Como si se tratara de un auto o de unas vacaciones en la playa, el avión presidencial mexicano podría ser ofrecido en una rifa popular, el último recurso lanzado el viernes por Andrés Manuel López Obrador para deshacerse de la lujosa aeronave.
La rifa sería organizada por la Lotería Nacional con el sorteo de seis millones de boletos de 500 pesos (27 dólares), para una bolsa total de 3,000 millones de pesos (unos 160 millones de dólares), sugirió el mandatario el viernes en su conferencia de prensa diaria matutina.
Inmediatamente, la idea del presidente generó decenas de memes en redes sociales con el avión estacionado frente a edificios o comercios.
“Se va a vender el avión presidencial, se vende, se renta o se rifa, pero yo no me voy a subir”, insistió el mandatario más tarde en un acto público desde el estado sureño Oaxaca. “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”.
“Todo lo que se obtenga con la venta de ese avión va a ser para comprar equipo médico (…) para que no falte los equipos en los hospitales públicos”, agregó.
Sin embargo, la ocurrencia de López Obrador parece haber agarrado por sorpresa al secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez.
“No lo oí y no se me había ocurrido”, dijo a periodistas el funcionario, quien cuando fue consultado sobre si la idea era factible dijo: “No, no creo”.
López Obrador sostuvo el martes que el avión, que había sido enviado hace meses a Estados Unidos para ser exhibido y vendido, regresaría en breve al país desde California al no encontrar comprador. El mantenimiento durante ese tiempo costó unos 1.6 millones de dólares.
En los últimos días, dijo el presidente, uno de dos potenciales compradores de Estados Unidos ofreció 125 millones dólares, pero la operación no se cerró porque la oferta era inferior en cinco millones de dólares al monto en el que la ONU, que asesoró a México en el proceso, tasó el aparato.
La venta de la aeronave, equipada con sala de juntas, cama “king-size” y un baño de mármol, fue una promesa de campaña del presidente, quien viaja en vuelos comerciales pregonando una política de austeridad en el país de unos 126 millones de habitantes, de los cuales cerca de la mitad vive en la pobreza.
El aparato, adquirido en 2012, es una de las 70 aeronaves y helicópteros que busca vender el presidente.