El papa Francisco afirmó hoy que “el éxito, el dinero, la carrera y los honores” son como meteoritos, “estrellas fugaces” que despistan a la gente y que “pronto se estrellan” para dejar de brillar.
Francisco realizó estas reflexiones durante la misa por la Solemnidad de la Epifanía del Señor, celebrada en la basílica de San Pedro del Vaticano.
El papa habló en su homilía de la estrella que guió a los Reyes Magos hasta Belén para invitar a los fieles a preguntarse qué astro siguen ellos en su vida.
“Hay estrellas deslumbrantes, que despiertan emociones fuertes, pero que no orientan en el camino. Esto es lo que sucede con el éxito, el dinero, la carrera, los honores, los placeres buscados como finalidad en la vida”, dijo.
“Son meteoritos: brillan un momento, pero pronto se estrellan y su brillo se desvanece. Son estrellas fugaces que, en vez de orientar, despistan”, agregó.
Es más conveniente, prosiguió, dejarse guiar por aquella estrella que sin ser deslumbrante acompaña en la vida, que “no promete recompensas materiales, pero garantiza la paz y da, como a los (Reyes) Magos, una inmensa alegría”.
Los Reyes Magos (Melchor, Gaspar y Baltasar) fueron a adorar a Jesús por un camino que exigía el “esfuerzo diario de la marcha”, un largo viaje que aplicado a la vida de las personas puede servir para que se liberen “del peso inútil y de la fastuosidad gravosa, que son un estorbo” y acepten “los imprevistos que no aparecen en el mapa de una vida tranquila”.
Francisco continuó refiriéndose a los dones que los Magos de Oriente ofrecieron al Niño Jesús, oro, incienso y mirra, “gratuitamente sin esperar nada a cambio”.
En este sentido, alentó a seguir su ejemplo, a “hacer el bien sin cálculos, incluso cuando nadie lo pide” o no se gana “nada con ello”.
Defendió que es preciso ayudar a “aquellos que no tienen nada para dar a cambio, como el necesitado, el que pasa hambre, el forastero, el que está en la cárcel, el pobre”.
Y recomendó a los cristianos ofrecer “dones gratuitos” cada día como “cuidar a un enfermo, dedicarle tiempo a una persona difícil, ayudar a alguien que no nos resulta interesante, ofrecer el perdón a quien nos ha ofendido”.
La celebración comenzó a las 10.00 horas locales (9.00 GMT), después de que el pontífice se dirigiera en procesión hasta el altar mayor de la basílica vaticana, donde se encontraba una imagen del Niño Jesús.
El papa concluyó esta misa, que duró hora y media, con un beso a esta imagen del Niño Jesús y salió en procesión de la basílica acompañado del canto navideño “Adeste Fideles”.
Después, se dirigió al palacio apostólico para rezar el Ángelus desde su ventana y envió sus mejores deseos a las “iglesias orientales, católicas y ortodoxas, que en estos días celebran la Navidad”, unas fechas que esperó que sean “una fuente de nuevo vigor espiritual y comunión entre todos los cristianos”.
“Me gustaría transmitir de modo especial mi cercanía a los cristianos ortodoxos coptos y saludar cordialmente a mi hermano (el papa copto) Teodoro II por la feliz ocasión de la consagración de la nueva catedral en El Cairo”, dijo. EFE