Nuevos saqueos se produjeron este domingo en Puerto Príncipe, donde los habitantes intentan retomar sus actividades tras dos días de protestas violentas provocadas por el anuncio del alza de los precios de carburantes, una medida que luego fue suspendida por el gobierno.
Los manifestantes anunciaron una huelga general de dos días a partir del lunes para exigir la salida inmediata del presidente Jovenel Moïse.
Algunos armados con cuchillos, atacaron y saquearon comercios en el corazón de la capital haitiana, en la comuna de Delmas.
Para dispersar las protestas, policías de unidades especializadas en mantener el orden dispararon al aire y usaron gases lacrimógenos.
Según un conteo de la AFP al menos tres personas han muerto desde que comenzaron las protestas el viernes en Haití.
Las manifestaciones se originaron en Puerto Príncipe luego de que el gobierno anunció un fuerte incremento de las tarifas de los carburantes en cumplimiento de un acuerdo con el FMI suscrito hace cinco meses. La decisión implicaba el aumento de la gasolina en 38%, del diésel en 47% y el del querosén en 51%.
Debido a los hechos de violencia y poco después de que el presidente de la Cámara de Diputados, Gary Bodeau, lanzara un ultimátum al gobierno para que revirtiera su decisión, el primer ministro, Jack Guy Lafontant, suspendió el sábado el alza de precios de los productos petroleros.
Varias compañías aéreas, como American Airlines y Air France, anularon sus vuelos el sábado y el domingo por la mañana, con posibilidad de prolongar la suspensión en la tarde, por falta de personal que pueda desplazarse para asegurar los servicios en el aeropuerto de Toussaint Louverture.
– “Nada que perder” –
Frente a los restos de una barricada ubicada sobre un cruce importante de la capital, con el rostro camuflado, un hombre que dijo llamarse Rubens testificó sobre la determinación de ciertas personas a hacer lo posible para lograr la salida del poder del presidente Moïse.
“Si el presidente se queda un día más, el juego será distinto: cortaremos las rutas y quemaremos todo, porque nosotros no tenemos más que perder” aseguró. El hombre recibió la aprobación de algunos otros jóvenes enmascarados reunidos alrededor de él.
“Todos los que se fueron a Chile fueron inteligentes porque las cosas recién empiezan“, añadió en alusión a los más de 100.000 haitianos que emigraron hacia el país latinoamericano tan solo en el año 2017.
En las inmediaciones de varios comercios saqueados e incendiados, Alphonse Charles tomaba algunas fotos de lo que quedaba de su vehículo.
“Sufro el ataque pero es la realidad del país: dado que vivimos en Haití estamos enojados, frustrados por la forma en que los políticos administran las cosas”, dijo con calma ante la carcasa incendiada de su vehículo. “Debo seguir viviendo, no nos vamos a enfurecer por esto nada más”.
Pese a este contexto, algunos habitantes intentan regresar a la vida normal. Varios vendedores de frutas y verduras retomaron sus puestos en las calles y las moto-taxis volvieron a circular, pese a la escasez de clientes. Algunos vehículos buscaron hacerse un lugar en las calles, en medio de algunas barricadas.
El llamado del presidente haitiano a los manifestantes a retirarse de las calles y regresar a sus hogares, en un mensaje a la nación transmitido por la televisión estatal el sábado por la noche, decepcionó a gran parte de la población y la clase política.
“Como casi toda la gente, me quedé con las ganas: esperábamos otro discurso, un análisis sereno de la situación que prevaleció en el país en estos dos últimos días y que provocó pérdidas humanas y materiales”, dijo a la AFP Jerry Tardieu, diputado de Pétionville.
Las discusiones entre los bloques parlamentarios siguen en pie para determinar la continuidad a la crisis. Algunos legisladores exigen la dimisión inmediata del primer ministro.
Incluso antes del anuncio del alza de precios de carburantes, el primer ministro, designado en mayo de 2017, estaba en la cuerda floja, y en la Cámara de Diputados, dominada por los partidarios del presidente Jovenel Moïse, llegó a realizarse una sesión sobre el futuro de su gobierno.
Su súbita marcha atrás, que refuerza las críticas que se le hacen respecto a su debilidad política, podría acelerar el fin de su mandato.