Las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Europea respecto a Irán quedaron abiertamente expuestas el martes, tras el anuncio europeo de la creación de una entidad para preservar los negocios con Teherán con el fin de evadir las sanciones que le impuso Washington tras abandonar el acuerdo nuclear con la república islámica.
En intercambios retóricos que evocan las diferencias sobre la invasión a Irak en 2003, Estados Unidos denunció a los europeos, quienes a su vez dijeron que no abandonarán el camino diplomático con Irán.
Alemania, Francia y el Reino Unido, junto con Rusia y China -los otros firmantes del acuerdo nuclear con Irán de 2015- habían intentado infructuosamente mantener a Estados Unidos en el pacto.
Las sanciones completas de Estados Unidos golpearán en noviembre a Irán, cuya economía ya siente los efectos.
Tras sostener conversaciones el lunes, el canciller iraní Mohamad Javad Zarif y la jefa de política exterior de la UE Federica Mogherini anunciaron en un comunicado la creación de una entidad con el fin de «proteger la libertad de sus operadores económicos para impulsar negocios legítimos con Irán».
«En la práctica, esto significará que los países miembros de la UE establecerán una entidad legal para facilitar transacciones financieras legítimas con Irán y esto permitirá a las compañías europeas seguir comerciando con Irán de acuerdo con las leyes europeas, y podría estar abierto a otros socios del mundo», dijo Mogherini a los periodistas, y aclaró que aún se está trabajando en los detalles técnicos.
En línea con los hallazgos de los inspectores de la ONU, Mogherini reiteró que Irán ha cumplido con el acuerdo nuclear, bajo el cual Teherán se comprometió a reducir drásticamente su programa nuclear a cambio de un alivio de las sanciones.
«Pagarán con el infierno»
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, dijo este martes estar «perturbado y de hecho profundamente decepcionado» por el anuncio de ese mecanismo.
«Es una de las medidas más contraproducentes que se puedan imaginar para la paz y la seguridad regional», aseveró Pompeo, acusando al bloque europeo de «solidificar la posición de Irán como el patrocinante número uno del terrorismo».
«Imagino que los ayatolás corruptos y los Guardianes de la Revolución Islámica se reían esta mañana», agregó.
John Bolton, asesor nacional de seguridad de Trump, ridiculizó a la UE por la falta de detalles en el planeado mecanismo. «La UE es fuerte en retórica y débil en terminar con lo que empieza», dijo a la campaña Unidos Contra un Irán Nuclear.
«No tenemos intención de permitir que Europa o nadie evada nuestras sanciones», agregó.
Bolton también lanzó advertencias poco sutiles a los líderes iraníes: «Estamos vigilando, e iremos tras ustedes».
«Si nos hacen enfadar, o a nuestros aliados o socios, si dañan a nuestros ciudadanos, si siguen mintiendo, engañando y haciendo trampa, pagarán con el infierno».
Bolton ha negado que Estados Unidos busque un cambio de régimen en el país islámico, aunque antes de asumir su cargo hizo llamados a desestabilizar a Irán.
Un «desastre», un «juguete»
El choque se produce en momentos en que Trump y el presidente iraní Hasan Rohani se dirigieron a las Asamblea General de la ONU con mensajes diametralmente opuestos.
Trump prometió que Estados Unidos está determinado a actuar solo aunque instó a todas las naciones a aislar a Irán.
Por su lado, Rohani lamentó que el acuerdo nuclear, negociado durante el gobierno de Barack Obama, se haya convertido en «un juguete» de la política estadounidense y acusó a Trump de buscar derrocar a su gobierno.
Trump desertó del acuerdo, al que calificó de «desastre», en mayo y rápidamente reimpuso las sanciones contra Irán.
Pese a las protestas de la Unión Europea, una cantidad de empresas -incluyendo el gigante energético francés Total y las automotrices Peugeot y Renault, así como las alemanas Siemens y Daimler- suspendieron sus operaciones en Irán por temor a sanciones de Estados Unidos.
Aliados de Estados Unidos, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Israel, buscan desde hace tiempo que Washington restrinja la influencia iraní predominantemente chiíta en Medio Oriente, inclusive en la atribulada Siria. AFP