Margaret es una venezolana que se encuentra en la calle frente a las oficinas del Consejo Estatal para la Protección y Atención a Migrantes en Ciudad Juárez (Coespo), en México. El martes 18 de octubre, fue la segunda noche que durmió en el piso, acompañada de su esposo y dos hijas de 2 y 7 años de edad, habló sobre los malos tratos que vivó por cuatro días en los Centros de Procesamiento de Estados Unidos, donde además le quitaron a León, perrito terapéutico de su niña menor, quien tiene autismo.
“Uno les pregunta cosas (a las autoridades estadounidenses) y no contestan, te tratan como la peor cosa, sólo porque llegamos despeinados, con la ropa sucia, sin bañar, pero eso no te puede denigrar como persona, yo puedo estar aquí en la calle, pero no saben que conocimiento tengo yo”, comento la madre de familia.
Expreso que al estar con la Patrulla Fronteriza vivió una discriminación muy fuerte, le daban “una comida muy fea, que si no la comían al instante se hacía mala”, la dejaron bañarse en una ocasión, pero el jabón y shampoo era insuficiente para su limpieza básica, no les dieron cepillos.
“Te dejan ahí en el suelo, ni a un perro tratan así, en ese momento un piensas sólo en aguantar, que me digan lo que sea, que me digan tírate ahí donde hoy excremento y lo hago, pero yo se que voy a llegar a mi destino y resulta que tengo que enfrentar otro trauma y una desesperación porque no hay respuestas”, agregó Margaret.
Respecto al trato a sus hijas, manifestó estar muy descontenta, primeramente, porque Milán de dos años, está diagnosticada dentro del Espectro del Trastorno Autista, presenta ansiedad, para no medicar a su pequeña, compró un perrito a quien llaman León, mismo que le quitaron y mandaron a Animal Service, El Paso.
“Mi hija le dan ataques de ansiedad y pellizca, el perrito la tenia controlada, pero ya tiene días sin él anoche comenzó ya a sentirse desesperada, además si no puedo recuperar a León en una semana lo pondrán en adopción, es terapéutico para mi hija”, señaló.
Ella y su marido hasta el momento lo único que quieren es regresar a Venezuela ya que la han pasado muy mal y sus hijas ya están presentando síntomas de resfrío.
“Uno desde que sale, viene preparándose psicológicamente para entrarle a la selva, fue horrible, vimos gente muerta, violaciones, niños perdidos, el lodo nos llegaba hasta la cintura, el hambre, te salen apoyas en los pies, del 100 por ciento que entra sale vivo el 70 por ciento”, recordó Margaret.
Por Liliana Torreso | El Heraldo de Juárez