Un potente terremoto sacudió una zona rural y montañosa del este de Afganistán en la madrugada del miércoles y causó 1.000 muertos y 1.500 heridos, uno de los sismos más mortíferos en décadas, informó una agencia noticiosa estatal. Las autoridades advirtieron que la cifra ya de por sí desoladora podría aumentar.
Seguía siendo escasa la información sobre el temblor de magnitud 6,1 cerca de la frontera con Pakistán, pero los terremotos de esa potencia pueden causar daños graves, especialmente en una zona como esta, donde las construcciones son débiles y los derrumbes son habituales.
Los expertos dijeron que el epicentro estuvo a apenas 10 kilómetros (6 millas) de profundidad, otro factor que podría incrementar la destrucción.
El desastre es una prueba importante para el gobierno liderado por el Talibán, que llegó al poder el año pasado en medio de la caótica retirada de Estados Unidos de la guerra más larga de su historia, dos décadas después de derrocar a la misma milicia tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Los rescatistas llegaron a la zona afectada en helicópteros, pero es posible que la respuesta sea complicada, ya que muchas agencias de ayuda internacionales abandonaron el país tras el ascenso del Talibán.
Llegar a las zonas rurales, incluso en las mejores circunstancias, sigue siendo difícil en Afganistán, una nación sin salida al mar y con caminos montañosos llenos de baches que ahora pueden haber sufrido daños significativos.
Ante las dificultades, un funcionario talibán solicitó ayuda internacional. “Cuando ocurre un incidente tan grande en cualquier país, se necesita ayuda de otros países”, afirmó Sharafuddin Muslim. “Es muy difícil para nosotros poder responder a este enorme incidente”.
El Departamento Meteorológico de la vecina Pakistán explicó que el epicentro estuvo en la provincia afgana de Paktika, a unos 50 kilómetros (31 millas) al suroeste de la ciudad de Khost. Se registraron daños en varios inmuebles en la provincia de Khost, y se sintieron temblores hasta en la capital paquistaní, Islamabad.
Las imágenes tomadas en Paktika mostraban a hombres usando mantas para cargar a los heridos hacia helicópteros que esperaban para sacarlos del lugar. Otros eran tratados en el lugar: un residente recibía fluidos por vía intravenosa sentado en una silla de plástico cerca de los restos de su vivienda, mientras otros estaban tendidos en camillas. En otras fotografías, los residentes rebuscaban entre los ladrillos de arcilla y los escombros de las casas de piedra derruidas, algunas con los tejados o las paredes caídas.
La cifra de fallecidos reportada por la agencia noticiosa Bakhtar igualó a la registrada en un terremoto que sacudió el norte de Afganistán en 2002. Son los más letales desde 1998, cuando otro movimiento telúrico de 6,1 grados y las réplicas posteriores mataron a al menos 4.500 personas en una zona remota del noreste de Afganistán.
En gran parte del mundo, un sismo de esta magnitud no causaría una devastación tan grande, apuntó Robert Sanders, sismólogo del Servicio Geológico de Estados Unidos. Pero, en estos casos, la cifra de víctimas suele depender de la geografía, la calidad de las construcciones y la densidad de población.
“Como es una zona montañosa, hay desprendimientos de rocas y deslaves de los que no nos enteraremos hasta que se reportan más adelante. Los inmuebles más antiguos son propensos a desmoronarse”, explicó. “Debido a lo condensada que está la zona en esa parte del mundo, ya hemos visto cómo sismos similares causaron daños importantes”.
Los talibanes todavía están tratando de reconstituir los ministerios del gobierno abandonados por personal leal a su gobierno anterior, respaldado por Occidente, y no estaba claro cómo llegaron los funcionarios al número de víctimas reportado por la agencia Bakhtar.
En Kabul, el primer ministro Mohammad Hassan Akhund convocó una reunión de emergencia en el palacio presidencial para coordinar los esfuerzos de ayuda. A través de su cuenta de Twitter, el vocero adjunto del gobierno talibán Bilal Karimi pidió a las agencias de ayuda que envíen equipos a la zona. “La respuesta está en camino”, tuiteó el coordinador de Naciones Unidas en Afganistán, Ramiz Alakbarov.
Eso puede resultar difícil dada la situación en la que se encuentra Afganistán el día de hoy. Después de que los talibanes arrasaron el país en 2021, el ejército estadounidense y sus aliados se concentraron en el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai de Kabul y luego se retiraron por completo. Muchas organizaciones humanitarias internacionales siguieron su ejemplo debido a las preocupaciones sobre la seguridad y el pobre historial de derechos humanos de los talibanes.
Desde entonces, los talibanes han trabajado con Qatar, Turquía y Emiratos Árabes Unidos para reanudar las operaciones aeroportuarias en Kabul y el resto del país, pero casi todas las aerolíneas internacionales aún evitan volar allí y el hecho de que las organizaciones de ayuda se muestran renuentes a ayudar a los talibanes podría dificultar el transporte aéreo de suministros y equipos.
La Media Luna Roja afgana, sin embargo, envió 4.000 mantas, 800 tiendas de campaña y 800 kits de cocina a la zona afectada, informó el director general de Bakhtar, Abdul Wahid Rayan. AP
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