La policía de Nueva York afronta una crisis de salud mental, según su comisionado, James O’Neill.
En escasamente una semana han hallado muertos a tres de sus uniformados. En ningún caso se enfrentaron a nadie salvo a sus propios fantasmas. Los tres se suicidaron. Giraron sus pistolas.
“La NYPD y las fuerzas de seguridad en su totalidad han de emprender acciones. Esto no puede continuar así”, subrayó O’Neill en un comunicado emitido la pasada madrugada.
Hacía unas horas que habían encontrado en el interior de su coche a Michael Caddy, de 29 años. Una bala. El vehículo estaba aparcado cerca de la comisaría 121, en Staten Island, a la que pertenecía este agente con siete años de experiencia, especializado en violencia doméstica, inmerso en un proceso de divorcio.
Las alarmas habían sonado después de que, el 5 de junio, el jefe Steven Silks, de 62, se pegara un tiro.
Su defunción se produjo justo a los pocos días de que los responsables del departamento animaran a sus miembros a hablar y a pedir tratamiento por cuestiones de trastornos psicológicos.
También imploraron que cualquier agente ayudara a todos aquellos colegas a los que vieran pasar por un mal momento. “No estás solo, tu nos importas”, escribieron en una página del Twitter de la NYPD.
Las alarmas habían sonado después de que, el 5 de junio, el jefe Steven Silks, de 62, se pegara un tiro. Esa jornada acababa de rellenar la documentación para su jubilación. Dieron con él al anochecer , en Queens.
A la mañana siguiente tuvieron que buscar a otro de los blues del que no sabían nada, una vez que descubrieron su coche en Plum Beach (Brooklyn). Joe Calabrese, detective de homicidios de 58 años, se había quitado la vida.
Este triple dosis de dolor ha puesto en estado de shock a la policía neoyorquina, el mayor cuerpo y el más sofisticado en toda la geografía estadounidense.
“Nuestros agentes pasan horas asistiendo a los demás, pero antes de que ayudemos a los otros, resulta imperativo que nos ayudemos a nosotros, sólo juntos cerraremos esta crisis”, añadió O’Neill.
“Nuestra ciudad llora hoy por la pérdida de otro agente que nos ha dejado demasiado pronto”, remarco el alcalde Bill de Blasio. “Tres valientes de nuestra policía han perdido sus vidas en estos días. Todos ayudaron a que nuestras comunidades sean mejores. Quiero que sepáis que la ciudad está con vosotros”, insistió. En lo que va de 2019 ya son cuatro los suicidios de uniformados, idéntico número que en todo el 2018. reseña la vanguardia