectivos permisos de circulación. Varios pasaron a engrosar la lista de más de 500 detenidos en la zona metropolitana por violar la cuarentena (esta cifra es desde que empezó?).
“Todavía no he vendido nada y tengo que estar hasta las tres o cuatro (de la tarde)(…) lo que Dios me dé hoy día no más”, dijo Luz María Ríos, de 76 años, quien ofrecía huevos de pascua de chocolate en el centro de Santiago.
La tasa de desocupación regional ha retomado la tendencia alcista que parecía haberse apaciguado en 2018 cuando registró una ligera baja. En 2019 habría cerrado al nivel de 8,1% en el promedio regional, según estimaciones de la OIT.
La situación golpea a países con grandes problemas de desigualdad, como Bolivia.
“Como madre es doloroso porque abres tu refrigerador y lo ves vacío”, dijo Mary Estela Mamani, quien trabaja por cuenta propia con un taxi en La Paz.
“Hay mucha mujeres que tienen varios hijos a las que sus parejas las abandonaron. Me pregunto, ¿ellos cómo estarán si yo estoy sufriendo de hambre y qué pasara más adelante?”.
La precaria situación con el virus llevaría que de un total de 620 millones de habitantes, el número de pobres en la región suba de 185 a 220 millones de personas, según la CEPAL.
Reuters