Un médico de la ciudad colombiana de Cali fue forzado a abandonar su apartamento solo ocho días después de haberse mudado, por las presiones de otros residentes del edificio que temían ser contagiados con el nuevo coronavirus.
Cristhian Botache, de 22 años, se mudó de la casa de su familia al comienzo del brote de Covid-19 para proteger a sus parientes mayores que corren más riesgo de enfermarse gravemente por la infección.
Sin embargo, sus nuevos vecinos protestaron contra su llegada y exigieron a la propietaria del apartamento que lo desalojara.
“(La dueña) Me dijo que la gente estaba muy asustada, que ellos habían optado que si yo no me iba del apartamento entonces ellos (los vecinos) se irían y ni siquiera le iban apagar la penalización del contrato de arrendamiento, porque la situación de que yo me hubiese pasado a vivir allí no la había generado ellos”, relató Botache.
Con otros residentes temerosos de que se pusiera en riesgo sus vidas, la propietaria dijo que tenía que proteger a sus inquilinos y le pidió que se fuera, agregó el médico en una entrevista con Reuters TV.
La propietaria y los vecinos no pudieron ser contactados de inmediato.
Crece la hostilidad
Trabajadores médicos en toda América Latina han reportado una creciente hostilidad por el temor a que puedan estar propagando el nuevo coronavirus.
La hostilidad se ha replicado en otras partes de Colombia, que ha reportado más de 4.500 casos de Covid-19 y más de 210 muertes causadas por la enfermedad. Un anestesista en la capital, Bogotá, dijo a Reuters que se le había prohibido usar áreas comunales por temor a que infecte a otros.
Medios locales mostraron otro caso en el que desconocidos escribieron en la pared exterior del apartamento de un médico una amenaza en que advertían que asesinarían a su esposa e hijos si no desalojaba la propiedad.
Para el personal médico de primera línea que lucha contra el virus, la abierta agresión por parte de sus vecinos puede ser devastadora.
“Después de un rato, ante la frustración de no saber qué hacer, perdí el control, empecé a llorar, no podía hacer más, tenía mis familiares al teléfono pidiéndome que me calmara (…). Ni siquiera escuche que me estaban diciendo porque ni siquiera podía hablar, porque las palabras me salían entre gritos, sollozos y lágrimas”, recordó Botache.
El médico, quien se mudó a otro apartamento, dijo que se sentía humillado y no podía creer que le hubieran pedido que se fuera.