El papa Francisco aprobó la canonización del papa Pablo VI y del arzobispo salvadoreño Óscar Romero, un emblema para América Latina por su batalla por los pobres y la defensa de los derechos humanos.
Los dos nuevos santos son figuras representativas de la Iglesia que impulsa el papa argentino y de alguna manera han sido los referentes intelectuales y morales del primer pontífice latinoamericano, que quiere una «iglesia pobre para los pobres», abierta al diálogo y a los cambios de la sociedad.
Los decretos fueron firmados por Francisco y en ellos se reconoce que los dos intercedieron para la realización de sendos milagros, por lo que alcanzan la llamada «gloria de los altares».
La canonización de Pablo VI, pontífice de 1963 a 1978, figura histórica del Concilio Vaticano II, que reformó a la iglesia, será celebrada en octubre en San Pedro, indicó recientemente el cardenal Pietro Parolin, número dos del Vaticano.
La fecha para la canonización de Romero (1917-1980) aún no ha sido fijada y según fuentes religiosas se barajan varias posibilidades, entre ellas en enero del 2019, durante la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Panamá y a la que tiene programado asistir el papa Francisco.
No se descarta que «San Romero de América», como lo han llamado, sea proclamado santo en su país, en San Salvador, durante una eventual visita del papa Francisco, que hasta ahora no ha sido anunciada.
La idea de celebrar la ceremonia en el Vaticano, donde contó con muchos enemigos que obstaculizaron por décadas su causa, divide a los latinoamericanos, que recuerdan las acusaciones y amenazas que padeció Romero por parte de los sectores más conservadores de la curia romana.
Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 mientras oficiaba misa, fue acusado inclusive de ser un «caudillo marxista» por su defensa de los pobres.
– Un ejemplo para los católicos –
El futuro santo salvadoreño será venerado en los altares como un símbolo de la justicia social, un ejemplo para los católicos de todo el mundo y un llamado para comprometerse contra las injusticias.
«Mi deseo es que Romero y Pablo VI sean santificados al mismo tiempo en la plaza de San Pedro. Porque Pablo VI fue el papa que entendió a Romero. Sería un mensaje fuerte para el mundo y también para los obispos católicos. Porque son dos figuras que representan el diálogo y el compromiso por los demás y por un mundo más justo», comentó a la AFP monseñor Vincenzo Paglia, postulador de la causa de canonización de Romero.
«Había que esperar un papa latinoamericano para que Romero fuera canonizado», agregó.
«Los que quisieron callar a Romero no lo lograron y hoy él habla al mundo entero», aseguró con satisfacción.
Beatificado en mayo del 2015, su asesinato el 24 de marzo de 1980 por un comando de extrema derecha marcó el comienzo de una dolorosa guerra civil en su país que duró hasta 1992 y dejó 75.000 muertos y al menos 7.000 desaparecidos.
Aunque no perteneció a la corriente de la Teología de la Liberación, reprimida durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Romero fue un defensor de los pobres, en particular de los campesinos expulsados de sus tierras.
El papa argentino, conservador en cuanto a los dogmas pero comprometido con las cuestiones de justicia social, en muchas ocasiones ha reconocido que se identifica con la figura de Romero.
El proceso para la beatificación del prelado sufrió numerosos retrasos desde que fue abierto en 1993 y tras varios años de estancamiento, por temor de que fuera usado política e ideológicamente, fue desbloqueado en abril del 2013 por Francisco, pocos meses de haber sido elegido al trono de Pedro.
Las dos figuras de la iglesia son referentes para el papa argentino que ya canonizó a Juan XXIII (1958-1963) y Juan Pablo II (1978-2005).
El milagro atribuido a Pablo VI, el primer papa viajero y el primero en pisar Tierra Santa, cuyo nombre era Giovanni Battista Montini, nacido en 1897, es la salvación de una niña nacida muy prematuramente el 25 de diciembre de 2014 a pesar de que los médicos habían aconsejado un aborto terapéutico.
Pablo VI había recibido numerosas críticas en 1968 por haberse pronunciado en contra de la píldora anticonceptiva.
Para llegar a ser santo hay que haber realizado dos milagros, uno para la beatificación (salvo que sea mártir como ocurre para Romero) y otro para la canonización.
El milagro atribuido a Romero es la curación de un cáncer irreversible de la señora Cecilia Maribel Flores, indicaron fuentes religiosas.