La tensión interna en el gobierno de Donald Trump sobre cómo manejar la relación con Venezuela, entre la línea intransigente del secretario de Estado Marco Rubio y la estrategia negociadora del enviado especial Richard Grenell, fue dada a conocer esta semana por el New York Times, tal como lo anticipó El Cooperante el pasado 16 de junio en un artículo firmado por nuestro analista Ricardo Sucre Heredia.
por El Cooperante
En su artículo titulado Venezuela: entre la visión de Marco Rubio y la de Richard Grenell, Ricardo Sucre Heredia detalló que la política de Estados Unidos hacia Venezuela se mueve en dos canales que hoy chocan entre sí: la línea dura de Marco Rubio y el enfoque pragmático de Richard Grenell.
Indicó que Rubio, actual secretario de Estado, impulsa una estrategia de “presión y quiebre”, bajo la tesis de que el chavismo es una “banda de criminales” sostenida por “la plata y las armas”. Propone cortar todas las fuentes de financiamiento del Estado para provocar una fractura interna.
Por su parte, señaló que Richard Grenell «busca abrir un canal de comunicación con el gobierno de Maduro sin que ello implique un reconocimiento formal». Su enfoque, explicó, es «pragmático y apunta a alcanzar objetivos específicos, como la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos, mediante concesiones puntuales, como la posible extensión de la licencia a Chevron».
A su juicio, «no se trata de negociar principios, sino de intercambiar intereses». Considera que abordar primero temas instrumentales podría, eventualmente, «allanar el camino hacia discusiones de mayor profundidad».
Además, señala que la no renovación de la licencia a Chevron se explica más por razones de «política interna». En el artículo, Heredia afirmó que Trump necesitaba asegurar los votos de congresistas republicanos cubanoestadounidenses para aprobar su proyecto legislativo insignia, el Big Beautiful Bill. Para lograrlo, sacrificó temporalmente la licencia, a pesar de que Grenell la consideraba una herramienta útil para “construir confianza” diplomática.
También explicó que Trump tiende a respaldar a Rubio porque cree que Maduro «estaba por caer en 2020» y que Biden «lo salvó» con las “licencias Biden”. Sin embargo, sostuvo que aún mantiene a Grenell cerca y no ha roto con él.
El autor, Ricardo Sucre, concluye que Rubio «fracasará» y que Trump terminará recurriendo a Grenell, aunque antes se tomará un “tiempo muerto” para comprobar si cortar el financiamiento al chavismo provoca el “quiebre” prometido. Su pronóstico es claro: Trump vivirá su segunda «derrota» frente al ejecutivo de Maduro y no tendrá otra opción que abrir un nuevo canal de diálogo.
«Trump tendrá dos opciones: o profundiza más ‘la presión’ -será forzado para que lo haga, por los ‘Crazy Cubans’ y la oposición Machado para evadir la derrota- o se mueve a la propuesta de Grenell y se abre o se refuerza, otra vez, un canal con el gobierno de Venezuela. Mi pronóstico es que Trump se moverá al ‘canal Grenell’ dentro de un tiempo», dijo.
Lo que dijo New York Times
The New York Times también abordó la pugna entre Grenell y Rubio, señalando que esta disputa interna fue determinante para que no se concretara un acuerdo de intercambio de detenidos que involucraba a migrantes venezolanos en El Salvador, «presos políticos» y ciudadanos estadounidenses detenidos por el gobierno de Nicolás Maduro.
Según el medio, ambos funcionarios negociaban simultáneamente acuerdos distintos, sin coordinación entre ellos. Ambos buscaban la liberación de ciudadanos estadounidenses y presos políticos venezolanos, pero ofrecían diferentes intercambios a Caracas.
Rubio, respaldado por el Departamento de Estado y el diplomático John McNamara, propuso liberar a los estadounidenses a cambio de repatriar a unos 250 migrantes venezolanos detenidos en El Salvador. Grenell, por su parte, ofreció permitir a Chevron continuar sus operaciones en Venezuela, fuente clave de ingresos para el gobierno de Maduro, a cambio de los prisioneros. Esta propuesta era más atractiva para Caracas, pero no contaba con el aval oficial de la Casa Blanca.
De acuerdo con TNYT, la «falta de coordinación» entre ambas gestiones generó «confusión» en el gobierno venezolano, que no sabía cuál era la postura oficial de Washington. Como resultado, el intercambio no se concretó y tanto los migrantes como los estadounidenses y presos políticos permanecen detenidos. Entre los nombres involucrados estaban Lucas Hunter, Jonathan Pagán González y Joseph St. Clair, liberado en mayo en una misión aparte por Grenell.
El presidente salvadoreño Nayib Bukele había insinuado públicamente el posible acuerdo en abril, lo que fue rechazado por Venezuela, que calificó a sus ciudadanos detenidos como “secuestrados”. Según el Times, Estados Unidos financia la detención de esos migrantes en El Salvador, alegando vínculos con el Tren de Aragua, aunque no ha presentado pruebas contundentes.