Pandillas imponen toques de queda en favelas de Río ante expansión del coronavirus

Las fiestas de “baile funk” han sido suspendidas, algunos “mercados de drogas” al aire libre están cerrados, las pandillas y milicias han impuesto toques de queda estrictos: El coronavirus se acerca y las favelas de Río de Janeiro se están preparando.

Ciudad de Dios, un extenso complejo de barrios marginales que se hizo famoso por una exitosa película del mismo nombre de 2002, registró el primer caso confirmado de coronavirus en las favelas de Río durante el fin de semana.

Ahora, con el gobierno estatal mal financiado y las críticas al presidente Jair Bolsonaro por la respuesta lenta al brote, las pandillas criminales que han dominado las favelas de Río están tomando sus propias precauciones contra el virus, según los residentes y reportes de prensa.

De acuerdo al periódico Extra de Río, los pandilleros de Ciudad de Dios han estado conduciendo por los barrios, emitiendo un mensaje grabado para los residentes.

“Estamos imponiendo un toque de queda porque nadie se lo está tomando en serio”, dice el mensaje, según reportó Extra el martes. “Quien esté en la calle perdiendo el tiempo o dando un paseo recibirá un correctivo y servirá de ejemplo. Es mejor quedarse en casa sin hacer nada. El mensaje ha sido dado”.

Reuters no pudo confirmar la veracidad del mensaje grabado, pero los residentes de Ciudad de Dios, que se negaron a dar sus nombres por temor a represalias, confirmaron un toque de queda nocturno y otras restricciones.

La preocupación de las pandillas por el brote se hace eco de los temores en todo el país sobre el destino de los casi 15 millones de residentes de las favelas que enfrentan lo que algunos denominaron “la enfermedad de los ricos”.

El coronavirus llegó al país a través de los brasileños que regresaban de Europa, pero se está expandiendo con rapidez a las comunidades más pobres, donde barrios abarrotados, mano de obra informal y servicios públicos deficientes amenazan con acelerar su propagación.

Las bandas de narcotraficantes o los paramilitares a menudo actúan como autoridades de facto en las favelas. Con poca o ninguna presencia del gobierno, las pandillas hacen cumplir los contratos sociales. También participan en tiroteos regulares con las fuerzas policiales.

En Brasil, unos 40 millones de personas carecen de acceso al suministro de agua corriente, mientras que 100 millones, casi la mitad de la población, viven sin conexión con el tratamiento de aguas residuales, según la Agencia Nacional del Agua del país.

“El saneamiento básico es terrible”, dijo Jefferson Maia, un residente de Ciudad de Dios de 27 años. “A veces, ni siquiera tenemos agua para lavarnos las manos adecuadamente. Estamos muy preocupados por el coronavirus”.

Thamiris Deveza, una médica de familia que trabaja en el complejo de barrios marginales Alemao de Río, dijo que los residentes se habían quejado durante las últimas dos semanas por la falta de agua en sus hogares, lo que les dificultaba lavarse las manos y protegerse de la rápida expansión del virus.

Agregó que muchas farmacias en los barrios se habían quedado sin desinfectantes para manos. Cuando llegaban suministros, los precios eran prohibitivamente caros.

RÁPIDA PROPAGACIÓN

Los casos de coronavirus se están expandiendo rápidamente en Brasil. El país tenía 2.201 infectados confirmados el martes, con 46 muertes relacionadas a la enfermedad, según el Ministerio de Salud.

El estado de Río, donde aproximadamente una quinta parte de la población vive en favelas, ahora tiene 305 casos. El gobernador Wilson Witzel advirtió el viernes que el sistema de salud pública del estado está en peligro de “colapsar” en 15 días.

El alcalde de Río, Marcelo Crivella, dijo que funcionarios edilicios depositarán jabón gratis en las entradas de las favelas de la ciudad y trasladarán a las personas mayores con problemas de salud a los hoteles. La ciudad ya pactó un acuerdo para asegurar 400 habitaciones, sostuvo la autoridad municipal.

“Los que están en mayor riesgo deben ser protegidos lo antes posible”, dijo Crivella a periodistas el sábado.

Reuters